Un lugar lejos de la literatura
Hay cientos de versiones y adaptaciones de la obra de los hermanos Grimm. Pero, curiosamente, ninguna que nos cuente su vida. Jacob y Wilhelm Grimm nacieron en 1785 y 1786 en una familia tradicional de la regi¨®n de Hesse, en una ¨¦poca en que Alemania, dividida en muchos peque?os estados, era una ilusi¨®n y un deseo.
Su padre muri¨® muy joven. Para ayudar a su familia, los dos hermanos estudiaron leyes en Marburg, los dos obtuvieron puestos de bibliotecarios en distintas ciudades, los dos, muy pronto, se inclinaron por los estudios de literatura antigua y medieval alemana.
Los dos ense?aron en la Universidad de G?ttingen. Los dos se jugaron su puesto firmando el manifiesto de ¡°Los siete de G?ttingen¡±, contra el rey de Hannover, que preten¨ªa abolir la constituci¨®n. Los dos formaron parte del movimiento rom¨¢ntico y aceptaron su doble juego, quiz¨¢s contradictorio: la exaltaci¨®n de la individualidad y el endiosamento del ¡°esp¨ªritu del pueblo¡±.
Durante casi toda su vida, los hermanos Grimm vivieron juntos. Desde muy joven, Wilhelm sufri¨® asma y una enfermedad card¨ªaca. Y sin embargo, fue Wilhelm el que se cas¨® y tuvo tres hijos. ?Por qu¨¦ Jacob nunca pudo formar su propia familia? ?Estaba enamorado de su cu?ada? ?No pudo nunca despegarse del amor a su madre? ?Fue un homosexual reprimido por su severa educaci¨®n calvinista? Los dos escribieron autobiograf¨ªas. Pero todo el que escribe sobre su propia vida, enga?a, omite, transforma, fantasea: hace ficci¨®n.
La dedicatoria a la primera publicaci¨®n Cuentos infantiles y del hogar, que ser¨ªa su ¨¦xito y su fracaso (para Bettina von Arnim y para su hijito, dec¨ªa) demuestra que no descartaban la idea de la lectura infantil. Pero su versi¨®n profusamente anotada estaba dirigida sobre todo a estudiosos y eruditos. Los hermanos Grimm eran patriotas, defensores de una Alemania que, en un mismo movimiento, miraba hacia el pasado en busca de sus ra¨ªces y hacia el futuro en busca de la unidad nacional. Consideraban a su recopilaci¨®n como un aporte a esa b¨²squeda esencial. Suprimieron de las ¨²ltimas versiones los cuentos de El gato con botas y Barba Azul porque los consideraban ¡°demasiado franceses¡±.
Quer¨ªan que sus cuentos fueran puros, simples, no contaminados por la ¡°literatura¡±. Desde?aban las versiones elaboradas, con marca de autor. Y sin embargo fue su propia intervenci¨®n la que le dio a esos cuentos la perfecci¨®n que los hizo famosos.
Los Grimm, tan inteligentes y eruditos no podr¨ªan desconocer que los mismos cuentos circulaban oralmente por todo el continente eurasi¨¢tico en mil versiones. Perrault hab¨ªa publicado Los cuentos de mam¨¢ Oca en el siglo XVII. Desde principios del siglo XVII circulaba la versi¨®n de Galland de Las mil y una noche, aunque s¨®lo a mediados del siglo XIX aparece la traducci¨®n, mucho m¨¢s rica y m¨¢s fiel, de Sir Richard Burton. Hacia la misma ¨¦poca realiza Afanasiev su trabajo extraordinario de recopilaci¨®n de los cuentos rusos. Reci¨¦n a partir del siglo XX contamos con la colecci¨®n de Cuentos Italianos de Italo Calvino. Hoy podemos acceder a recopilaciones de cuentos chinos, japoneses, hind¨²es, para comprobar que la estructura de los cuentos se repite una y otra vez.
Eurasia es un solo continente. Y los cuentos son grandes viajeros. Llevados y tra¨ªdos por el mundo, con los fardos de los mercaderes y las mochilas de los soldados, con las plegarias de los peregrinos y las armas de los cruzados, con los barcos de los descubridores y las flechas de los ind¨ªgenas, los cuentos se transmiten atravesando la humanidad de parte a parte. Por el camino se transforman y se enriquecen, var¨ªan, mezclan y combinan rasgos de culturas muy distintas, suman particularidades locales, ampl¨ªan episodios o los eliminan. Si la imprenta no logr¨® hacer desaparecer el sistema de transmisi¨®n oral, tampoco los medios.
En todas partes los puristas se rasgan las vestiduras, indignados con las transformaciones que Walt Disney impuso a los cuentos de los hermanos Grimm. Chicos y grandes conocen hoy Cenicienta, Blancanieves, La bella durmiente (La espina de la rosa en la versi¨®n Grimm) a trav¨¦s de las pel¨ªculas de Disney o las series de la tele en lugar de las versiones ¡°originales¡±. Pero los cuentos populares no tienen versiones originales. No son alemanes, italianos ni ¨¢rabes. Viven, viajan, crecen, se transforman, se cuentan de todas las maneras posibles. Son tan eternos, tan fr¨¢giles y ef¨ªmeros como la humanidad.
Amor, admiraci¨®n y gloria a los hermanos Grimm, que supieron rescatarlos para nosotros.
Ana Mar¨ªa Shua es escritora.
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