Lecciones de amor y vida de dos cochinos
La obra de Matt Whyman 'El ingenio de los cerdos' desmonta mitos y relata su experiencia afectiva con dos animales
El d¨ªa que transform¨® la vida de la familia de Matt Whyman (Reino Unido, 51 a?os) lleg¨® hace diez a?os, cuando buscaron una soluci¨®n para ahuyentar a los zorros de su peque?a granja. En vez de ¡°un cocodrilo, un estanque de pira?as o un toro sulfurado¡±, seg¨²n cuenta el novelista brit¨¢nico, eligieron a los cerdos. Pero no cualquier tipo de cerdo, sino unos peque?os que costaban hasta 20 veces m¨¢s caros que unos tradicionales y que cab¨ªan en un bolsillo. De hecho, Roxi y Butch, dos cerdos inseparables, llegaron en una cesta para...
El d¨ªa que transform¨® la vida de la familia de Matt Whyman (Reino Unido, 51 a?os) lleg¨® hace diez a?os, cuando buscaron una soluci¨®n para ahuyentar a los zorros de su peque?a granja. En vez de ¡°un cocodrilo, un estanque de pira?as o un toro sulfurado¡±, seg¨²n cuenta el novelista brit¨¢nico, eligieron a los cerdos. Pero no cualquier tipo de cerdo, sino unos peque?os que costaban hasta 20 veces m¨¢s caros que unos tradicionales y que cab¨ªan en un bolsillo. De hecho, Roxi y Butch, dos cerdos inseparables, llegaron en una cesta para gatos. Los nuevos propietarios tuvieron muchas sorpresas en los d¨ªas que siguieron. La primera fue que esos animales no resultaron ser lo que pensaban: crecieron hasta medir casi dos metros de largo y convertir el jard¨ªn en un campo de batalla.
Lo m¨¢s curioso de la historia es que estos animales les dieron varias lecciones de vida y, la m¨¢s importante de todas, de amor. ¡°Me encontr¨¦ con dos seres gru?ones que me miraban a los ojos con ansias por vivir y una determinaci¨®n pura (...). Tambi¨¦n fue una experiencia afectiva. Est¨¢bamos juntos en esto, hombre y cerdo¡±, escribe Whyman en las primeras p¨¢ginas de su nueva obra El ingenio de los cerdos (Ariel, 2020). En ellas, detalla con mucho humor la relaci¨®n que tuvo, junto a su mujer y a sus cuatro hijos, con estos animales, ¡°las voces cantantes¡± que dominaron su gallinero a lo largo de tres a?os.
La gente tiene que abrir los ojos. Todas las criaturas tienen una vida secreta y un complejo sistema emocional
A Whyman nunca le dejaron tener un animal en casa durante su infancia porque era ¡°demasiada responsabilidad¡±, dec¨ªan sus padres. Los cerdos lo confirmaron. ¡°Quiz¨¢s eso fue demasiado. No ten¨ªamos conocimiento suficiente. Eso s¨ª que era una responsabilidad real. Fue extenuante¡±, comenta el autor. Pese a la dificultad y al desaf¨ªo que supuso criarlos, el hombre no se arrepiente de nada y se dio cuenta de que los cerdos eran ¡°tan humanos como nosotros¡±, que ten¨ªan reacciones parecidas y le sorprend¨ªan cada d¨ªa. "Son inteligentes, obstinados, sensibles y se ilusionan¡±, asegura el autor por videollamada. Estas caracter¨ªsticas y la experiencia que le marc¨® de por vida le motivaron a escribir: ¡°Quise cambiar la visi¨®n que tenemos de ellos y demostrar que no son esos animales est¨²pidos y sucios a los que nadie presta atenci¨®n. La gente tiene que abrir los ojos. Todas las criaturas tienen una vida secreta y un complejo sistema emocional¡±.
V¨ªnculo, duelo y culpabilidad
¡°Si pasas mucho tiempo con cualquier cerdo, ver¨¢s que su personalidad va tomando forma y es tan compleja como la nuestra¡±, escribe Whyman. ?Cu¨¢ndo se dio cuenta realmente? Un d¨ªa se despert¨® y los cerdos ya no estaban. Roxi, la m¨¢s bruta, pero astuta, hab¨ªa conseguido abrir la valla. La familia los busc¨® por el vecindario hasta que llegaron al pie de un manzano. Los dos animales estaban ah¨ª, como delincuentes, tras haber devorado toda la fruta y destrozado los alrededores. ¡°Estaban completamente ebrios¡±, asegura Whyman con una carcajada hablando como si se tratase de unos amigos. ¡°Eran conscientes de que hab¨ªan hecho algo mal¡±, relata. Al d¨ªa siguiente, los dos cerdos estaban acurrucados y, en palabras del autor, ¡°ten¨ªan resaca¡±. El novelista est¨¢ convencido de que percibi¨® en esas dos miradas un sentimiento de culpabilidad.
Los cerdos tambi¨¦n lloran. Wendy, un personaje de esta autobiograf¨ªa que tiene unos 50 cerdos, cont¨® a Whyman que uno de ellos nunca acept¨® la muerte de otro: ¡°Poddy no hac¨ªa m¨¢s que gimotear y no quer¨ªa salir. Cuando lo hizo, empez¨® a deambular por el jard¨ªn, volvi¨® a entrar y se puso a lloriquear otra vez, y as¨ª una y otra vez¡±. Para los cerdos no hay nada m¨¢s importante que la familia y no pueden vivir solos. ¡°Necesitan estar pegados a otro cuerpo¡±, asevera Whyman. Por otro lado, estos animales son muy comunicativos. ¡°Establecen una compleja red social basada en sonidos para estrechar un v¨ªnculo con el criador y los otros miembros de la granja¡±, explica el autor.
Memoria y astucia para comer
Nada m¨¢s empezar la lectura, el relato rompe con los prejuicios y recuerda que los cerdos no son unos cochinos, sino una especie muy limpia que sit¨²a su retrete lo m¨¢s lejos posible del lugar donde duerme. Asociados muy a menudo a una especie est¨²pida, el autor se apresura en decir lo contrario, en resaltar su habilidad para aprender.
Un profesor llamado Mendl le ense?¨® la historia del animal y le habl¨® de su comportamiento cognitivo. De nuevo, los cerdos se compararon a los humanos. En un momento, el profesor explica que no le tiene que prestar atenci¨®n a los gritos de su animal cuando reclama comida o atenci¨®n, pero s¨ª poner sus propias normas, como lo har¨ªa con un ni?o: ¡°Lo m¨¢s probable es que tu cerda estuviera chillando para expresar hambre, pero si est¨¢s premiando esa conducta, ellos lo aprender¨¢n. Si fuera un ni?o, no le har¨ªas caso¡±.
Con tal de comer y satisfacer sus necesidades, el cerdo es capaz de cualquier cosa y, sobre todo, de memorizar. Una de las an¨¦cdotas del profesor que m¨¢s fascin¨® a Whyman fue lo que ocurri¨® cuando soltaron a un cerdo en un laberinto. La primera vez, el animal tard¨® un tiempo en encontrar la comida, pero a la segunda, fue sin dudar hacia ella. Luego, metieron a un segundo cerdo que entendi¨® que ten¨ªa que seguir al otro para hallar su almuerzo. Insatisfecho de que le robasen su parte, el primero hizo trampa. Llev¨® al segundo cerdo del otro lado del laberinto, lo desubic¨® y volvi¨® a toda prisa a comerse toda la raci¨®n mientras que el otro andaba desorientado.
Estos son tan solo algunos ejemplos de todas las cualidades graciosas y curiosas de los cerdos. En definitiva, a lo largo de su relato, Whyman muestra la humanidad de estos animales de compa?¨ªa que le han hecho tanto la vida imposible como excepcional. ¡°Cuando aceptamos que los cerdos son animales con sentimientos, igual que nosotros, el lazo que nos une a ellos se estrecha m¨¢s¡±, escribe. La familia puso todo su empe?o y cari?o en cumplir con las necesidades de los cerdos, pero no fue suficiente. Decidieron, por lo tanto, darlos a un granjero con espacio y experiencia. Al mirar por su ventana y ver el jard¨ªn vac¨ªo y silencioso, Matt Whyman reconoce que, durante un tiempo, tuvo pesadillas y los ech¨® de menos.
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