Al final de la escalera de servicio
Filip, protagonista del relato de Gombrowicz En la escalera de servicio, casado con una delicada burguesa, desarrollaba una peligrosa atracci¨®n por las criadas feas, groseras y desaseadas que acababa desintegrando su entorno dom¨¦stico. Nada que ver con lo que le ocurre a Jean-Louis Choubert, el personaje encarnado por Fabrice Luchini en La chicas de la sexta planta, que tambi¨¦n encuentra una v¨ªa de escape a la claustrofobia matrimonial en la comunidad de empleadas dom¨¦sticas espa?olas que viven hacinadas en el ¨¢tico de su residencia.
LAS CHICAS DE LA SEXTA PLANTA
Direcci¨®n: Philippe Le Guay.
Int¨¦rpretes: Fabrice Luchini, Sandrine Kiberlain, Carmen Maura.
G¨¦nero: comedia. Francia, 2010.
Duraci¨®n: 104 minutos.
Si Gombrowicz mutaba un conflicto de clase en un acto de rebeli¨®n est¨¦tica, a trav¨¦s del desclasamiento l¨²brico y formal de su antih¨¦roe, el cineasta Philippe Le Guay ¡ª?qu¨¦ gran nombre para un personaje de novela c¨®mica!¡ª neutraliza todo aspecto problem¨¢tico de la situaci¨®n, ahog¨¢ndolo con ese neosentimentalismo tan del gusto de esa zona de ambig¨¹edad que se extiende entre las multisalas y los cines de versi¨®n original con aprensi¨®n a la radicalidad de autor. Las chicas de la sexta planta tiene, s¨ª, a un cohesionado equipo de actrices, presidido por Carmen Maura, que inyecta tanta vitalidad a sus interpretaciones que uno podr¨ªa casi olvidar que dicha energ¨ªa es prisionera del arquetipo. En este sentido, la pel¨ªcula juega a la equidad: hay tanto clich¨¦ en la representaci¨®n de esas espa?olas sentimentales, c¨¢lidas y pasionales, en las que Choubert encontrar¨¢ el sentido de la familia que echa de menos en casa, como en el retrato de las burguesas parisinas atrapadas en el ¨¢mbar de su frivolidad burguesa. La pel¨ªcula, que usa a la ¨²nica criada con ideolog¨ªa (una poderosa Lola Due?as) como contrapunto casi c¨®mico, proporciona alguna imagen inesperada, como la que muestra a Luchini, actor fetiche de Eric Rohmer, jaleando con palmas una paella. En cierto sentido, Le Guay demuestra que entre Francia y Espa?a no est¨¢n solo los Pirineos: tambi¨¦n se extiende un infranqueable prejuicio cultural.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.