La discreta madurez de la ciudadan¨ªa
?Por qu¨¦ nos cuesta cambiar? Cambiar siempre cuesta. Una pregunta muy humana es por qu¨¦ no podemos hacerlo cuando conscientemente lo buscamos
?Por qu¨¦ nos cuesta cambiar? Es el t¨ªtulo del PNUD 2024 (Informe sobre Desarrollo Humano en Chile). Nos cueste o no, ¡ªtal como se?ala esta investigaci¨®n¡ª el pa¨ªs no ha hecho m¨¢s que cambiar en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas. El mundo cambia pese a nosotros, y suelen ser quienes carecen de influencia sobre ellos los que menos se preguntan si les cuesta o no; por necesidad se preserva un sentido pr¨¢ctico para continuar con la vida. Algo as¨ª como la secuencia de la casa en el precipicio de La Quimera de Oro de Chaplin, en la que son las labores dom¨¦sticas de un hombre las que dan equilibrio a una casa siempre a punto de caer. Es proeza de funambulista, no de h¨¦roe: el h¨¦roe act¨²a contraviniendo la realidad, el funambulista domina el acto bajo condiciones de realidad radical.
Lo que la ciudadan¨ªa espera ¡ªhace a?os como indica el informe¡ª son cambios programados, cambios para afirmar la casa. Pese a que expertos y no pocos pol¨ªticos coinciden en esta expectativa, ir¨®nicamente, las discusiones para lograrlo no solo se han visto empantanadas, sino que a los funambulistas se les han pedido gestos de h¨¦roe: paciencia infinita y hasta levantarse m¨¢s temprano; otros han proclamado el fin del mundo en el cual muchos crecieron, aprendieron y amaron, y notificaron que sus costumbres, incluso la forma de hablar, ser¨ªa otra.
?Por qu¨¦ nos cuesta cambiar? Cambiar siempre cuesta. Una pregunta muy humana es por qu¨¦ no podemos hacerlo cuando conscientemente lo buscamos. Este es el primer informe tras acontecimientos cr¨ªticos, cuyas actitudes mentales asociadas merecen ser pensadas a prop¨®sito de la capacidad para cambiar: el voluntarismo extremo en el estallido social, la dependencia extrema a las condiciones de existencia en la pandemia, y por ¨²ltimo, la necesidad extrema de construir acuerdos para articular voluntad y dependencia en los dos intentos por cambiar la Constituci¨®n. Estas experiencias e intentos fallidos revelan lo que somos: crear soluciones de compromiso, es decir, negociar para alcanzar una meta com¨²n no es algo dado, menos f¨¢cil. El ser humano es capaz de ir contra s¨ª mismo y perder con tal de que no gane el adversario. Pasa en la vida individual y la historia revela, tr¨¢gicamente, que ocurre tambi¨¦n en la vida de los pueblos.
El informe encuentra dos factores que podr¨ªan explicar lo que parece un autoboicot. El primero, son las relaciones disfuncionales entre la ¨¦lite, los movimientos sociales y la ciudadan¨ªa. Como toda relaci¨®n disfuncional, se trata de gente que debe vincularse pero priman las intrigas, el maltrato, lealtades torcidas y paranoias cruzadas. La investigaci¨®n indica que la ciudadan¨ªa desconf¨ªa de la ¨¦lite. No hay nada demasiado novedoso en ello, salvo el ¨¦nfasis que pone el informe en la ¡®villanizaci¨®n¡¯: personificar el mal en alguien, alguien que est¨¢ de turno. Narrativa que se acrecienta con la repolitizaci¨®n que emerge a partir de fines de la primera d¨¦cada de los 2000, y que se ha traducido en los ¨²ltimos a?os en el uso del castigo pol¨ªtico. Arma de doble filo.
Por su parte la ¨¦lite tambi¨¦n desconf¨ªa de la ciudadan¨ªa. La ¨¦lite econ¨®mica, de acuerdo con los datos, es la que m¨¢s desconf¨ªa, siente que la ciudadan¨ªa quiere soluciones r¨¢pidas. Son los que m¨¢s rechazan los cambios y anhelan un retorno a una situaci¨®n previa. Mientras que la ¨¦lite social moraliza, considera que la ciudadan¨ªa es individualista y que no quiere asumir los costos de los cambios que pide. Por un lado una ¨¦lite rechaza los cambios, y otra, rechaza a quienes dice buscar beneficiar. Christopher Lasch hace ya algunas d¨¦cadas planteaba que las actitudes mentales atribuidas a la masa ¡ªirresponsabilidad, resentimiento, desprecio a los l¨ªmites y a todo lo que no sea ella misma, ¡°falta de romanticismo hacia las mujeres¡± (habr¨ªa que pensar un art¨ªculo completo sobre este punto)¡ª comienzan a ser propias de la ¨¦lite. Vio que la concentraci¨®n econ¨®mica por un lado, y la abstracci¨®n no solo de los bienes financieros sino tambi¨¦n de las ideas, ir¨ªan llevando a las ¨¦lites a distanciarse cada vez de la vida concreta, sus dilemas, tambi¨¦n de su imaginaci¨®n e inteligencia pr¨¢ctica. (La imagen de la ciudad vac¨ªa en pandemia, sostenida por cuerpos en motos repartiendo bienes, es reveladora de lo que hoy significa la vida moderna y qu¨¦ significa cuerpo).
El segundo factor que obstaculiza los cambios seg¨²n el informe, son la preeminencia de l¨®gicas inhibidoras del cambio. Revanchismo pol¨ªtico, el uso del veto como mecanismo de obstrucci¨®n institucional, polarizaci¨®n del debate; factores que se retroalimentan con el deterioro del tejido social: la desconfianza en el otro y en las organizaciones lleg¨® a m¨ªnimos hist¨®ricos.
Todo indica que pasamos de tiempos en que si bien los indicadores marcaban crecimiento, las energ¨ªas pol¨ªticas se estancaron sin reconocer que eso tambi¨¦n era una causa de malestar; a tiempos de una hiperpolitizaci¨®n que ha costado reconocer tambi¨¦n como causa de malestar. Sobre todo cuando se confunde pol¨ªtica con lo social, y se invaden todos los espacios, cunden las categor¨ªas, el habla se vuelve militante, y se roba la soledad positiva que los seres humanos requerimos para que nazcan mundos entre las personas, mundos no escritos por etiquetas dadas por la ideolog¨ªa (y la tonter¨ªa). Esa inteligencia social, que es otra forma de pol¨ªtica, se ve desgastada en el exceso de protocolos, abogados y mafias virtuales. La hiperpolitizaci¨®n, parad¨®jicamente, provoca desafecci¨®n, porque empuja a despreciar el conocimiento de uno mismo: desarraiga de la propia fe.
La ciudadan¨ªa parece estar exhausta, pero sigue anhelando lo mismo, protecci¨®n social. Si hoy prima la demanda por seguridad es porque es la primera condici¨®n de protecci¨®n. Otro dato es que a la ciudadan¨ªa parece no hacerle sentido las ofertas ideol¨®gicas puras, los sue?os para el pa¨ªs parecen ser m¨¢s pragm¨¢ticos y diversos. Suena tan obvio, lo sintom¨¢tico es no lograr tomar esto pese a verlo. Es posible que en un mundo que tiende a homogenizarse, los pol¨ªticos, como otros, busquen diferenciarse a trav¨¦s de exageraciones e hip¨¦rboles. ¡°Otras rutas: Dirige una naci¨®n de la forma que cocinar¨ªas un pez peque?o, no exageres¡±, dec¨ªa en una muestra del artista Abraham Cruzvillegas.
La vida pol¨ªtica no significa may¨²sculas, signos de exclamaci¨®n, ni h¨¦roes.
La ciudadan¨ªa espera cambios, los espera en forma gradual, con pol¨ªtica, cuidando el material que permite la vida juntos: a¨²n se valora por sobre todo la democracia. Y contradiciendo casi todas las emociones pol¨ªticas recabadas, el informe indica que las personas siguen esperando un proyecto de pa¨ªs. Este estudio recoge un mensaje sobre una reserva de sensatez que es una oportunidad. Pero advierte que conviene reconocer la asimetr¨ªa en el poder y la capacidad de ciertos grupos de obstruir los cambios, mejorar el debate p¨²blico (los medios deben asumir su responsabilidad, por ejemplo, subir extractos de entrevistas con el fin de escandalizar; construir formatos que acent¨²an la agresi¨®n; pedir opiniones incendiarias, dar a opinar a todos acerca de todo); los movimientos sociales deber¨ªan poder negociar con la institucionalidad. Tambi¨¦n sugiere promover el crecimiento econ¨®mico para aumentar la capacidad de financiar proyectos sociales, promover acuerdos pragm¨¢ticos y evitar la polarizaci¨®n. De alg¨²n modo, hacer que la democracia tenga resultados. Como vemos, no hacerlo, amenaza su existencia.
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