Tonto en cuatro idiomas (o no tanto)
'Los pol¨ªglotas' re¨²ne una fascinante multitud de personajes ingeniosos e in¨²tiles
En literatura, como en todas las cosas de nuestro mundo, existe el fen¨®meno del eterno retorno. Peri¨®dicamente, como ciertas modas y ciertos pol¨ªticos, ciertos autores y ciertos libros aparecen, deslumbran y desaparecen, para volver a aparecer al cabo de un tiempo para deslumbrar y desaparecer de nuevo. Los ingleses son adeptos a este juego c¨ªclico y casi todos los a?os descubren, elogian y olvidan a James Hanley, Henry Green, Barbara Pym, Elizabeth Taylor. Y a William Gerhardie.
Gerhardie naci¨® en Rusia en 1895 y desde ni?o fue considerado por su aristocr¨¢tica familia inglesa como el m¨¢s tonto de los seis hermanos. El padre era el patr¨®n de una gran f¨¢brica de San Petersburgo y Gerhardie se crio en cuatro idiomas ¡ªruso, alem¨¢n, franc¨¦s e ingl¨¦s¡ª, de los cuales este ¨²ltimo era poco practicado. A los 18 a?os fue enviado por su padre a Inglaterra, donde su conocimiento del idioma materno mejor¨® (dijo m¨¢s tarde) gracias al descubrimiento de la prosa de Oscar Wilde. Se propuso ser un escritor biling¨¹e y empez¨® a componer relatos en ruso y en ingl¨¦s. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial fue enviado a la Embajada brit¨¢nica de Petrogrado, donde fue testigo de la Revoluci¨®n de Octubre. Con tales experiencias, Gerhardie hubiese podido ser un nuevo John Reed. En cambio eligi¨® ser una suerte de lac¨®nica Jane Austen del siglo XX.
Como todas las novelas de Gerhardie, Los pol¨ªglotas carece de argumento, o al menos de un argumento epis¨®dico tradicional
Con la crisis en Rusia, la familia Gerhardie fue evacuada y as¨ª empez¨® el periplo que Gerhardie contar¨ªa, con ajustes y agregados, en Los pol¨ªglotas. De regreso a Inglaterra, Gerhardie se instal¨® en Oxford, donde estudi¨® en la universidad y luego ense?¨® literatura inglesa, y donde public¨® el primer libro sobre Ch¨¦jov escrito en un idioma que no fuera el ruso. All¨ª public¨® tambi¨¦n su primera novela, Futilidad, que fue elogiada por los j¨®venes Evelyn Waugh y Graham Greene, y por los mayores Edith Wharton y Katherine Mansfield. Su destino literario parec¨ªa asegurado. Durante una estad¨ªa en Austria, escribi¨® otra novela, Los pol¨ªglotas, que no tuvo el ¨¦xito de la primera. Intentando otro g¨¦nero, compuso con su amigo, el pr¨ªncipe Leopoldo de Loewenstein, un manual de tipos psicol¨®gicos, V¨¦ase a s¨ª mismo como es usted de veras, con un espejo pegado al lomo de cada ejemplar e instrucciones para que el lector, anticipando la t¨¦cnica de Rayuela, elija al final de cada cap¨ªtulo el cap¨ªtulo siguiente. Cada vez m¨¢s desilusionado, algunos a?os m¨¢s tarde Gerhardie abandon¨® la escritura. A su muerte, en 1977, a los 82 a?os, se encontr¨® entre sus papeles una vasta novela hist¨®rica e incompleta que fue publicada p¨®stumamente bajo el t¨ªtulo de God¡¯s Fifth Column.
A pesar del entusiasmo de sus colegas por sus primeras novelas, Gerhardie juzg¨® que su obra no se hab¨ªa entendido. Con cierta amargura, en la introducci¨®n a uno de sus libros, Gerhardie compara los rese?adores a fabricantes de ristras de salchichas, apresurados por sacarse de encima la tarea de escribir sobre los libros de otros para poder dedicarse a los suyos propios. Sobre todo, Gerhardie reprocha a estos lectores no entender la secreta paradoja que sus ficciones encerraban. ¡°Ninguna obra de ficci¨®n es buena si no es un retrato fiel de la vida¡±, escribi¨®. ¡°Sin embargo, ninguna vida merece ser contada si no se sale de lo com¨²n. Y entonces parece improbable, como una obra de ficci¨®n¡±.
Gerhardie hubiese podido ser un nuevo John Reed. En cambio eligi¨® ser una suerte de lac¨®nica Jane Austen del siglo XX
La ¨²ltima resurrecci¨®n de Gerhardie se debe a la sabia decisi¨®n de la editorial Impedimenta de publicar su mejor novela, Los pol¨ªglotas, en una acertada traducci¨®n de Mart¨ªn Schifino. Como todas las novelas de Gerhardie, Los pol¨ªglotas carece de argumento, o al menos de un argumento epis¨®dico tradicional. En Los pol¨ªglotas pasa todo y no ocurre nada, salvo la aparici¨®n y desaparici¨®n de una multitud de personajes peculiares, sarc¨¢sticos, decadentes, ingeniosos, in¨²tiles, ambiciosos y resignados, es decir, ingleses. Su protagonista es el joven coronel Georges Hamlet Alexander Diabologh, quien viaja a Jap¨®n a finales de la Primera Guerra Mundial en busca de familiares belgas exilados en Tokio. En esa ciudad convencionalmente ex¨®tica, Diabologh se encuentra y se enamora de su prima, la enigm¨¢tica Silvia. Poco despu¨¦s, es enviado en una misi¨®n absurda a Vladivostok, donde conoce a m¨¢s parientes estrafalarios. La novela no acaba: se detiene. Y de pronto, como al final de una larga, bulliciosa velada, nos damos cuenta, nosotros los lectores, que hemos conocido a un sinf¨ªn de personajes fant¨¢sticos y fascinantes y o¨ªdo conversaciones de un rid¨ªculo exquisito y aforismos de una justeza admirable. ?Y luego qu¨¦? ¡°En cuestiones de gran importancia, el estilo, y no la sinceridad, es lo esencial¡±, dijo alguna vez el maestro de Gerhardie, Oscar Wilde. Los pol¨ªglotas ofrece la irrefutable prueba.
Los pol¨ªglotas. William Gerhardie. Traducci¨®n e introducci¨®n de Mart¨ªn Schifino. Impedimenta. Madrid, 2014. 382 p¨¢ginas. 22,76 euros.
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