El derrumbe final de las elecciones primarias en Chile
Este paup¨¦rrimo desempe?o se explica por una simple raz¨®n: cuando las primarias son voluntarias, los candidatos solo les hablan a sus nichos (electorales, ideol¨®gicos, identitarios), quedando muy lejos de lo que en ciencia pol¨ªtica conocemos como el votante medio
Tras las elecciones regionales y municipales de este fin de semana que acaba de concluir, se abre la temporada de an¨¢lisis e interpretaciones de los resultados. De estas batallas anal¨ªticas surgir¨¢ alg¨²n tipo de relato de quien gan¨® y quien perdi¨®, tal vez una representaci¨®n dominante. En lo personal, me parece dif¨ªcil sostener algo distinto a la restauraci¨®n de un equilibrio general entre partidos que se extravi¨® en 2021, lo que nos habla de la cantidad de cosas irreales que ocurrieron en esa an¨®mala elecci¨®n local y de convencionales, lo que dio lugar a todo tipo de sobre-interpretaciones. Recordemos que esa elecci¨®n local y de convencionales elegidos para redactar una nueva Constituci¨®n se sit¨²a en la prolongaci¨®n de lo que fue el estallido social de octubre de 2019. Para ser completos con lo que fueron los resultados de las elecciones de este fin de semana, es importante tomar nota de la consolidaci¨®n de los independientes, tanto de partidos como fuera de ellos (y contra ellos), alcanzando ¨¦xitos a veces sorprendentes. No es posible soslayar la considerable participaci¨®n electoral gracias al voto obligatorio con sanci¨®n econ¨®mica que fue introducido hace un par de a?os, as¨ª como su efecto perverso: la inquietante masa de votos nulos y blancos, especialmente cuando las papeletas conten¨ªan decenas de candidatos (lo que fue el caso para consejeros regionales y concejales). Finalmente, ya es hora de tomar en serio los efectos de la acumulaci¨®n incesante de elecciones desde 2020 hasta hoy, incluso dos o m¨¢s veces dentro de un mismo a?o: si las elecciones pueden provocar pasiones en los partidos, su acumulaci¨®n en cortos periodos de tiempo puede producir estragos en las personas comunes y corrientes (aburrimiento y hasta hast¨ªo).
Sin embargo, hay un aspecto en el que vale la pena detenerse, el que opera como agravante de lo que hemos presenciado.
En el mes de junio de este a?o, el Estado organiz¨® a trav¨¦s del Servicio Electoral (SERVEL) poco m¨¢s de 60 elecciones primarias de alcaldes. En esa campa?a, los partidos hicieron gala de sus identidades, haciendo como si esas identidades tocaban la fibra m¨¢s profunda de las chilenas y chilenos: ?c¨®mo no recordar que tan solo un pu?ado del electorado vot¨®?
Pues bien, de los 65 triunfadores en esas primarias, tan solo 16 ganaron la elecci¨®n municipal. Para hacerse una idea de la inanici¨®n de estas primarias, voy a colocar dos ejemplos pol¨ªticamente equilibrados: de los 6 triunfadores de Renovaci¨®n Nacional, solo uno venci¨® en la elecci¨®n definitiva, mientras que de los 5 triunfadores comunistas, todos perdieron este fin de semana. Aunque de modo algo menos exagerado, la situaci¨®n no es muy distinta para el resto de los partidos (de los 11 vencedores socialistas, tan solo dos fueron electos como alcaldes, de los 5 frenteamplistas dos se transformaron en ediles): el ¨²nico contraste lo proporciona el partido de centroderecha Evopoli, cuyos tres triunfadores en primarias confirmaron su victoria en las elecciones municipales. Lo que hace de estas primarias un evento de selecci¨®n de candidatos aun m¨¢s extra?o es que los partidos permitieron que candidatos independientes identificados con alguna coalici¨®n o partido pudiesen participar. El resultado est¨¢ a la vista: son muchos los independientes que se impusieron en primarias derrotando a candidatos de partidos, para inclinarse ante candidatos que no pasaron por el filtro de este procedimiento aparentemente democr¨¢tico. De este modo, el fen¨®meno de los independientes no solo aumenta en volumen, sino que se expande incluso con ocasi¨®n de elecciones primarias de partidos.
Este paup¨¦rrimo desempe?o se explica por una simple raz¨®n: cuando las primarias son voluntarias, los candidatos solo les hablan a sus nichos (electorales, ideol¨®gicos, identitarios), quedando muy lejos de lo que en ciencia pol¨ªtica conocemos como el votante medio. Puede entonces entenderse la enorme inelectividad de quienes triunfan en primarias, y el irracional costo econ¨®mico en el que incurre el Estado.
Si alguna legitimidad relevante del resultado queremos atribuir a las elecciones primarias, entonces estas deber¨ªan ser obligatorias. De lo contrario, seguiremos presenciando elecciones primarias que m¨¢s se parecen a decisiones tribales con alg¨²n tipo de participaci¨®n de miembros de la tribu, que a un evento nacional y popular en donde de pueblo hay poco, y patriotas nada.