M¨¢s renovables, pero con cabeza
Una treintena de investigadores pide en esta tribuna una planificaci¨®n energ¨¦tica estrat¨¦gica a escala nacional para reducir el impacto de los nuevos proyectos fotovoltaicos y e¨®licos
El esp¨ªritu voraz con el que los humanos hemos explotado los recursos, de manera especialmente efectiva en los ¨²ltimos dos siglos, es el principal motor de la p¨¦rdida de h¨¢bitats y del cambio clim¨¢tico global. La disminuci¨®n cr¨ªtica de biodiversidad causada por ambos procesos ya est¨¢ produciendo desajustes de largo recorrido en todo el planeta, entre ellos los que aumentan el riesgo de aparici¨®n de pandemias como la que estamos sufriendo...
El esp¨ªritu voraz con el que los humanos hemos explotado los recursos, de manera especialmente efectiva en los ¨²ltimos dos siglos, es el principal motor de la p¨¦rdida de h¨¢bitats y del cambio clim¨¢tico global. La disminuci¨®n cr¨ªtica de biodiversidad causada por ambos procesos ya est¨¢ produciendo desajustes de largo recorrido en todo el planeta, entre ellos los que aumentan el riesgo de aparici¨®n de pandemias como la que estamos sufriendo en estos tiempos. Sin embargo, m¨¢s all¨¢ de la salida de esta emergencia sanitaria, se vislumbran tiempos complicados a medio plazo. La crisis energ¨¦tica debida a la disponibilidad cada vez menor de los principales combustibles utilizados hasta la fecha, y la consecuente necesidad de cambiar de modelo de generaci¨®n de energ¨ªa, debe ser entendida como una oportunidad. La sociedad ha comprendido la urgencia de este cambio, y la predisposici¨®n hacia las energ¨ªas renovables es patente y extendida en las sociedades modernas. Seg¨²n el ¨²ltimo Eurobar¨®metro, los espa?oles consideramos que el desarrollo de energ¨ªas renovables deber¨ªa ser la m¨¢xima prioridad del Pacto Verde Europeo. Y es que ?qui¨¦n podr¨ªa estar en contra de las energ¨ªas renovables?
La implantaci¨®n y extensi¨®n de las energ¨ªas renovables es una oportunidad ¨²nica para que Espa?a alcance un futuro m¨¢s respetuoso con el medio ambiente. En ese sentido, hace ya un a?o que sali¨® a consulta p¨²blica el borrador del Plan Nacional Integrado de Energ¨ªa y Clima (PNIEC), un ambicioso proyecto del Gobierno de Espa?a que pretende alcanzar en 2030 los 89 GW instalados por las tecnolog¨ªas renovables e¨®lica y fotovoltaica. Ese a?o, cerca del 75% de la generaci¨®n el¨¦ctrica deber¨¢ provenir de renovables, alcanzando el 100% en 2050. Esto podr¨ªa colocarnos en el grupo de cabeza a nivel mundial de la generaci¨®n de energ¨ªas limpias.
Sin embargo, un plan tan ambicioso tiene tambi¨¦n su lado oscuro. Al amparo del citado borrador del PNIEC, en los ¨²ltimos meses se ha desencadenado una carrera desaforada por proponer nuevas instalaciones de energ¨ªas renovables. El propio Gobierno de Espa?a ha se?alado los riesgos asociados a un proceso especulativo en la venta de derechos de conexi¨®n en el mercado secundario, tratando de controlarlo mediante acci¨®n legislativa. Se est¨¢n adem¨¢s disparando las alarmas sobre las consecuencias de repetir un sistema de concentraci¨®n de la generaci¨®n de la energ¨ªa en oligopolios. El n¨²mero de solicitudes de conexi¨®n a la red se ha disparado y se acumulan cientos de proyectos en las mesas de las administraciones responsables. Por poner el ejemplo de las fotovoltaicas, seg¨²n los datos de Red El¨¦ctrica Espa?ola, a finales de octubre de 2020 en Andaluc¨ªa contaban con permiso de acceso a la red 22,5 GW, en la Comunidad de Madrid 16,3, en Castilla y Le¨®n 13,6, en la Comunidad Valenciana 10, en Arag¨®n 8,4, en Castilla-La Mancha 7,6 y en Extremadura 6,7 GW. En resumen, los permisos de acceso s¨®lo para fotovoltaicas superan ampliamente los objetivos del PNIEC. En diciembre de 2020 deb¨ªan presentarse los documentos que permitir¨ªan continuar los tr¨¢mites administrativos de gran parte de estas solicitudes y evitar perder los avales presentados por los promotores. Est¨¢ por ver cu¨¢nto y c¨®mo se autoriza porque, para recuperar los avales, todos estos proyectos tendr¨ªan que ser retirados por motivos ajenos a los promotores, por ejemplo por Declaraciones de Impacto Ambiental negativas. En todo caso, las administraciones p¨²blicas est¨¢n en riesgo de colapso por la acumulaci¨®n de expedientes, y tanto ellas como los interesados (incluyendo las ONG conservacionistas), se ven con enormes dificultades para dar respuesta a los inconvenientes t¨¦cnicos y alegaciones ambientales que suponen tantas y tan dispares solicitudes. La fragmentaci¨®n en peque?os proyectos es una constante, incumpliendo la ley del sector el¨¦ctrico que regula las competencias en funci¨®n de la potencia a instalar y soslayando procesos de evaluaci¨®n ambiental m¨¢s exigentes que permitan evaluar impactos acumulativos y sin¨¦rgicos, tal y como exige la legislaci¨®n. Asistimos a un secuestro de la administraci¨®n ambiental, incapaz de responder en tiempo y forma, atada a unos procesos administrativos anticuados. Pero, m¨¢s all¨¢ del proceloso tr¨¢mite administrativo, est¨¢ la profunda transformaci¨®n del territorio. Por ejemplo, cada megavatio (MW) fotovoltaico instalado supone la ocupaci¨®n de un m¨ªnimo de dos hect¨¢reas de suelo, por lo que el cumplimiento de lo previsto en el PNIEC implicar¨¢ la transformaci¨®n radical de decenas de miles de hect¨¢reas, sin contar con los impactos asociados a la distribuci¨®n de la energ¨ªa.
La mayor parte de las instalaciones se pretende ubicar en lo que gran parte de la sociedad considera zonas marginales: ¨¢reas poco productivas de llanura, terrenos agrarios de baja productividad y zonas esteparias. Estas zonas tienen en com¨²n las buenas condiciones de radiaci¨®n solar y/o intensidad del viento, el relativamente bajo precio del suelo, una baja densidad de poblaci¨®n y pocas alternativas econ¨®micas, adem¨¢s de una escasa apreciaci¨®n social. Pero se pasa por alto que muchas de estas zonas albergan valores naturales ¨²nicos que han convertido a Espa?a en el baluarte de la conservaci¨®n en Europa. Un ejemplo de ello son las comunidades de aves esteparias (avutardas, sisones, gangas, aguiluchos, alondras, etc.), que presentan en Espa?a las mejores poblaciones europeas, cuando no mundiales, y que, dicho sea de paso, contribuyen al atractivo de Espa?a como destino del pujante turismo de naturaleza. Las aves esteparias deben ser entendidas como s¨ªmbolos de la conservaci¨®n, indicadoras de un medio agrario bien conservado y emblema de la calidad ambiental de nuestro pa¨ªs. Sin embargo, tambi¨¦n son el grupo de aves cuyas poblaciones han sufrido mayor regresi¨®n en Europa en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Estos declives se han asociado a pol¨ªticas agr¨ªcolas favorecedoras de una fuerte intensificaci¨®n y de cambios marcados en los usos agrarios, aplicadas en Europa y Espa?a de forma creciente durante, al menos, los ¨²ltimos 20 a?os. Varias de estas especies se encuentran en situaci¨®n cr¨ªtica a nivel nacional y europeo y, ahora, la nueva amenaza de la implantaci¨®n indiscriminada de centros de generaci¨®n de energ¨ªa podr¨ªa afectar de modo irreversible algunos de sus ¨²ltimos enclaves. No podemos olvidar que el Pacto Verde Europeo ¡ªla hoja de ruta que marca la Uni¨®n Europea para alcanzar una econom¨ªa sostenible¡ª tiene entre sus pilares fundamentales la protecci¨®n y restauraci¨®n de la biodiversidad. Ni que Espa?a est¨¢ obligada por las directivas europeas y sus propias leyes a proteger y favorecer la recuperaci¨®n de las especies amenazadas. Pero no es s¨®lo una obligaci¨®n legal y moral: cualquiera puede entender que nuestro bienestar depende de ecosistemas sanos y de los servicios que nos brindan, algo que ninguna tecnolog¨ªa puede sustituir. Por eso debemos oponernos al dilema falaz entre combatir la p¨¦rdida de biodiversidad o el cambio clim¨¢tico, porque ambos problemas tienen la misma causa, nuestro consumo voraz de recursos naturales, y son responsabilidades ineludibles que debemos afrontar. En definitiva, la energ¨ªa limpia no puede justificar la destrucci¨®n de nuestros valores ambientales, porque sin biodiversidad tampoco hay futuro.
La necesaria y deseada transici¨®n energ¨¦tica en Espa?a no puede ser el resultado de un proceso acumulativo de proyectos fraccionados, ni debe generar cambios irreparables en nuestro territorio. El futuro PNIEC debe incluir la exigencia de una planificaci¨®n energ¨¦tica estrat¨¦gica a escala nacional, garantizar la integraci¨®n de pol¨ªticas sectoriales e incluir la consideraci¨®n de un medio ambiente bien conservado de forma transversal. Los pasos dados en este sentido son insuficientes, porque muchas de las grandes transformaciones se est¨¢n desarrollando a d¨ªa de hoy. Continuando con el ejemplo de las aves esteparias, la reciente zonificaci¨®n ambiental para proyectos de fotovoltaicas y e¨®licas del Ministerio para la Transici¨®n Ecol¨®gica y el Reto Demogr¨¢fico establece como de m¨ªnima sensibilidad la mayor¨ªa de las zonas llanas y no protegidas de Espa?a, lo que condenar¨ªa a la extinci¨®n a muchas poblaciones de estas especies. Hay m¨¢s elementos cr¨ªticos en esta transici¨®n que, en nuestra opini¨®n, deber¨ªan tener sus pilares en la eficiencia y el ahorro energ¨¦tico, tal y como marcan las directivas europeas. En esta l¨ªnea, la pol¨ªtica energ¨¦tica deber¨ªa ir dirigida a una gesti¨®n de la producci¨®n ajustada a la demanda, y no a hipot¨¦ticos mercados futuros que dan soporte a la especulaci¨®n. Adem¨¢s, los centros de generaci¨®n deber¨ªan estar situados cerca de los de consumo, promoviendo al m¨¢ximo la ocupaci¨®n de suelos y techos industriales y urbanos, y reduciendo as¨ª el impacto ambiental de las l¨ªneas de transporte de la energ¨ªa generada. No estamos solos en estas demandas: tambi¨¦n se recogen en el documento de posici¨®n sobre transici¨®n energ¨¦tica elaborado por el Comit¨¦ Cient¨ªfico de la Sociedad Espa?ola de Ornitolog¨ªa y en el Libro Blanco que publicar¨¢ en breve el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas, entre otros. Acad¨¦micos y conservacionistas comparten nuestra postura. Aunque ya vamos tarde, estamos a tiempo de corregir el rumbo y no sacrificar valores naturales ¨²nicos que tenemos la obligaci¨®n de preservar. M¨¢s renovables s¨ª, las que hagan falta, pero con cabeza.
Juan Traba (profesor titular del Departamento de Ecolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Madrid), Manuel B. Morales (profesor titular del Departamento de Ecolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Madrid), David Serrano (cient¨ªfico titular de la Estaci¨®n Biol¨®gica de Do?ana/CSIC), Francisco Valera Hern¨¢ndez (cient¨ªfico titular dela Estaci¨®n Experimental de Zonas ?ridas/CSIC), Juan Jos¨¦ Negro Balmaseda (profesor de investigaci¨®n de la Estaci¨®n Biol¨®gica de Do?ana/CSIC), Ana Ben¨ªtez L¨®pez (investigadora de la Estaci¨®n Biol¨®gica de Do?ana/CSIC), Beatriz Arroyo L¨®pez (cient¨ªfica titular del Instituto de Investigaci¨®n en Recursos Cineg¨¦ticos/CSIC-Universidad de Castilla la Mancha), Jos¨¦ Antonio H¨®dar Correa (profesor titular del Departamento de Ecolog¨ªa de la Universidad de Granada), Antoni Margalida (cient¨ªfico titular del Instituto de Investigaci¨®n en Recursos Cineg¨¦ticos/CSIC-Universidad de Castilla la Mancha), Jos¨¦ Luis Tella (profesor de Investigaci¨®n de la Estaci¨®n Biol¨®gica de Do?ana/CSIC), Santi Ma?osa (profesor titular del Departamento de Biolog¨ªa Evolutiva, Ecolog¨ªa y Ciencias Ambientales de la Universidad de Barcelona), Javier Seoane (profesor titular del Departamento de Ecolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Madrid), Mario D¨ªaz (investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales/CSIC), Gerard Bota (investigador del Centro de Ciencia y Tecnolog¨ªa Forestal de Catalu?a), Eladio L. G. de la Morena (Departamento de Ecolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Madrid), Cristian P¨¦rez-Granados (investigador Postdoctoral), Beatriz Galindo (Departamento de Ecolog¨ªa de la Universidad de Alicante), Fran?ois R. Mougeot (cient¨ªfico titular del Instituto de Investigaci¨®n en Recursos Cineg¨¦ticos/CSIC-Universidad de Castilla la Mancha), Jes¨²s Garc¨ªa Gonz¨¢lez, (cient¨ªfico titular del Instituto de Investigaci¨®n en Recursos Cineg¨¦ticos IREC), Pedro P. Olea (profesor del Departamento de Ecolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Madrid), Juan Carlos Alonso (profesor de Investigaci¨®n del Museo Nacional de Ciencias Naturales/CSIC), Elena D. Concepci¨®n (investigadora del Museo Nacional de Ciencias Naturales/CSIC), Jes¨²s Herranz Barrera (profesor del Departamento de Ecolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Madrid), Luis Miguel Bautista (cient¨ªfico titular del Museo Nacional de Ciencias Naturales/CSIC), Susana Su¨¢rez Seoane (profesora titular del Departamento de Biolog¨ªa de Organismos y Sistemas de la Universidad de Oviedo), Roc¨ªo Tarjuelo Mostajo (investigadora del Instituto de Investigaci¨®n en Recursos Cineg¨¦ticos/CSIC), Llu¨ªs Brotons Alabau (cient¨ªfico titular del InForest/CSIC-CREAF), Fabi¨¢n Casas (investigador Torres Quevedo), Carlos Palac¨ªn (investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales/CSIC), David Giralt (investigador del Centro de Ciencia y Tecnolog¨ªa Forestal de Catalu?a), Javier Vi?uela Madera (investigador cient¨ªfico del Instituto de Investigaci¨®n en Recursos Cineg¨¦ticos/CSIC-Universidad de Castilla la Mancha), Carlos A. Mart¨ªn (profesor titular del Departamento de Biodiversidad, Ecolog¨ªa y Evoluci¨®n de la Universidad Complutense de Madrid), Juan J. O?ate Rubalcaba (profesor titular del Departamento de Ecolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Madrid), Jos¨¦ Antonio S¨¢nchez Zapata (catedr¨¢tico del Departamento de Biolog¨ªa Aplicada de la Universidad Miguel Hern¨¢ndez de Elche), Jos¨¦ Antonio Don¨¢zar (profesor de investigaci¨®n de la Estaci¨®n Biol¨®gica de Do?ana/CSIC), Germ¨¢n M. L¨®pez Iborra (profesor titular del Departamento de Ecolog¨ªa de la Universidad de Alicante).
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