Un di芍logo que incluya a las personas
No se trata de la agenda de una generaci車n; se trata de aquellos temas en los que hoy estamos al debe en materia de desarrollo y en materia de dignidad para las personas en Chile: educaci車n, trabajo, pensiones, salud, seguridad
Los procesos de di芍logo capaces de generar avances contundentes en los pa赤ses son tan dif赤ciles como fundamentales. Se inician desde una conciencia sectorial espec赤fica, que permea la gran conversaci車n de la sociedad y vuelve una exigencia transversal, que debe ser respondida desde la pol赤tica.
Pertenezco a una generaci車n a la que le correspondi車, desde la calle, y luego desde el Congreso, hacerse parte de una de las grandes urgencias de nuestra sociedad: la comprensi車n de la educaci車n como un derecho universal y no como un privilegio o una condena financiera para las familias. Esa caus...
Los procesos de di芍logo capaces de generar avances contundentes en los pa赤ses son tan dif赤ciles como fundamentales. Se inician desde una conciencia sectorial espec赤fica, que permea la gran conversaci車n de la sociedad y vuelve una exigencia transversal, que debe ser respondida desde la pol赤tica.
Pertenezco a una generaci車n a la que le correspondi車, desde la calle, y luego desde el Congreso, hacerse parte de una de las grandes urgencias de nuestra sociedad: la comprensi車n de la educaci車n como un derecho universal y no como un privilegio o una condena financiera para las familias. Esa causa se hizo intergeneracional y, a partir de esa idea, compartida ampliamente por toda la sociedad, han sido posibles avances relevantes, como la implementaci車n de la gratuidad, que ha permitido a miles de j車venes acceder a la universidad y ser, en muchos casos, los primeros en sus familias en lograrlo.
Pero adem芍s de los desaf赤os en educaci車n, sabemos que hay urgencias que no podemos seguir postergando, no solo en el debate, sino en su resoluci車n. No se trata de la agenda de una generaci車n, no se trata del programa de un sector; se trata de aquellos temas en los que hoy estamos al debe en materia de desarrollo y en materia de dignidad para las personas en Chile: educaci車n, trabajo, pensiones, salud, seguridad.
Esa es la conciencia con la que hemos entrado en pol赤tica y con la que buscamos gobernar. Siendo Gobierno, hemos aprobado, con acuerdos transversales, las 40 horas que hasta hace a?os parec赤an imposibles. Tambi谷n hemos logrado un salario m赤nimo hist車rico en su aumento, el royalty minero tan anhelado en las regiones o el Copago Cero para fortalecer la salud p迆blica. Son logros no para un grupo pol赤tico, sino para millones de chilenos y chilenas. Son respuestas articuladas entre todos los actores, que mejoran la calidad de vida en nuestro pa赤s y van marcando nuevos m赤nimos civilizatorios
No son tiempos f芍ciles para gobernar. El inmediatismo mueve las agujas del debate pol赤tico y juega con las expectativas de las personas. Los r谷ditos parecen m芍s f芍ciles desde el antagonismo cerrado que desde la colaboraci車n, y el chantaje pol赤tico con las necesidades de las personas muestra su peor rostro. Pero esta es un arma de doble filo: nuestro sistema representativo est芍 pagando los costos del clientelismo pol赤tico (yo te apoyo si me das algo a cambio, y te pego si no lo consigo) y la credibilidad del servicio p迆blico se desviste de descr谷dito.
Estas son l車gicas que debemos superar. Temas como las pensiones no son preocupaciones de una sola generaci車n 每los mayores每, y tampoco se resuelven en el debate entre izquierdas y derechas; representan una necesidad transversal de millones de hombres y mujeres que, a迆n despu谷s de trabajar toda una vida, enfrentan la incertidumbre de la precariedad. No se trata de un programa de Gobierno ni de veredas opuestas. Se trata de que podamos, a trav谷s del quehacer pol赤tico, dar respuesta a las necesidades de quienes hoy parecen no estar representados en el debate de las 谷lites, y demostrar que el prop車sito de la acci車n pol赤tica est芍 alineado con las expectativas, las necesidades y la vida cotidiana de chilenas y chilenos.
Hoy, que la encuesta Casen nos muestra cifras m芍s favorables y que las perspectivas econ車micas dan indicios de mejor赤a, hay razones para la esperanza si, desde el quehacer p迆blico, somos capaces de trascender a lo inmediato, abandonamos el di芍logo de trincheras y ponemos el acento en las personas y sus prioridades. Un pacto fiscal debiese ser una ejemplar demostraci車n de esa capacidad para dibujar el camino hacia un Estado m芍s moderno, m芍s confiable y que financie de manera sostenible mejores pensiones, salas cunas, mayor seguridad y una salud p迆blica m芍s oportuna.