La esposa que no se resign¨®
Grace Maxwell, la mujer (y m¨¢nager) de Edwyn Collins, ha escrito un libro estremecedor sobre el derrame cerebral que hundi¨® al cantante en la miseria. ?lguien deber¨ªa traducirlo.
YO CONFIESO
En mis d¨ªas salvajes, tuve un m¨¦dico de cabecera que se empe?¨® en alejarme de la mala vida. El doctor Gaudioso modulaba sus argumentos. Primero, usaba una maquinita infernal en la que introduc¨ªa tus h¨¢bitos perniciosos y te daba como resultado tus expectativas de vida (casi acert¨® con la fecha de mi infarto). Luego, comprendiendo el tipo de mulo esc¨¦ptico que ten¨ªa enfrente, cambiaba de tono: "bueno, ya veo que no te importa morir. Pero ?qu¨¦ dir¨ªas de quedarte paralizado?". Ay, yo carec¨ªa de respuesta chispeante.
EL CASO EDWYN COLLINS
Los supervivientes de los ochenta recordaran a Edwyn Collins, perteneciente a aquella ola de rebeldes musicales escoceses que lleg¨® tras el punk. Era cantante de Orange Juice, la joya de la corona del sello indie Postcard Records. Ya a trav¨¦s de Polydor, el Zumo de Naranja public¨® Rip it up, un glorioso manifiesto que ven¨ªa a decir que, si hab¨ªa fracasado la rebeli¨®n punk, era el momento de rescribir las reglas y empezar de nuevo. Corr¨ªa el 1982 y, si no te fijabas en la letra, Rip it up pod¨ªa pasar por una muestra superior del pop brit¨¢nico del momento, con su funk sintetizado y su brillo de alta producci¨®n.
Orange Juice result¨® ser un grupo fr¨¢gil: me entero ahora de que el socio de Collins, el baterista Zeke Mankiya, ven¨ªa de Zimbabwe y carec¨ªa de papeles, ni so?ar con el indispensable pasaporte. A partir de 1987, Edwin ya editaba discos en solitario. Y hubiera seguido la ruta previsible -de las grandes a las peque?as compa?¨ªas, ventas decrecientes, la autoedici¨®n- de no ser por dos bazas. Compr¨® una mesa anal¨®gica, se asoci¨® con un buen t¨¦cnico y mont¨® un esplendido estudio. Eso le permiti¨® mantener un gran nivel t¨¦cnico, ejercer de productor y atraer a almas gemelas: all¨ª grab¨® Bernard Butler la mayor parte del debut de Duffy, Rockferry.
Y luego lleg¨® A girl like you, un sleeper, uno de esos temas que empiezan a sonar muy discretamente y que van seduciendo poco a poco al p¨²blico hasta que explosiona en gran ¨¦xito. Sali¨® en 1994 y tuvo al cantante embarcado en "la promo interminable" hasta mediados de 1996. Controlaba todos los derechos y aquello result¨® ser la garant¨ªa de cualquier jubilaci¨®n: un impacto del calibre de A girl like you ofrece unos ingresos perpetuos, que pueden adelgazarse seg¨²n pasan los a?os pero repuntan si la canci¨®n reaparece en cine o publicidad.
LA CATASTROFE
A principios de 2005, Collins sufri¨® un derrame cerebral en su propia casa. Lo super¨® pero sali¨® con terribles carencias. Inicialmente, no pod¨ªa moverse o hablar: la afasia te deja incapaz de usar o entender el lenguaje, sea escrito u oral. Su lado derecho qued¨® in¨²til.
Conoc¨ªamos casos similares donde el afectado desapareci¨® de la circulaci¨®n. Todo el mundillo musical escoc¨¦s sabe lo ocurrido con Frankie Miller, poderoso cantante derribado por una hemorragia cerebral en 1994, todav¨ªa vivo pero inactivo.
LA BATALLA
Falling & laughing: the restoration of Edwyn Collins es la cr¨®nica de esa tragedia y su superaci¨®n. Est¨¢ escrito por Grace Maxwell, esposa y representante del cantante. Una mujer brava: hab¨ªa trabajado en el mundo del teatro, "igualitario e iluminado en comparaci¨®n con la industria de la m¨²sica, poblada por mis¨®ginos y sexistas".
Las librer¨ªas comerciales inglesas tienen estanter¨ªas completas dedicadas a lo que podemos denominar Tragedias de la Gente Com¨²n. Narraciones en primera persona de mujeres maltratadas, ni?os que soportaron abusos, familias m¨¢s que disfuncionales, personas que recibieron golpes feroces del destino. Debe ser la versi¨®n brit¨¢nica de esos libros de autoayuda que caracterizan a la optimista sociedad estadounidense.
Uno pasa al lado con cierto repel¨²s: aunque prometan un efecto terap¨¦utico, son exposiciones de la desdicha humana y todos vivimos ignorando tenazmente la evidencia de que caminamos al borde del abismo. Nunca me hubiera fijado en Falling & laughing de no tratar de Edwyn Collins. Y me habr¨ªa perdido una gran historia.
MANUAL PARA SOBREVIVIR EN UN HOSPITAL
Lo que cuenta Grace Maxwell puede ser aplicable a cualquier enfermedad, en cualquier latitud. Descubrimos que el brit¨¢nico NHS (National Health System) no se diferencia mucho de nuestra Seguridad Social.
Que puedes encontrarte con brillant¨ªsimos especialistas y enfermeros de gran humanidad pero tambi¨¦n con gente torpe, perezosa, burocr¨¢tica. Estos ¨²ltimos pueden dejar morir al paciente. Y no enfermes en fin de semana.
Que la supervivencia del enfermo depende tambi¨¦n de la red familiar creada para la emergencia. El derrame convoca a miembros de las familia Collins y Maxwell. Tienen la suerte de contar con una enfermera, la hermana de Grace, que sirve de int¨¦rprete entre la clase m¨¦dica y los familiares.
Que los acompa?antes deben vigilar "como halcones" el estado y el tratamiento del enfermo. Deben hacer bajar del Olimpo a los profesionales para que se expliquen. Aunque ellos lo odien, el conocimiento adquirido a trav¨¦s de Internet es munici¨®n para la defensa del ingresado.
Que vale cualquier palanca que se pueda pulsar. Conocedora de los mecanismos de la prensa, por algo ha sido manager, Grace Maxwell consigue su voluntad pidiendo hablar con el departamento de comunicaci¨®n del hospital y amenazando con llamar a los peri¨®dicos. No se trata de caprichos: pretende evitar horas de dolor, estancias en plantas equivocadas, fr¨ªvolos retrasos para efectuar pruebas urgentes, los disparates de una calefacci¨®n regulada por decreto (aunque en el exterior se padezcan temperaturas veraniegas).
Que la comida de hospital quita hasta las ganas de vivir. Desde el principio, a¨²n a riesgo de parecer pijos, la familia y los amigos cocinan para Edwyn; lo com¨²n es recurrir a restaurantes y delicatessen de la zona. Cuando oye hablar de los poderes nutritivos de los men¨²s del NHS, Grace responde con una sugerencia: "durante el tiempo que est¨¦n en sus cargos, el primer ministro, el encargado de sanidad y todo el gabinete deber¨ªan comer lo mismo que se sirve a los pacientes. Si es tan buena y tan saludable como dicen, no supondr¨¢ ning¨²n sacrificio".
Que la medicina privada, aunque puedas pagarla, no es necesariamente mejor. Durante unas semanas, Edwyn disfruta de habitaci¨®n propia pero el cuidado resulta inferior al ofrecido en la zona p¨²blica, unas plantas m¨¢s abajo. A la hora de la rehabilitaci¨®n, hasta el mejor neurofisioterapeuta de Londres sugiere acudir primero al Regional Rehabilitation Unit, un centro que no admite a cualquiera: Grace comprueba que funciona un darwinismo m¨¦dico que condena a los ancianos y los d¨¦biles.
Que el b¨®tox tambi¨¦n combate la espasticidad y no se aplica necesariamente en los morros.
UN FINAL ?FELIZ?
Evidentemente, Falling & laughing recoge la recuperaci¨®n de Edwyn Collins, la dolorosa pelea (suya y de Grace) por recuperar el control de su existencia. Anda con un bast¨®n, puede leer y hasta concede entrevistas (ma?ana, tengo una cita con ¨¦l). No puede tocar la guitarra -a no ser que alguien rasguee por ¨¦l- pero ha vuelto a actuar, a componer, a grabar.
Viene a Madrid precisamente a presentar Losing sleep (Heavenly), con doce canciones nuevas, hechas por su cuenta o con el apoyo de Johnny Marr, Roddy Frame y admiradores de Franz Ferdinand, The Cribs o The Drums.
Alguien deber¨ªa traducir el libro de Grace Maxwell. No se trata de un texto bobalic¨®n, con soluciones m¨¢gicas: la propia autora se somete a la autocr¨ªtica y ni siquiera se esconden los defectos del protagonista. Sin embargo, hay una ense?anza en casi cada p¨¢gina. Mientras tanto, es posible acudir al documental que la BBC realiz¨® sobre el extraordinario comeback de Edwyn. Como dec¨ªan, preparen los pa?uelos.
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