Primer flechazo lector
Crecieron en los setenta y ochenta, cuando la modernidad llegaba a las letras infantiles. Hoy escriben y publican libros. ?Qu¨¦ le¨ªan de peque?os?
'Libros buenos para ni?os malos', el lema de Ursula Nordstrom, la legendaria editora ¡ªque impuls¨® a Maurice Sendak y su Donde habitan los monstruos¡ª, rigi¨® de alguna manera las siguientes d¨¦cadas, y la revoluci¨®n de los libros infantiles. Surgi¨® la despelujada nena que se negaba a comer sopa, Mafalda; una colecci¨®n de la italiana Adela Turin en la que las princesas eran libres e independientes y las tortugas enamoradas se rebelaban contra sus tir¨¢nicas parejas (Arturo y Clementina); y aparec¨ªan libros en los que los lectores ten¨ªan la posibilidad de decidir por d¨®nde segu¨ªa la trama de la historia. Si en las calles se escuchaban los ecos de revoluciones pol¨ªticas y sociales, en las baldas de las estanter¨ªas infantiles la libertad tambi¨¦n dejaba su impronta. As¨ª junto a los cl¨¢sicos, que formaron a las generaciones anteriores, junto a Verne, Ascott y Stevenson, surg¨ªan nuevas y osadas colecciones impulsadas en Lumen por Esther Tusquets o en Alfaguara por Michi Strausfeld y Jaime Salinas. Lo cierto es que a uno y otro lado del Atl¨¢ntico arrancaba una nueva era para la literatura infantil y juvenil. Los ni?os que crecieron en aquellas d¨¦cadas de cambio social hoy est¨¢n entre los 30 y los 45 a?os. Una poeta y editora, cinco novelistas, un editor independiente y un ilustrador responden a la pregunta ?qu¨¦ le¨ªas de peque?o? En sus respuestas se encuentra la clave de aquel primer flechazo lector.
Milena Busquets
"Desde los inicios de Lumen, mi madre puso especial ¨¦nfasis en los libros infantiles ilustrados, le gustaban much¨ªsimo y los coleccionaba, as¨ª que desde el principio tuve acceso a lo que por entonces me parec¨ªa lo m¨¢s normal del mundo y que m¨¢s tarde entend¨ª que era un aut¨¦ntico bot¨ªn de magn¨ªficos libros cuidadosamente escogidos. Recuerdo especialmente los libros de Topo Gigio, los de Leo Lionni, un Hansel y Gretel ilustrado por Bernadette, todos los de Adela Tur¨ªn. Tambi¨¦n devoraba los ¨¢lbumes de Carolina de Pierre Probst, las historias de la Condesa de Segur, especialmente Las desgracias de Sof¨ªa,y recuerdo haber le¨ªdo una y otra vez, en la edici¨®n que mi madre hab¨ªa le¨ªdo de ni?a y que a¨²n conservaba, las aventuras de Celia y de su hermano Cuchifrit¨ªn, de Elena Fort¨²n. Tambi¨¦n le¨ª mil veces, y sigo leyendo, los ¨¢lbumes de Tint¨ªn".
(Barcelona, 1972), editora y escritora, en enero saldr¨¢ su segunda novela, Tambi¨¦n esto pasar¨¢ (Anagrama).
Jes¨²s Carrasco
"De ni?o, sin duda, lo que m¨¢s me gustaba leer eran los ¨¢lbumes de Ast¨¦rix. En aquella ¨¦poca ten¨ªamos escuela por la ma?ana y por la tarde. Conservo un recuerdo muy vivo y muy feliz, seguramente el momento m¨¢s feliz de mi vida lectora, en el que estoy leyendo un Ast¨¦rix en una tarde de principios de primavera en el patio de la casa familiar, antes de volver a la sesi¨®n de tarde del colegio. El empedrado, el sol tibio, los geranios y los olores h¨²medos del invierno que se iba. El trabajo de Goscinny y Uderzo me sigue pareciendo brillante. Si un ni?o me pidiera que le explicara c¨®mo funciona el mundo econ¨®mico, le dar¨ªa Ob¨¦lix y compa?¨ªa. Tambi¨¦n me encant¨® leer Las aventuras de la mano negra, de Hans J¨¹rgen Press, y, algo m¨¢s tarde, los libros de Gran Angular. Me marcaron Belledonne, habitaci¨®n 16, de Anke de Vries, y Los escarabajos vuelan al atardecer,de Mar¨ªa Gripe".
(Badajoz, 1972), su primera novela, Intemperie, fue uno de los libros del a?o 2013 en Babelia.
Josefina Licitra
"Fui una ni?a insomne. Los fines de semana dorm¨ªa en una casa antigua ¡ªdel entonces novio y hoy marido de mi madre¡ª y las noches eran dif¨ªciles porque los muebles cruj¨ªan en la oscuridad. Como no pegaba un ojo, mataba las horas y los fantasmas leyendo. Julio Verne era mi principal h¨¦roe en ese l¨ªo. Veinte mil leguas de viaje submarino, La vuelta al mundo en 80 d¨ªas, Viaje al centro de la Tierra, La isla misteriosa, incluso Los hijos del capit¨¢n Grant¡ Las historias de Verne me salvaban de la realidad. Cada tanto alternaba con Louise M. Alcott y sus Mujercitas, o con los culebrones de Edmundo D'Amicis, o con la noble Siss¨ª; pero leer eso en plena noche era como defenderme de un ataque de zombis con un adorno floral en la mano. Verne, en cambio, era un sable. Me llevaba lejos. Yo busqu¨¦ al capit¨¢n Grant por el oc¨¦ano Atl¨¢ntico. Yo conoc¨ª el Nautilus y su luz macilenta bajo las aguas del Pac¨ªfico. Yo ca¨ª del globo aerost¨¢tico en La isla misteriosa. Yo, en fin, me fui de casa con Verne. Y eso, supongo, es m¨¢s de lo que puede esperarse de un primer autor".
(La Plata, 1975), periodista y escritora argentina, es editora de la revista juvenil e infantil Bonsai.
Valeria Luiselli
"Pas¨¦ parte de mi infancia en Corea del Sur, en donde los ¨²nicos libros que ten¨ªa a la mano eran los de la biblioteca de mi escuela. Una de las primeras obras que le¨ª con absoluto placer lo encontr¨¦ ah¨ª. Me da cierto pudor teclear el t¨ªtulo y el autor: Pet Sematary, Stephen King. La portada ten¨ªa un cementerio, un gato macabro, y una especie de zombi pacheco con ojos enrojecidos y dientes podridos. En mi defensa, debo decir que yo ten¨ªa nueve a?os, que ten¨ªa una incipiente pero clara inclinaci¨®n por las emociones extremas, y que otras ni?as le¨ªan cosas como Sweet Valley Twins. Cuando trat¨¦ de sacar el libro para llev¨¢rmelo a casa, la bibliotecaria me lo arrebat¨® de las manos: "Este es para mayores". Resolv¨ª esconderlo detr¨¢s de una estanter¨ªa y consultarlo cada vez que tuvi¨¦ramos receso u hora de biblioteca. Supongo que, m¨¢s que el libro mismo ¡ªdel cual no recuerdo una sola frase¡ª, fue la prohibici¨®n de leerlo lo que me marc¨® de modo profundo. Descubr¨ª, tal vez, que la lectura puede ser una forma de subversi¨®n, de rebeld¨ªa, de reclamar la independencia que el mundo nos est¨¢ siempre tratando de arrebatar".
(M¨¦xico, 1983), Historia de mis dientes (Sexto Piso) es el ¨²ltimo libro de esta escritora, radicada en Nueva York.
Elena Medel
"Descubr¨ª la lectura, m¨¢s all¨¢ de los vol¨²menes con pocas palabras e ilustraciones generosas, con las aventuras de Heidi ¡ªadaptadas a primer¨ªsimos lectores, no el texto de Johanna Spyri¡ª que mi abuela me regal¨® durante unos d¨ªas de enfermedad: ma?anas de fiebre, leche caliente y vidas llenas de detalles ¡ªcampo, animales¡ª que sorprend¨ªan, por distintos, a una ni?a de ciudad. Ah¨ª me enganch¨¦ a los libros, por las sensaciones y por los descubrimientos, y de ah¨ª salt¨¦ a los libros de la colecci¨®n Elige tu propia Aventura, que me permit¨ªan ¡ªen cierto modo¡ª la invenci¨®n, y a otra colecci¨®n, El Barco de Vapor, sobre la que me abalanzaba al distinguir en una librer¨ªa sus tonos azules o naranjas. Mis favoritos: los de Christine N?stlinger. Y Ana Mar¨ªa Matute, claro, con quien me encontr¨¦ en Paulina,y de la que ya nunca me separ¨¦".
(C¨®rdoba, 1985), editora y fundadora del sello La bella Varsovia, este a?o public¨® su poemario Chatterton (Visor).
Malcolm Otero
"Lo que recuerdo con m¨¢s nitidez de mis lecturas de infancia es una colecci¨®n de aventuras, Historias-Biblioteca verde de Bruguera, en la que adaptaban los textos y los acompa?aban de algunas ilustraciones. Estaba completamente deslumbrado con Ivanhoe, de Walter Scott, pero tambi¨¦n disfrutaba con Miguel Strogoff, Moby Dick, La caba?a del T¨ªo Tom, Colmillo Blanco, las Aventuras de Tom Sawyer, El fantasma de Canterville, El conde de Montecristo o Sandok¨¢n. Los le¨ªa una y otra vez, como si el objeto ¨²ltimo de la lectura fuera memorizar los textos. De todos modos, el primer libro que me fascin¨®, como a tantos otros ni?os de mi generaci¨®n, fue La historia interminable, de Michael Ende. Ten¨ªa alrededor de nueve a?os y en clase estaba ansioso por llegar a casa y continuar con la lectura del libro, editado por Alfaguara en tintas verde y granate y que, durante unos d¨ªas, fue mi objeto m¨¢s valioso".
(Barcelona, 1973), editor del sello independiente Malpaso.
Carlos Pardo
"Las enciclopedias fueron el principio. Recuerdo un volumen dedicado a la poes¨ªa que ten¨ªa poemas como 'El elefante no sab¨ªa de telefon¨ªa' que me divert¨ªa especialmente. Luego otra enciclopedia de historia, con tomos dedicados a la Segunda Guerra Mundial. Las historietas editadas en la colecci¨®n Fuera Borda, de autores franceses y belgas, como Espir¨² y la ardilla, Los hombrecitos y Superagente 327 tambi¨¦n ocuparon otra etapa, hasta que llegu¨¦ a los libros de la colecci¨®n Elige tu propia Aventura, en los que la historia avanzaba seg¨²n tus elecciones, un Rayuela para ni?os que me volv¨ªa loco. Pero realmente el primer libro que me dej¨® atontado fue Dr¨¢cula".
(Madrid, 1975), poeta y escritor, El viaje a pie de Johann Sebastian (Perif¨¦rica) es su ¨²ltima novela.
Juanjo S¨¢ez
"Mi libro preferido de ni?o era Cuentos por tel¨¦fono, de Gianni Rodari. Mi madre me lo le¨ªa en la cama. Era un libro de cuentos cortos, para ser contados por tel¨¦fono. Mi padre era viajante y cada d¨ªa nos llamaba y hablaba unos minutos con mi madre y conmigo. As¨ª que tanto la idea del tel¨¦fono como la del cuento estaban muy arraigadas en mi vida cotidiana. De ni?o, era como si esos cuentos de Rodari fueran contados por mi padre, siempre ausente. Mi infancia estuvo muy marcada por eso; por la distancia, la separaci¨®n y la fantas¨ªa. Creo que Cuentos por tel¨¦fonoes un cl¨¢sico de mi generaci¨®n, y tambi¨¦n creo que la figura del padre que viaja es muy representativa de esa ¨¦poca".
(Barcelona, 1972), historietista e ilustrador, su ¨²ltimo libro es Crisis (de ansiedad) (Reservoir Books).
Juan Gabriel V¨¢squez
"Uno de los primeros libros que le¨ª, con cinco a?os, fue Shadow, el perro pastor, de Enid Blyton. No puedo decir que haya sido una experiencia sobrecogedora, porque la autora nunca volvi¨® a ser parte de mis lecturas. A los ocho a?os comenc¨¦ a coleccionar unos libros de quiosco, de lomo verde y p¨¦sima calidad, que publicaba en Colombia la editorial Oveja Negra. All¨ª empec¨¦ a leer en serio: Veinte mil leguas de viaje submarino, Los tres mosqueteros, La isla del tesoro, Sandok¨¢n(¨¦ste lo le¨ª por la ¨¦poca del Mundial de Espa?a, y me maravillaba que el amigo de Sandok¨¢n se llamara igual que un jugador chileno: Y¨¢?ez). Por lo dem¨¢s, era lector de tiras c¨®micas: Mafalda es parte fundamental de mis lecturas, y tambi¨¦n Ast¨¦rix. A esto hay que a?adir revistas sobre f¨²tbol y hasta biograf¨ªas de jugadores, porque ¨¦sta era mi otra pasi¨®n, y acaso la primera".
(Bogot¨¢, 1973), Las reputaciones (Alfaguara) es la ¨²ltima novela del escritor colombiano.
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