Del capitalismo y otras parafilias
Llu¨ªs Pasqual ha estrenado en el Lliure un Handke cosecha 73 ('Quitt / Els irresponsables s¨®n en vies d¡¯extinci¨®') con Eduard Fern¨¢ndez encabezando un gran reparto, y Jos¨¦ Luis G¨®mez da la alternativa a Paco Bezerra con 'Grooming'
1 ?Qu¨¦ placer, volver a escuchar la voz teatral de Peter Handke! Llu¨ªs Pasqual ha estrenado en el Lliure (y pronto en el Mar¨ªa Guerrero) Els irresponsables s¨®n en vies d¡¯extinci¨® (1973), aqu¨ª precedida en el t¨ªtulo por el nombre de su protagonista: Quitt. La pieza caus¨® un notable desconcierto en Nanterre, cuando la present¨® el gran Claude R¨¦gy, en 1978, protagonizada por G¨¦rard Depardieu. A primera vista, Quitt hace pensar en un S¨²per Brecht, un Brecht ¡°completo¡±: la did¨¢ctica de Santa Juana uncida al vuelo po¨¦tico y alucinado de En la jungla de las ciudades. Herman Quitt, su protagonista, es un gran financiero en ca¨ªda libre, y un sofista contagioso, a caballo entre el Banquero Anarquista de Pessoa y el Andrew Undershaft de Major Barbara, de Shaw. No sabemos si su crisis es existencial o esencialmente capitalista: ans¨ªa el monopolio absoluto y hacer saltar todo por los aires, y consigue ambas cosas. Hay en el texto una profunda y di¨¢fana disecci¨®n del capitalismo con acentos visionarios (la explotaci¨®n laboral del tercer mundo propugnada por Quitt; la soflama sobre la publicidad a cargo de la empresaria Paula Tax, que parece escrita mano a mano entre Guy Debord y Don Draper, pero lo m¨¢s desconcertante (y poderoso) es el tono, entre el poema son¨¢mbulo y el oratorio ritual: los personajes hablan como si les hubiesen hipnotizado, como si se abatiera sobre ellos una cascada de revelaciones. ¡°Los ojos me arden. Estoy tan triste que he olvidado parpadear¡±, dice, con voz impasible, la esposa de Quitt. Es el tono (y los actos enigm¨¢ticos) de El ¨¢ngel exterminador, de Bu?uel: la mano que saca del bolso las patas de pollo; la mujer que recuerda cuando cag¨® sobre el vac¨ªo, en Cuenca, y bajo su culo volaban los p¨¢jaros. Se escucha y se entiende muy bien el texto en manos de Pasqual y en la estupenda versi¨®n catalana de Feliu Formosa. El montaje es muy vivaz, nada declamatorio, y muy inteligentes las acciones que ha inventado para los personajes, desde las partidas de billar al rotundo ¡°?pop!¡± final (y no cuento m¨¢s). No me convence su tendencia a lo grotesco en el vestuario (aqu¨ª comandado a Isidre Prun¨¦s), que ya aparec¨ªa en Celebraci¨®n: aunque la obra transcurre en los setenta no entiendo por qu¨¦ los ricos han de llevar pelucas horribles y chaquetas sopr¨¢nicas, cosa que se contradice con la afirmaci¨®n del plut¨®crata Von Wullnow (Llu¨ªs Marco): ¡°No somos malos de comedia; somos realmente malos¡±. La verdad es que en este aspecto est¨¢n mucho mejor en la segunda parte, enloquecidos por la ruina inminente y ¡°normales¡±, sin degradaci¨®n farsesca. El reparto es inmejorable. Descomunal trabajo el de Eduard Fern¨¢ndez, que lidia con torrentes de texto e interpreta a Quitt como un emperador loco y un boxeador contra las cuerdas, entre Cal¨ªgula y Jake la Motta, e incluso canta (y borda) un blues. Soberbio el Hans de Jordi Boixaderas, ese mayordomo/confidente fascinado por su amo (y precioso el pasaje en el que le acuna con un cuento de Stifter); grandes, con el equilibrio exacto de humor y ferocidad, los empresarios encarnados por Jordi Bosch, Andreu Benito y Llu¨ªs Marco, y el bufonesco Kilb de Boris Ruiz, y los dos personajes m¨¢s cambiantes: Paula Tax (Marta Marco) y la se?ora Quitt (M¨ªriam Iscla). Un montaje, m¨¢s que oportuno, oportun¨ªsimo para estos tiempos de expolio desaforado.
Descomunal trabajo el de Eduard Fern¨¢ndez, que lidia con torrentes de texto e incluso canta (y borda) un ¡®blues¡¯
2 Estoy obligado a hablar en clave para no desvelar los entreveros de Grooming, briosa presentaci¨®n en sociedad de Paco Bezerra en La Abad¨ªa. Cecilio ha citado a Carolina en un parque. Se han conocido por Messenger y hay un chantaje de por medio. ¡°Usted no tiene 16 a?os¡±, dice Carolina. Gran respuesta de Cecilio: ¡°Dices eso porque todav¨ªa no me conoces¡±. Cecilio da bastante miedito: ojos como canicas negras, chaqueta de rebajas, peinado del Superagente 86. Y Carolina calla mucho y mira mucho al suelo. Grooming no es tanto una obra sobre el ciberacoso sexual sino sobre las parafilias, esto es, las excitaciones inconfesables. Esto es todo lo que necesitan saber. S¨®lo para situarles les dir¨¦ que parece una obra escrita a medias por Jordi Galcer¨¢n (Palabras encadenadas) y Benet i Jornet (Subterr¨¢neo): no hablo de influencias sino de nervio, de sorpresas y de negritud ¨²ltima. Aqu¨ª se juega al rat¨®n y al gato (y viceversa) y hay un pozo muy profundo. Todo ello en versi¨®n j¨ªbara, porque es una pieza muy breve; de hora y poco: yo querr¨ªa m¨¢s, pero comprendo que el juego no puede estirarse. Incluso dir¨ªa que Grooming funcionar¨ªa mejor a palo seco, sin a?adidos: me sobran un tanto las im¨¢genes del conejo a lo Donnie Darko; el hurac¨¢n que brota del contenedor (met¨¢fora despistante); la demasiado estilizada paliza. Y, quiz¨¢s, el texto del cuadro final: para m¨ª la obra acaba cuando se apaga la farola. Jos¨¦ Luis G¨®mez, que firma la puesta y el espacio esc¨¦nico, ha dirigido de perlas a sus dos actores, y ya sabemos que una buena direcci¨®n empieza por un buen casting: el peligro de Antonio de la Torre, capaz de interpretar al mism¨ªsimo Arropiero, y el lado oscuro de Nausicaa Bonn¨ªn, que podr¨ªa ser la respuesta catalana a Lisbeth Salander. Me parece que la pregunta central de Grooming es esta: sabemos lo que quiere Cecilio pero ?qu¨¦ es lo que realmente quiere Carolina? Como me parece intuir la respuesta, tengo un problema. Mi problema es que Cecilio (el Cecilio del texto, no su espl¨¦ndido actor) no parece capaz de hacer lo que ella realmente le pide, por mucho que a ¨¦l le convenga. Es decir, que a mitad de funci¨®n Cecilio se me desinfla, pierde pist¨®n, pierde amenaza: dir¨ªa yo que a eso obedece, por mec¨¢nica compensatoria, la escena de la paliza que le a?ade G¨®mez. Y que, como dec¨ªa antes, resulta poco convincente por excesivamente danc¨ªstica. As¨ª las cosas, si la malignidad de Cecilio se adelgaza, cuesta bastante tragarse el final. ?Problema del texto de Bezerra o problema de mis entendederas, ¨²ltimamente un poco saturadas? A ver a qu¨¦ conclusi¨®n llegan ustedes. Pese a esos peros, en La Abad¨ªa se ha revelado un dramaturgo que puede dar que hablar, con una obra muy bien dirigida y muy bien interpretada. O
Quitt / Els irresponsables s¨®n en vies d'extinci¨®, de Peter Handke. Traducci¨®n de Feliu Formosa. Direcci¨®n de Llu¨ªs Pasqual. Teatre Lliure. Hasta ma?ana. Barcelona. www.teatrelliure.com. Quitt (Las personas no razonables est¨¢n en v¨ªas de extinci¨®n). Teatro Valle-Incl¨¢n. Madrid. Centro Dram¨¢tico Nacional. Del 7 de marzo al 1 de abril. cdn.mcu.es.
Grooming, de Paco Bezerra. Direcci¨®n de Jos¨¦ Luis G¨®mez. Teatro de La Abad¨ªa. Madrid. Hasta el 11 de marzo. www.teatroabadia.com.
Babelia
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