El silencio m¨¢s largo de nuestra vida
Una de las m¨¢s incre¨ªbles experiencias con Claudio fue en Jap¨®n interpretando Trist¨¢n e Isolda con la Filarm¨®nica de Berl¨ªn
Con ¨¦l sab¨ªas desde qu¨¦ punto sal¨ªas, pero nunca ad¨®nde ibas a llegar. En mi vida tanto personal como profesional hay un antes y un despu¨¦s de conocer a Claudio Abbado. Recuerdo muchos momentos m¨¢gicos con Claudio, innumerables, los conciertos y las giras con la Filarm¨®nica de Berl¨ªn, la famosa gira en 1999 por toda Europa, Tanglewood, Cuba y Venezuela (donde entr¨® en contacto con El Sistema) con la Joven Orquesta Gustav Mahler, los primeros a?os con la Mahler Chamber Orchestra en Ferrara, los conciertos con la Orquesta Mozart, los 10 a?os con la Lucerne Festival Orchestra, etc¨¦tera; pero quiz¨¢ una de las m¨¢s incre¨ªbles experiencias con Claudio y que nos muestra adem¨¢s su compromiso con el p¨²blico, sus m¨²sicos y la propia m¨²sica, fue en Jap¨®n, en Tokio, en el Bunka Kaikan, interpretando Trist¨¢n e Isolda con la Filarm¨®nica de Berl¨ªn. Fue al poco tiempo de volver a la actividad despu¨¦s del diagn¨®stico de la enfermedad y la operaci¨®n que le practicaron.

En Jap¨®n, Claudio despu¨¦s de un viaje tan largo no se encontraba bien. Fue ingresado en el hospital. Los ensayos se hicieron sin ¨¦l y al final, cuando se estaban haciendo gestiones para que otro director viniese, dijo que no se buscase a nadie, que ¨¦l dirigir¨ªa y sali¨® del hospital firmando bajo su propia responsabilidad (ya que el alta no se la daban) para dirigirnos. Cuando nos informaron, casi no lo cre¨ªamos y cuando lleg¨®, ten¨ªamos todos miles de sentimientos entremezclados, pensando cualquier tipo de desenlace no deseado. Esto hizo que la entrega de todos aquel d¨ªa fuera mucho m¨¢s que en cuerpo y alma. Es absolutamente imposible describir con palabras todas las emociones vividas ese d¨ªa. Desde la primera nota hasta que termin¨® la ¨®pera nos encontramos todos en una dimensi¨®n en la que nunca hab¨ªamos estado jam¨¢s.
Al finalizar, Claudio quiso en la escenograf¨ªa que se fueran apagando las luces hasta quedar en la m¨¢s absoluta oscuridad, para que ayudara mejor a generar el silencio, puesto que tambi¨¦n es m¨²sica, despu¨¦s de la obra. Pues bien, el silencio que se produjo aquel d¨ªa, fue absolutamente sobrecogedor. Nos elev¨® el alma a un estado desconocido, en parte metaf¨ªsico, no humano, fue espectacular, incre¨ªble. Fue el silencio m¨¢s largo que jam¨¢s haya vivido, nadie respiraba, fue tan largo, que cuando de momento, todo el p¨²blico (a oscuras) a la misma vez, rompi¨® a aplaudir, fue tan incre¨ªble, que al encenderse de nuevo las luces, toda la orquesta estaba llorando, los cantantes en la escena, coro, todos, el p¨²blico, todo el mundo, lloraba. Al final, y despu¨¦s de salir al escenario a recibir aplausos innumerables ocasiones, sin energ¨ªa ni para andar, tuvo que volver al hospital, volviendo a salir, de nuevo bajo su responsabilidad, d¨ªas m¨¢s tarde, para volver a dirigir Trist¨¢n e Isolda.
Claudio, ha sido un placer enorme compartir tantos momentos contigo. Estar¨¦ siempre infinitamente agradecido.
Mart¨ªn Baeza-Rubio es director musical en la Berlin Opera Chamber Orchestra.
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