Batalla moral en una guerra impura
Ben Pastor novela en su nuevo libro ¡®Cielo de plomo¡¯ la investigaci¨®n de un crimen por un oficial alem¨¢n en la Ucrania de 1943 ocupada por los nazis
?Vaya lugar para investigar un crimen (o dos)! La Ucrania de 1943 ocupada por los nazis, sembrada de fosas de jud¨ªos v¨ªctimas de los Einsatzgruppen de las SS y en v¨ªsperas de la mayor colisi¨®n de tanques de la historia, la batalla de Kursk. Solo el mayor de la Wehrmacht Martin Bora, intelectual, m¨²sico y soldado, puede sentir el deber moral de resolver ese crimen ¡ªmenor en comparaci¨®n¡ª en semejante contexto de iniquidad general y espanto. Ah¨ª, en esa aparente contradicci¨®n de luchar contra el mal en medio del Mal muy may¨²sculo y adem¨¢s hacerlo con uniforme del III Reich (y mientras reclutas un regimiento de caballer¨ªa para luchar contra los partisanos y de paso esp¨ªas un poquito para la Abwehr, la inteligencia militar) reside el nudo de Cielo de plomo (Alianza), la nueva, buen¨ªsima novela de la escritora Ben Pastor (Roma, 1950).
De hecho el planteamiento de fondo es el mismo en las ocho novelas con el personaje de Martin Bora que lleva escritas ya Pastor, ambientadas (excepto una que transcurre en la Guerra Civil espa?ola) en la II Guerra Mundial y de las que se han publicado cuatro en Espa?a. En Cielo de plomo, documentad¨ªsima y de una negrura que va mucho m¨¢s all¨¢ de lo policiaco, la novelista se supera a s¨ª misma en el retrato de un alma humana atormentada enfrentada a los dilemas de su conciencia y de la historia.
¡°?Tiene sentido una investigaci¨®n detectivesca en ese contexto, con los 30.000 jud¨ªos asesinados en Babi Yar, las atrocidades de la ocupaci¨®n, la vesania de la guerra?¡±, se pregunta la propia Pastor. ¡°En realidad, resolviendo un crimen, procurando justicia, lo que hace Bora es poner una gota purificadora en un agua impura. ?l solo puede poner esa gota con la esperanza de que signifique algo. Sabe que su labor no repara apenas nada. Pero no puede hacer otra cosa excepto cargar con la piedra hasta lo alto de la colina para verla caer de nuevo, como un S¨ªsifo en feldgrau¡±.
Haciendo justicia, Martin Bora pone una gota purificadora¡±
Bora investiga la muerte de dos prisioneros rusos de alto rango puestos a su cargo y una serie de asesinatos con apariencia ritual (toques de La rama dorada) en un bosque en la provincia de Jark¨®v. Las pesquisas revelar¨¢n una profunda trama criminal que hunde sus ra¨ªces en la Ucrania presovi¨¦tica de las luchas entre bolcheviques, contrarrevolucionarios y el Ej¨¦rcito Negro del libertario N¨¦stor Majn¨®. Toda una lecci¨®n de historia, y muy actual. ¡°Muchos de los problemas actuales en el pa¨ªs y buena parte del contencioso con los rusos provienen de que los ucranianos se consideran europeos plenos en raz¨®n de su historia y v¨ªctimas de un destino geogr¨¢fico que les provoca resentimiento¡±, se?ala Pastor.
Otros episodios de la novela son menos hist¨®ricos: lo del comandante de tanques que se pasa con su T-34 a los alemanes como regalo para que lo estudien los del Panzerkorps¡ ¡°Me lo invent¨¦¡±, r¨ªe la novelista, p¨ªcara con su nuevo peinado de media melena.
Es un placer encontrar como personaje secundario a Von Boeselager, alguien ideal para ayudar a Bora a montar su regimiento de caballer¨ªa. ¡°Los hermanos Boeselager eran j¨®venes, arist¨®cratas y grandes jinetes, que de alguna manera hicieron una guerra aut¨®noma en el seno de la Wehrmacht¡±. ?Era posible eso en la II Guerra Mundial? ¡°S¨ª, mira a Patton, que actu¨® casi como un condottiero¡±. La novelista est¨¢ encantada con la an¨¦cdota que le explico de Philip Boeselager, que me dijo que ten¨ªa un caballo que les alertaba de la presencia de rusos porque distingu¨ªa su tabaco. La escritora afirma que utilizar¨¢ el detalle. ¡°?Un caballo que detecta los papirosas!¡±, repite feliz.
No ser¨¢ en la pr¨®xima novela, que ya est¨¢ lista y transcurre en Creta durante la invasi¨®n alemana de 1941. Un escenario excelente para Bora que investigar¨¢ el supuesto crimen de un mando paracaidista que adem¨¢s es el hijo de un miembro de la servidumbre de la hacienda familiar en Prusia. En Creta, Bora adquirir¨¢ las Ray-Ban que lleva en Rusia, obtenidas de un piloto aliado, y que no son un anacronismo (¡°se patentaron en 1937¡±).
Me gusta c¨®mo crea Philip Kerr un detective cl¨¢sico entre los nazis¡±
Pastor no cree que el inter¨¦s e incluso la empat¨ªa que despierta Bora puedan verse en ning¨²n caso como un intento de justificaci¨®n de parte de la oficialidad alemana en la II Guerra Mundial. ¡°Moralmente hablando no se pod¨ªa hacer una guerra buena en el bando alem¨¢n, militarmente s¨ª, pero moralmente no. Ni siquiera Stauffenberg es una excepci¨®n. Hay cosas no perdonables en Stauffenberg, como sus malos sentimientos hacia los polacos, aunque eso no le resta heroicidad a lo que hizo, atentar contra Hitler¡±.
Si las novelas de Pastor y su colega Philip Kerr est¨¢n muy cercanas, las ¨²ltimas de ambos casi se tocan. En ambas sus investigadores est¨¢n en el Este y en las dos aparece ese estamento tan sinsentido aparentemente en las fuerzas armadas del III Reich que es la oficina de investigaci¨®n de cr¨ªmenes de guerra. ¡°Como lectora me gusta mucho Kerr, me parece muy interesante su v¨ªa posmodernista de crear un car¨¢cter chandleriano y un relato detectivesco cl¨¢sico en otro contexto como la Alemania de Hitler¡±. ?Qu¨¦ pasar¨ªa si se encontrasen Bora y Bernie Gunther? Pastor responde divertida: ¡°Bora mirar¨ªa para otro lado y Gunther lo mirar¨ªa a ¨¦l¡±.
Poni¨¦ndose seria, reflexiona: ¡°El misterio cl¨¢sico tiene su grandeza, pero la principal batalla de Bora es dentro de s¨ª mismo, que es donde se libran las grandes batallas¡±.
Nunca el crimen tuvo tanto p¨²blico
Gente, por doquier. Ya no se trata s¨®lo de las mesas-estrella, como ocurr¨ªa hasta ahora. Ni tan siquiera es necesario que asista un autor extranjero a la misma de gran post¨ªn: el p¨²blico acude igual y en masa a todos los actos. Por no librarse, no lo hacen ni las charlas de las intempestivas cuatro de la tarde de un d¨ªa laborable.
A¨²n no hay cifras oficiales (termina el domingo), pero pasado el ecuador, es evidente ya que la novena edici¨®n de la BCNegra ser¨¢, de seguir este ritmo, la m¨¢s concurrida, superando los 6.000 asistentes de la pasada convocatoria, que fue r¨¦cord. El evento, mayormente gratuito, se ha consolidado en plena crisis: con m¨¢s ambiente (mesas y conferencias) que detectives de lujo (Andrea Camilleri, el padre del popular Montalbano, es el ¨²nico grande entre grandes de este a?o), se ha hecho la multiplicaci¨®n de los panes y los peces. "En el acto m¨¢s flojo no hab¨ªa menos de 200 personas", apunta el librero Paco Camarasa, comisario de BCNegra. El aforo de La Capella (donde se celebran buena parte de las charlas) es de 400 personas y se ha desbordado a menudo, como ocurri¨® con la pieza teatral representada el martes con los personajes de Camilleri.
Todo es oro (negro): se ha conseguido involucrar a nuevas instituciones, algunas tan serias como el Colegio de Arquitectos de Catalu?a (donde la conferencia sobre si el urbanismo puede prevenir el delito apunt¨® potenciales e inquietantes relaciones entre el puerto y su influjo en la criminalidad del viejo distrito de Ciutat Vella). Y quiz¨¢ por la extensi¨®n de la fiebre (las mesas redondas est¨¢n abordando desde el ciberdelito a los cr¨ªmenes ¡ªliterarios¡ª ocurridos en el Vaticano, pasando por el asesinato del periodismo), por vez primera se ha detectado "m¨¢s gente joven junto a las mujeres, predominantes", radiograf¨ªa Camarasa. Y algo mejor: el evento empieza a generar "un incipiente turismo incluso de fuera de Catalu?a que acude exprofeso", constatan fuentes municipales.
BCNegra ya ha crecido este a?o en dos d¨ªas. Quiz¨¢ es la punta del iceberg de algo m¨¢s. ¡°Haremos una reflexi¨®n para mejorarla y darle aire¡±, apuntan prudentes desde el consistorio, felices con la relaci¨®n impacto-precio (90.000 euros). Ma?ana a¨²n queda la guinda: charla de Camilleri con sus lectores en la sala Barts, de las m¨¢s grandes de la ciudad (900 personas). Los que se queden fuera lo considerar¨¢n un crimen.
Babelia
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