Reflexiones para revitalizar las reservas de la biosfera
En su 50 aniversario el Programa MaB requiere una actuaci¨®n urgente de saneamiento
El Programa sobre la Persona y la Biosfera (Programa MaB) de la Unesco naci¨® en 1971 con ideas centrales de extraordinaria vigencia orientadas a hacer compatible la conservaci¨®n de la naturaleza con el uso humano de la misma. Este enfoque considera que el proceso econ¨®mico puede tener efectos degradantes, pero tambi¨¦n mejorantes, sobre el medio en el que se desenvuelve y que los recursos naturales, no h...
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El Programa sobre la Persona y la Biosfera (Programa MaB) de la Unesco naci¨® en 1971 con ideas centrales de extraordinaria vigencia orientadas a hacer compatible la conservaci¨®n de la naturaleza con el uso humano de la misma. Este enfoque considera que el proceso econ¨®mico puede tener efectos degradantes, pero tambi¨¦n mejorantes, sobre el medio en el que se desenvuelve y que los recursos naturales, no han de ser solo limitantes, sino tambi¨¦n sugerentes, para conseguir que la especie humana organice de acuerdo con ellos su intendencia en una simbiosis enriquecedora, como han venido ilustrando durante siglos ciertos logros de la agricultura tradicional, o de la arquitectura vern¨¢cula. Por ejemplo, cuando est¨¢ de moda hablar de los ¡°servicios ambientales o de los ecosistemas¡±, se observa que la dehesa, no solo es un sistema econ¨®mico que produce mercanc¨ªas, sino tambi¨¦n un ecosistema que genera ¡°servicios ambientales¡±. Se constata que, en este caso, la intervenci¨®n humana favorece incluso estos servicios: el paisaje de la dehesa es m¨¢s apreciado (genera m¨¢s amenities) y alberga m¨¢s topodiversidad y biodiversidad, que el bosque cerrado que se formar¨ªa en ausencia de dicha intervenci¨®n. Todo lo cual, no solo invita a revisar el tradicional divorcio entre econom¨ªa y ecolog¨ªa, sino tambi¨¦n entre esa ecolog¨ªa y ese conservacionismo de la naturaleza que excluye a la especie humana y enfoques como el del programa MaB que tratan de conciliar la intervenci¨®n humana con un enriquecimiento mutuo. Sus principales instrumentos de acci¨®n ser¨ªan las reservas de la biosfera (RdB), orientadas a ejemplificar buenas pr¨¢cticas en el sentido indicado.
En 1976, se establece la primera lista de reservas de biosfera aceptadas por MaB-Unesco, compitiendo EE UU y la URSS, en plena guerra fr¨ªa, por conseguir un mayor n¨²mero de estas con un enfoque ya desnaturalizado respecto a los objetivos buscados, ya que incorporaron como tales a sus principales parques nacionales. Se cre¨® as¨ª una confusi¨®n, que todav¨ªa persiste, entre los objetivos conservacionistas de los parques nacionales y los objetivos biosociales de las RdB. Hoy existen m¨¢s de 700 reservas de la biosfera en el mundo, distribuidas en 124 pa¨ªses que abarcan m¨¢s de cinco millones de kil¨®metros cuadrados. En la actualidad, en Espa?a existen 52 reservas nacionales y 4 internacionales, una con Marruecos y tres con Portugal.
La riqueza natural, rural y cultural espa?ola tiene abundante representaci¨®n en nuestra red de reservas de la biosfera. Adem¨¢s de zonas h¨²medas, de monta?as y dehesas, o mar¨ªtimas, Espa?a ha realizado importantes aportaciones a la red mundial, incorporando en 1993 buenos ejemplos de territorios complejos y completos, como las islas enteras de Menorca y Lanzarote. Convocando con Unesco en 1995 (Sevilla) y en 2008 (Madrid) el Segundo y Tercer Congreso Mundial de Reservas de la Biosfera. Y aprobando la Ley 42/2007, que instituy¨® la estructura actual de la Red Espa?ola RdB, referencia para otros pa¨ªses.
Dadas la envergadura de las problem¨¢ticas que enfrentamos en este siglo XXI, las reservas de la biosfera deben figurar entre nuestras herramientas m¨¢s valiosas e inspiradoras. Por ejemplo, las culturas insulares ofrecen 50 a?os de b¨²squeda de equilibrio y contenci¨®n ante las fases desarrollistas sufridas. Acaso porque las islas son patente reflejo de los l¨ªmites naturales y ecodependencia que hemos de asumir en los continentes. Espa?a puede seguir innovando en el desarrollo de sus reservas, aprovechando el capital social y natural acumulado en ellas.
El principal problema de las reservas de la biosfera estriba en que muchas de ellas son simples parques nacionales o regionales que limitan la presencia y la actividad humana o tambi¨¦n territorios plagados de poblaci¨®n y actividades, frecuentemente sin estrategias, directrices o planes de ordenaci¨®n, e incluso sin gestores, programas ni presupuestos espec¨ªficos para el cumplimiento de sus objetivos. En unos casos por ausencia de poblaci¨®n y actividades o en otros por exceso y mala orientaci¨®n de las mismas, no responden a los objetivos del programa, ni a los criterios y regulaciones vigentes desde la aprobaci¨®n de la Ley de Patrimonio Natural y Biodiversidad, en diciembre de 2007. Sin embargo, el hecho de que no se haya descalificado ninguna reserva de la biosfera por incumplimiento de las normas que regulan su constituci¨®n y funcionamiento, cuando ¨¦ste abunda, hace que dicha calificaci¨®n de reserva de la biosfera pueda jugar de modo perverso, atrayendo turismo y aumentando la presi¨®n sobre el territorio, sin promover pol¨ªticas que aseguren una simbiosis saludable de la poblaci¨®n con el entorno.
Ante la falta de una disciplina exigente en el comportamiento de las reservas de la biosfera, el Programa MaB se ha ido banalizando, manteni¨¦ndose en Espa?a como un cat¨¢logo de buenas intenciones y propuestas, a la vez que el comportamiento de las reservas quedaba al albur de las sensibilidades y los intereses de las autoridades y las poblaciones responsables de los territorios as¨ª calificados, sin que atentados ecol¨®gicos o procesos urban¨ªsticos o de transformaci¨®n territorial insostenible que, a veces, afectan a los propios ecosistemas de las zonas n¨²cleo (de protecci¨®n obligada) hayan sido causa suficiente para su descatalogaci¨®n en Espa?a y ante la Unesco.
El panorama descrito pide a gritos hacer un buen balance y poner orden en casa. En su 50 aniversario el Programa MaB requiere una actuaci¨®n urgente de saneamiento y revitalizaci¨®n. Una actuaci¨®n que lleve, por un lado, a la suspensi¨®n de la calificaci¨®n como reservas de la biosfera de aquellas que no cumplen los requerimientos exigidos, d¨¢ndoles un plazo de cinco a?os para reconsiderar su nueva integraci¨®n como RdB si corrigen sus deficiencias b¨¢sicas legales y funcionales y, por otra, al reforzamiento de las que cumplan con los requisitos necesarios para alcanzar los objetivos del Programa MaB, dot¨¢ndolas en este caso de los medios precisos para ello.
Ante la falta de una disciplina exigente en el comportamiento de las reservas de la biosfera, el Programa MaB se ha ido banalizando, manteni¨¦ndose en Espa?a como un cat¨¢logo de buenas intenciones y propuestas
La pandemia de covid 19 ha venido a subrayar que a los graves problemas socioecon¨®micos y de salud de los ciudadanos, se a?ade la crisis ecol¨®gica que se ven¨ªa arrastrando con sus diversas secuelas y la necesidad de emprender una transici¨®n ecosocial que pueda ponerles coto. Este marco invita a replantearse la utilidad de las reservas de la biosfera para establecer soluciones con la mirada puesta en el horizonte del 2030, ensayando en ellas lo que podr¨ªan ser ejemplos paradigm¨¢ticos de transiciones ecol¨®gicas y digitales, en l¨ªnea con lo que se pretende en el Pacto Verde Europeo, utilizando los fondos puestos a disposici¨®n del Plan de Recuperaci¨®n y Resiliencia para la UE, concretados en el Plan de Recuperaci¨®n, Transformaci¨®n y Resiliencia espa?ol (PRTRE). El compromiso de las reservas de aunar conservaci¨®n y uso precisa de una financiaci¨®n sostenible, destinada a reforzar el equipo gestor de las reservas de la biosfera y la ejecuci¨®n y gesti¨®n de sus Planes y Programas de desarrollo; sin olvidar que, cuando se imponen restricciones al uso de recursos sin promover otras alternativas, o se compensan esas restricciones, o se reduce su aceptaci¨®n social pues se afecta de modo inmediato el estilo y calidad de vida de las poblaciones locales. En este marco, las reservas tendr¨ªan grandes potencialidades para ser ejemplo de ¡°buenas pr¨¢cticas¡± acordes con los objetivos del Pacto Verde Europeo.
Porque ya no se trata s¨®lo de atender a las demandas de salud y bienestar de los residentes compatible con la conservaci¨®n activa de la biodiversidad y sus servicios ambientales, sino tambi¨¦n de atender a las necesidades de intervenci¨®n p¨²blica derivadas de cuestiones tales como la reducci¨®n de la carga ambiental, la mitigaci¨®n y adaptaci¨®n al cambio clim¨¢tico, la contenci¨®n de la presi¨®n humana y urbanizadora, la utilizaci¨®n de energ¨ªas renovables, la mejora de los ciclos del agua y de los materiales y residuos, o la aplicaci¨®n de criterios bioclim¨¢ticos en las intervenciones humanas.
Necesidades de intervenci¨®n, a trav¨¦s de proyectos y programas transversales concretos, especificados por y para cada reserva de la biosfera, que, inevitablemente, precisan de una financiaci¨®n sostenible que, para el per¨ªodo 2021-2023, deber¨ªa asignarse desde los fondos espec¨ªficos del citado PRTRE, para aquellas reservas que cuenten con un equipo gestor solvente, que deber¨ªa verse reforzado para desarrollar las intervenciones correspondientes.
La b¨²squeda de nuevos modelos de econom¨ªa ecosocial para las reservas de la biosfera debe realizarse desde una visi¨®n hol¨ªstica, potenciando la conservaci¨®n de la biodiversidad, el fomento de la producci¨®n y el consumo de proximidad, la diversificaci¨®n productiva, y la incorporaci¨®n al uso de la revoluci¨®n tecnol¨®gica y digital al servicio de las potencialidades y necesidades del procom¨²n de las reservas. A la vez que las inversiones p¨²blicas deben favorecer la cooperaci¨®n entre todos los agentes sociales, implicando al sector privado y empresarial en la toma de decisiones y en su financiaci¨®n, para consolidar la sostenibilidad de las actuaciones a largo plazo.
Por ¨²ltimo, es preciso potenciar la ¡°visualizaci¨®n¡± social de lo que significa y pueden aportar las reservas de la biosfera y sus ¡°buenas pr¨¢cticas¡±, impulsando actividades que difundan las realidades y potencialidades de las mismas en el marco imprescindible de la transici¨®n ecosocial urgentemente necesaria.
En suma, que en este 50 aniversario del Programa MaB tenemos la oportunidad de revitalizarlo y conseguir que sus resultados demuestren la utilidad de las reservas de la biosfera para avanzar hacia la necesaria transici¨®n ecosocial.
Antonio Serrano Rodr¨ªguez es ex secretario general para el Territorio y la Biodiversidad (2004-2008) y Jos¨¦ Manuel Naredo P¨¦rez es exmiembro del Comit¨¦ Espa?ol MaB.
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