Ni p¨¦ndulo ni magia: modalidad del voto
Cualquier ex¨¦gesis pol¨ªtica deber¨ªa incorporar la aparici¨®n de una enorme masa de votantes que procede de la regla del voto obligatorio
No es preciso hacer literatura social para explicar lo que ha pasado en Chile en los ¨²ltimos dos a?os. La clave principal, tal vez no ¨²nica pero de importancia desmesurada, es la modalidad del voto.
Chile tuvo voto obligatorio con inscripci¨®n voluntaria durante la mayor parte de la transici¨®n posdictatorial. No votar suscitaba una multa. Pero la visible incapacidad del Estado para perseguir esa infracci¨®n hizo que la participaci¨®n fuera decayendo desde 94,72% en 1989 hasta menos de 60% real en el 2010. Alrededor del 30% de los mayores de 18 a?os hab¨ªan dejado de inscribirse, con lo que ...
No es preciso hacer literatura social para explicar lo que ha pasado en Chile en los ¨²ltimos dos a?os. La clave principal, tal vez no ¨²nica pero de importancia desmesurada, es la modalidad del voto.
Chile tuvo voto obligatorio con inscripci¨®n voluntaria durante la mayor parte de la transici¨®n posdictatorial. No votar suscitaba una multa. Pero la visible incapacidad del Estado para perseguir esa infracci¨®n hizo que la participaci¨®n fuera decayendo desde 94,72% en 1989 hasta menos de 60% real en el 2010. Alrededor del 30% de los mayores de 18 a?os hab¨ªan dejado de inscribirse, con lo que pod¨ªan omitirse adem¨¢s sin sanci¨®n alguna.
En el 2012, una nueva ley cre¨® el voto voluntario, con inscripci¨®n autom¨¢tica. En la teor¨ªa, 4,5 millones de nuevos votantes quedaron habilitados. Pero en la presidencial de 2021, en la primera vuelta votaron menos personas que en el 2010: s¨®lo un 47,33%. Gabriel Boric gan¨® en segunda vuelta gracias a un mill¨®n de votos m¨¢s, que aument¨® la participaci¨®n hasta 55,64%.
Para elegir a la Convenci¨®n que redactar¨ªa una nueva Constituci¨®n en el 2021 vot¨® menos del 50% de los habilitados. Para entonces era muy claro que, contra lo que hab¨ªan sostenido los te¨®ricos de la ingenier¨ªa electoral, no hab¨ªa aumentado la participaci¨®n, sino que la hab¨ªa disminuido. La probable lectura del ciudadano despolitizado era simple: tu voto no nos importa. Una cierta ¨¦lite pol¨ªtica, m¨¢s inclinada a la izquierda, disfrut¨® por 10 a?os de un sistema discriminatorio.
A la vista de esos resultados, el Congreso decidi¨® reponer el voto obligatorio para el plebiscito que juzgar¨ªa el proyecto de constituci¨®n emanado de la Convenci¨®n, que algunos consideraban ¡°de vanguardia¡±. La participaci¨®n salt¨® al 85,86% y el resultado fue un rechazo de 61,89%. Parece evidente que no se trat¨® de un movimiento pendular respecto de los resultados anteriores, sino m¨¢s bien de dos cosas diferentes: a) el voto voluntario estaba capturado por los sectores m¨¢s politizados, que favorec¨ªan a la izquierda en general, pero especialmente a la izquierda radical; y b) con el voto obligatorio aparec¨ªa un electorado antes silenciado, conservador, mucho menos propenso al radicalismo y m¨¢s resistente al esp¨ªritu refundacional. El alcalde comunista Daniel Jadue lo dijo hace unos d¨ªas de esta manera: ese plebiscito se convirti¨® en una derrota debido a una ¡°trampa¡±, que fue pasar al voto obligatorio. Es una manera singular de valorar la democracia.
El domingo, en las elecciones del Consejo Constitucional que deber¨¢ redactar un segundo proyecto de reforma, la participaci¨®n fue de 81,94% y favoreci¨® a la derecha, que en conjunto obtuvo alrededor de un 61%, m¨¢s o menos lo mismo que el a?o pasado.
Cualquier ex¨¦gesis pol¨ªtica deber¨ªa incorporar la aparici¨®n de una enorme masa de votantes que procede de la regla del voto obligatorio, para los cuales la discusi¨®n constitucional es irrelevante o inconducente, o m¨¢s simplemente deber¨ªa ser dirigida por el m¨¢s conservador de los partidos pol¨ªticos. Esa masa aprecia el combate contra la inmigraci¨®n irregular (norte de Chile), contra la insurgencia en nombre del pueblo mapuche (sur) y contra la inseguridad (Santiago), adem¨¢s de la lacerante inflaci¨®n, que ha sido un fen¨®meno desconocido para varias generaciones.
La obsesi¨®n constitucional identifica y une a la izquierda, a pesar de que su ¨²ltima gran modificaci¨®n, en el 2005, fue realizada por un gobernante socialista, Ricardo Lagos. La reforma de Lagos hizo que la Constituci¨®n chilena cumpliera con los est¨¢ndares democr¨¢ticos de Occidente, pero los partidos de centro e izquierda insistieron en que esta segu¨ªa siendo la constituci¨®n ¡°de Pinochet¡±. En lo principal, ya no se trata de desarmar los rasgos autoritarios de la Constituci¨®n -lo que termin¨® de hacer Lagos-, sino de legitimar una intervenci¨®n mayor del Estado en la econom¨ªa. Culturalmente, esa es la posici¨®n que ha sido derrotada dos veces en poco menos de un a?o, pero esta ultima elecci¨®n compromete todo el programa del presidente Boric.
Para la gran masa de votantes obligatorios, este programa carece de sentido y desatiende las urgencias m¨¢s importantes de los sectores medios y bajos. Un estudio de los votantes hecho por la Universidad del Desarrollo ha mostrado que los votantes m¨¢s numerosos de la derecha radical son de ingresos bajos, mientras que la izquierda radical consigue m¨¢s votos en los ingresos altos. Una revoluci¨®n de se?oritos: as¨ª ha de verlo, seguramente, el votante republicano.
La teor¨ªa del p¨¦ndulo es una explicaci¨®n m¨ªtica, que s¨®lo puede satisfacer a esp¨ªritus m¨¢gicos. Se trata, m¨¢s bien, de la aparici¨®n de un pa¨ªs distinto del que imagin¨® la izquierda y, sobre todo, la ultraizquierda, un pa¨ªs que probablemente se radicaliz¨® en rechazo al proyecto constitucional ¡°de vanguardia¡± del a?o pasado y ahora decidi¨® ponerle la l¨¢pida final.