La mutaci¨®n que cambi¨® la historia de las mandarinas
El bi¨®logo espa?ol Manuel Tal¨®n ha rastreado el origen de los c¨ªtricos en las estribaciones de los Himalayas, en busca de los grandes acontecimientos que dieron lugar a las frutas actuales
Las fruter¨ªas esconden la historia de la humanidad. Si una persona pide, por ejemplo, mandarinas, est¨¢ utilizando una palabra acu?ada por los comerciantes portugueses que se adentraron por el mar de la China Meridional en el siglo XVI. Para aquellos exploradores ib¨¦ricos, los mandarines eran los bur¨®cratas de la China imperial, formados bajo las ense?anzas de Confucio. Como vest¨ªan ropas anaranjadas, las frutas de ese color tambi¨¦n recibieron el nombre de mandarinas. Sin embargo, la historia de las mandarinas empez¨® mucho...
Las fruter¨ªas esconden la historia de la humanidad. Si una persona pide, por ejemplo, mandarinas, est¨¢ utilizando una palabra acu?ada por los comerciantes portugueses que se adentraron por el mar de la China Meridional en el siglo XVI. Para aquellos exploradores ib¨¦ricos, los mandarines eran los bur¨®cratas de la China imperial, formados bajo las ense?anzas de Confucio. Como vest¨ªan ropas anaranjadas, las frutas de ese color tambi¨¦n recibieron el nombre de mandarinas. Sin embargo, la historia de las mandarinas empez¨® mucho antes, seg¨²n relata el bi¨®logo Manuel Tal¨®n (Valencia, 64 a?os), miembro de un equipo internacional que acaba de iluminar el fascinante periplo de las mandarinas por el planeta.
El investigador describe un entorno de bosques lluviosos, habitados por el ancestro de todos los c¨ªtricos, en las estribaciones de los Himalayas, un rinc¨®n del mundo hoy compartido por China, India y Myanmar. Hace ocho millones de a?os, un enfriamiento global provoc¨® el desplazamiento de aquellas especies remotas. Los ancestros del lim¨®n avanzaron hacia el oeste y sus descendientes acabaron llegando a lo que hoy es Espa?a tras la conquista musulmana de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica. Los que migraron hacia el este son los ancestros de las mandarinas, se?ala Tal¨®n, director del Centro de Gen¨®mica del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias, en Moncada (Valencia). En las monta?as de Nanling, en el actual sur de China, aquellas protomandarinas, todav¨ªa incomestibles, comenzaron a diversificarse.
Los c¨ªtricos ¡°son muy promiscuos¡±, explica el bi¨®logo Manuel Tal¨®n
El nuevo estudio ha analizado los genomas de 69 variedades de c¨ªtricos y ha descubierto el origen de un acontecimiento que, a su manera, cambi¨® el curso de la humanidad. En muchos c¨ªtricos silvestres, el polen de una planta padre, su esperma, viaja con abejas hasta la flor de la planta madre. El resultado es una semilla que dar¨¢ lugar a una nueva planta, con la mitad de sus genes de un progenitor y la mitad del otro. Hace 1,6 millones de a?os, sin embargo, en aquellas mandarinas de las monta?as de Nanling surgi¨® de manera natural, por una extra?a mutaci¨®n, el gen de la apomixis, un comportamiento por el cual las semillas solo desarrollan copias de la madre. ¡°En el ser humano ser¨ªa como si surgiera un embri¨®n de algunas c¨¦lulas de la piel de la madre. Ser¨ªa un clon de la madre¡±, apunta Tal¨®n.
Los c¨ªtricos ¡°son muy promiscuos¡±, prosigue el bi¨®logo. Hace tres a?os, su equipo public¨® en la revista Nature el ¨¢rbol geneal¨®gico de los c¨ªtricos desde su origen hace ocho millones de a?os. Los investigadores revelaron otro evento fundamental: hace unos 4.000 a?os, posiblemente en las orillas del r¨ªo Yangts¨¦, un ¨¢rbol de pummelo [la especie madre del pomelo] poliniz¨® un ¨¢rbol de mandarinas ancestrales, dando lugar a variedades comestibles de mandarina. ¡°Se redujo la acidez, aument¨® la cantidad de az¨²car y se increment¨® el tama?o, porque las mandarinas ancestrales eran un poquito m¨¢s grandes que las aceitunas¡±, detalla Tal¨®n.
La apomixis, afirma el bi¨®logo, fue ¡°un sue?o¡± para los primeros agricultores, que fueron capaces de perpetuar sus ¨¢rboles favoritos generando copias perfectas, sin arriesgarse a la loter¨ªa de la mezcla gen¨¦tica con un padre. En el mundo hay m¨¢s de nueve millones de hect¨¢reas plantadas con c¨ªtricos, una superficie similar a la de Portugal. Y todas las especies comestibles ¡ªcomo las mandarinas, las naranjas, los pomelos y los limones¡ª recurren a la apomixis, una caracter¨ªstica excepcional en el reino vegetal, gracias a aquella mutaci¨®n hace 1,6 millones de a?os, que pas¨® de especie a especie, favorecida mucho tiempo despu¨¦s por los primeros agricultores. ¡°Los c¨ªtricos son un matriarcado extremo¡±, bromea el investigador.
El ¨¢rbol geneal¨®gico de los c¨ªtricos muestra una aut¨¦ntica org¨ªa entre especies. La naranja dulce es hija de un pummelo y de una mandarina. El lim¨®n es el resultado de una madre naranja amarga y de un padre cidra, un fruto arom¨¢tico empleado en la medicina medieval. ¡°Un c¨ªtrico comestible es un mosaico gen¨¦tico, una mezcla de caracter¨ªsticas seleccionadas durante milenios y reunidas gracias a la apomixis¡±, sentencia Tal¨®n.
El nuevo an¨¢lisis, publicado este lunes en la revista especializada Nature Communications, ha revelado la existencia en las islas Nansei (Jap¨®n) de una nueva especie de mandarinas silvestres, bautizada Citrus ryukyuensis. Sus ancestros habr¨ªan llegado al archipi¨¦lago hace unos cinco millones de a?os, procedentes de las monta?as chinas de Nanling, cuna de todas las mandarinas.
El bi¨®logo Manuel Tal¨®n ha trabajado con un equipo de siete cient¨ªficos japoneses y estadounidenses, incluido Fred Gmitter, de la Universidad de Florida. La peor plaga de los c¨ªtricos, el Huanglongbing o Drag¨®n Amarillo, provocada por una bacteria de origen asi¨¢tico, ha arrasado los ¨¢rboles de Florida. La producci¨®n de naranjas para zumo en EE UU se desplom¨® un 72% entre 2008 y 2018. El grupo de Gmitter cree que en la Citrus ryukyuensis podr¨ªa encontrarse el secreto para crear c¨ªtricos resistentes al letal Huanglongbing.
Tal¨®n recuerda el resto de la historia. Las naranjas que llevaron los musulmanes a al-?ndalus en los siglos IX y X eran amargas, como las que hay hoy por las calles de Sevilla. ¡°En los siglos XV y XVI llegaron las naranjas dulces, ya comestibles, probablemente en los barcos de los portugueses¡±, a?ade el bi¨®logo. En 1805, por fin, el horticultor brit¨¢nico Abraham Hume introdujo en Europa las mandarinas, procedentes de la ciudad china de Cant¨®n, tras un viaje que hab¨ªa empezado ocho millones de a?os antes.
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