Juegos de piedra, papel o tijera: lo que las lagartijas nos ense?an de la evoluci¨®n
El estudio de estos reptiles est¨¢ siendo clave para entender el altruismo y las din¨¢micas poblacionales
?Por qu¨¦ una lagartija hace flexiones en lo alto de una roca? Este fue uno de los comportamientos que primero llam¨® la atenci¨®n de Barry Sinervo, un profesor de ecolog¨ªa y biolog¨ªa evolutiva de la Universidad de California en Santa Cruz.
Cada primavera, ¨¦l y su equipo se recorr¨ªan las colinas pr¨®ximas a Los Ba?os. Iban armados con ca?as de pescar, pero no buscaban peces. Entre los afloramientos rocosos y las herb¨¢ceas, all¨ª viv¨ªa una densa poblaci¨®n de lagartijas de manchas laterales (Uta stansburiana), y Sinervo hab¨ªa dominado el arte de su captura. Pod¨ªa llegar a atrapar m¨¢s de 100 individuos al d¨ªa y no era rival para ninguno de los estudiantes a los que retaba cada vez que sal¨ªan al campo. Por supuesto, todas las lagartijas eran liberadas tras su estudio en el laboratorio.
Tras varios a?os de trabajo en Los Ba?os, Sinervo describi¨® la din¨¢mica social y evolutiva de las lagartijas de manchas laterales. Resulta que son una ¨²nica especie, pero los machos lucen tres colores diferentes en sus gargantas. Unos la tienen naranja, otros, amarilla y otros, azul. Lo m¨¢s curioso es que, dependiendo del color, tienen un truco diferente para conseguir reproducirse.
Los naranjas son los matones. M¨¢s grandes y fuertes que el resto, establecen territorios con muchas hembras, que defienden agresivamente. Como en el caso de otros vertebrados, esta agresividad est¨¢ ligada a unos mayores niveles de testosterona.
Los amarillos son los escurridizos. En vez de establecer territorios, se cuelan a escondidas en los territorios de los dem¨¢s e intentan reproducirse con alguna hembra desatendida. Parte de su ¨¦xito reside en parecerse a ellas. Puesto que las hembras receptivas tambi¨¦n tienen la garganta amarilla, pueden pasar desapercibidos f¨¢cilmente.
Los azules son los tipos buenos. Establecen territorios peque?os y son mon¨®gamos, por lo que pueden poner toda su atenci¨®n en vigilar una sola hembra. Estos individuos cooperan para defenderse ante machos de otros colores. Incluso avisan a sus vecinos azules de que hay intrusos cerca haciendo flexiones sobre una roca.
Bas¨¢ndonos en la idea de que en la naturaleza vence el mejor adaptado, podr¨ªamos pensar que, con el tiempo, una de las estrategias funcionar¨ªa mejor y un color predominar¨ªa sobre el resto. Pero con los lagartos de Los Ba?os esto no ocurre, puesto que, seg¨²n Sinervo, sus poblaciones llevan millones de a?os jugando al juego de piedra papel o tijera.
El juego funciona as¨ª: los naranjas ganan a los azules. Con su agresividad, consiguen derrotar a cada uno y usurparle el territorio junto con su hembra. Sin embargo, al tener territorios tan grandes, no consiguen vigilar bien a todas sus hembras y son vencidos por los amarillos, que se cuelan sin problemas. A su vez, los azules ganan a los amarillos, que no tienen nada que hacer ante un tipo de una sola hembra.
Por tanto, el ¨¦xito de cada estrategia depende de la frecuencia de las dem¨¢s. Cuando los azules son los m¨¢s numerosos, los naranjas empiezan a tener m¨¢s ¨¦xito y les usurpan el trono. Pero entonces le toca el turno de crecer a los amarillos, puesto que su estrategia se ve favorecida en un mundo de naranjas. Cuando los amarillos son mayor¨ªa, los azules con su territorio bien defendido y su hembra bien asegurada, empiezan a proliferar. As¨ª, la frecuencia de los tres colores va oscilando en un baile eterno.
Las hembras tambi¨¦n tienen su papel. Suelen dar preferencia al color menos abundante, porque es el que va a ir teniendo m¨¢s ¨¦xito en las generaciones futuras y, por tanto, sus cr¨ªas tendr¨¢n m¨¢s probabilidades de reproducirse. Es como apostar al caballo ganador, pero con previsi¨®n de futuro. De esta forma tambi¨¦n se contribuye que un color sea superado por otro.
En 1996, Sinervo public¨® este descubrimiento en la revista Nature y pas¨® a convertirse en su art¨ªculo m¨¢s famoso, pues era la primera vez que se encontraba en la naturaleza un ejemplo de la din¨¢mica ¡°piedra, papel o tijera¡±. Desde entonces, se han ido descubriendo relaciones similares en m¨¢s especies.
Por ejemplo, un equipo del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y del Instituto Pirenaico de Ecolog¨ªa de Jaca, demostr¨® en un estudio de 2014 que en los Pirineos tambi¨¦n hay una lagartija (Zootoca viv¨ªpara) jugando a piedra, papel o tijera. En este caso, los machos se diferencian por el color del vientre: amarillo, naranja o blanco. Al igual que ocurre con las lagartijas de manchas laterales, cada color tiene una estrategia vital diferente en la que pierden contra un tipo y ganan contra otro.
Pero volvamos a las lagartijas de Sinervo, porque a¨²n tra¨ªan m¨¢s noticias importantes para la biolog¨ªa evolutiva. Como ya se ha comentado, las lagartijas con la garganta azul cooperan para defender su territorio. Esta especie solo vive una generaci¨®n, de modo que, si no tiene descendencia durante la estaci¨®n reproductiva, ya no la tiene nunca. A pesar de ello, hay lagartijas azules que se ponen en peligro para ayudar a las dem¨¢s haciendo flexiones a plena luz del d¨ªa. Adem¨¢s, cuando hay muchos naranjas, algunos azules est¨¢n demasiado ocupados defendiendo a sus compa?eros y no llegan a reproducirse. Estamos hablando de altruismo, de renunciar a la propia reproducci¨®n para ayudar a los dem¨¢s. Pero, ?c¨®mo es posible que la evoluci¨®n permita un comportamiento as¨ª?
Richard Dawkins, en su cl¨¢sico libro El gen ego¨ªsta de 1976, predijo el comportamiento altruista de estas lagartijas, salvo que en vez de ser una garganta era una barba y en vez de ser azul era verde. Seg¨²n este autor, lo importante en la evoluci¨®n no son los organismos, sino la supervivencia del gen m¨¢s apto. Por tanto, el gen del altruismo sobrevive al ayudar a otro organismo con ese mismo gen, aunque algunos de los organismos en los que se encuentra no se reproduzca.
Sin embargo, para que esto pueda ocurrir, es necesario que los individuos portadores del gen altruista tengan rasgos, como una barba verde, o una mancha azul, que funcionen como etiquetas de reconocimiento. Esto es lo que Dawkins denomin¨® el Efecto Altruista de la Barba Verde. Las lagartijas macho de garganta azul fueron uno de los primeros descubrimientos que respaldaron las ideas de Dawkins.
Barry Sinervo sigui¨® atrapando lagartijas en Los Ba?os y llev¨¢ndoselas a su laboratorio durante el resto de su carrera profesional. Preocupado por el dr¨¢stico descenso que observaba en las poblaciones de lagartijas, decidi¨® dedicar sus ¨²ltimos a?os a investigar las consecuencias del cambio clim¨¢tico en estos animales. Las lagartijas son ectotermas, dependen de la temperatura ambiente y eso las hace especialmente vulnerables al calentamiento global.
Como cuenta en una charla TED, para ¨¦l fue como un pu?etazo en el est¨®mago enterarse de que la lagartija escamosa de occidente, con la que hab¨ªa hecho su tesis doctoral en 1984 ya se hab¨ªa extinguido. ¡°Esto es simplemente matem¨¢tica b¨¢sica, las temperaturas est¨¢n subiendo, los lagartos se extinguen¡±. En un estudio publicado en Science en 2010 Sinervo estim¨® que, si no actuamos, en 2080 ya se habr¨¢n extinguido el 20% de las lagartijas de todo el mundo.
En marzo de 2021, cuando Barry Sinervo ten¨ªa 60 a?os de edad, el c¨¢ncer decidi¨® poner fin a su vida entre lagartijas, pero pas¨® el relevo a todo un equipo con ganas de seguir adelante con su l¨ªnea de investigaci¨®n, para que podamos entender las cualidades que emergen de la evoluci¨®n y para que no cesen los juegos que lleva millones de a?os desarroll¨¢ndose entre los recovecos de las rocas.