Tachenko, John Grant y Fabi¨¢n
Tres discos, tres cr¨ªticas, tres puntuaciones de los nuevos lanzamientos
EL DISCO DE LA SEMANA: Tachenko - El comportamiento privado
Pasan los a?os, y nada consigue helarles la sonrisa a Tachenko. Llevan a?os mordiendo el polvo en escenarios secundarios, frecuentando horarios destinados a subalternos bajo los rigores de la media tarde y viendo c¨®mo toda una ¨¦lite de hacedores de pop en castellano de digesti¨®n r¨¢pida -compa?eros de generaci¨®n algunos, m¨¢s j¨®venes la mayor¨ªa- les adelantan por la derecha hasta capitalizar el prime time de cualquier gran festival, desde presupuestos mucho menos distinguidos. Incluso los imperativos log¨ªsticos de la segunda l¨ªnea de combate del indie de cu?o m¨¢s reciente (los ubicuos Le¨®n Benavente), la letra peque?a de esas citas multitudinarias, les han obligado a modificar su plantilla, liberando al bajista Edu Baos en beneficio de David Garc¨ªa Libi. Pero los ma?os siguen a lo suyo. Haciendo lo que mejor saben, canciones como soles. Sin agriar su capacidad para expedir melod¨ªas radiantes, sin fecha de consumo preferente.
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Artista: Tachenko
Disco: El comportamiento privado
Sello: LIMBO STARR
Calificaci¨®n: 7 sobre 10.
Ahora lo hacen, adem¨¢s, ampliando su radio de acci¨®n. Con menos cors¨¦s que nunca. Hace falta algo m¨¢s que una buena dosis de autoexigencia para descorchar una nueva colecci¨®n de temas con la abigarrada Los festivales de la fe, que conecta con la tradici¨®n pop hispana de los a?os 60 mientras desvela, con m¨¢s determinaci¨®n que nunca, el ascendiente de El Ni?o Gusano, su irrepetible caldo de cultivo. Y lo hace sin decantarse por el atajo m¨¢s corto, esquivando el recurso facil¨®n y estimulando la curiosidad del oyente, que se descubre predispuesto a escapar de esa tiran¨ªa de la fugacidad tan desgraciadamente vigente, que mutila la globalidad de los ¨¢lbumes en aras de un men¨² de degustaci¨®n que se consume en apenas tres canciones. En el caso de un ¨¢lbum como El comportamiento privado, se antojar¨ªa criminal desde?ar el desmelenado frenes¨ª rock que remata inopinadamente Otras vidas. O los vientos soul que inflan las velas de No tenemos nombre. O la estilizada psicodelia de Declaraci¨®n Universal. O, ya que abundamos en esos puntos de fuga que ensanchan el horizonte de la banda, el brillo sint¨¦tico de Midas, que enlaza con la invocaci¨®n al baile que ya despuntaba en El amor y las mayor¨ªas (2013). Y que nadie ose arrinconar su tradicional pericia por los estribillos meridianos -marca de la casa-, porque los que concretan M¨¢s madera, Mentes maravillosas o Estilo internacional (¡°esto no est¨¢ de moda, puedes ponerlo en tu titular¡±, nos dicen en ella, y ser¨ªa toda una certera declaraci¨®n de intenciones)no defraudan. Con sus dosis justas de enso?aci¨®n y rotundidad. De caricia y de mordisco.
El pop de tiral¨ªneas que trazan desde hace m¨¢s de una d¨¦cada Sergio Vinad¨¦, Sebas Puente y compa?¨ªa, siempre exhibe un candor enga?oso. Una ingenuidad aparente, que no deja de ser un taimado truco de viejos tah¨²res. La apuesta por un crecimiento que sabe que el factor diferencial reside en los peque?os detalles y en las segundas lecturas, engalanando canciones que, en esencia, siempre han bombeado pop de muchos quilates, esmaltado con el desprecio por las coyunturas. Y asumiendo que lo aut¨¦nticamente subversivo hoy en d¨ªa es algo tan sencillo como la renuencia a dejarse corromper. Reafirmar que siempre han merecido m¨¢s suerte, o m¨¢s reconocimiento, no es otra socorrida invocaci¨®n a congraciarse con el populoso club de los talentos incomprendidos. Es una demanda de justicia palmaria. Con po¨¦tica o sin ella. Carlos P¨¦rez de Ziriza
John Grant -?Grey Tickles, Black Pressure
He aqu¨ª un tipo peculiar que ha hecho fortuna (art¨ªstica) de ser el m¨¢s raro de la clase. Tras liderar diez a?os The Czars, banda irrelevante que le dio mucha pena y ninguna gloria, y despu¨¦s de probar fortuna (laboral) como traductor de ruso en un hospital de Nueva York, John Grant (Michigan, 1968) se dio otra oportunidad y prob¨® a grabar solo pasados los 40. En Queen of Denmark (2010), un ¨¢lbum de baladas rock de radiof¨®rmula de los 70 con piano en primer plano (piensen un poco en Harry Nilsson), se descubri¨® como un brillante humorista c¨¢ustico, vengativo, mordaz y sobre todo autopar¨®dico.
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Artista:John Grant
Disco: Grey Tickles, Black Pressure
Sello: Bella Union
Calificaci¨®n: 8 sobre 10.
Su siguiente largo, Pale Green Ghosts (2013), de factura m¨¢s electr¨®nica ochentera, llena de sintetizadores juguetones, acentu¨® el favor de la cr¨ªtica y le otorg¨® un estatus de cantautor (ejem) de culto que, sin embargo, no le hizo cambiar un ¨¢pice su visi¨®n de la vida. La vida no le dej¨®, por otro lado: en mitad de la gira de ese disco descubri¨® que era portador del VIH.
Homosexual reprimido en su juventud, campe¨®n de las relaciones destructivas y abusivas, exalcoh¨®lico, exdrogadicto, depresivo, Grant exhibe todas sus obsesiones y todos sus miedos sin asomo de pudor. Pero tambi¨¦n se r¨ªe de s¨ª mismo. La canci¨®n titular de su nuevo ¨¢lbum, Grey Tickles, Black Pressure comienza con una melod¨ªa grave, melanc¨®lica, pero la voz de bar¨ªtono de Grant desmiente: ¡°No cre¨ªa ser yo el destinatario de los anuncios de hemorroides que sal¨ªan en la tele¡±. Mientras desgrana la cotidiana ridiculez de hacerse mayor (por ejemplo: irte de vac¨ªo del supermercado porque ya ni sabes lo que te apetece comer), encuentra esta mueca para quitar hierro al asunto: ¡°Hay ni?os que tienen c¨¢ncer. Yo no puedo competir con eso¡±.
Musicalmente, frecuenta la diversidad de los dos ¨¢lbumes anteriores casi en lista cremallera: la primera piano-rock, la segunda electr¨®nica, y as¨ª. Electr¨®nica ahora m¨¢s chillona y distorsionada, con toques funky tipo Prince a veces, otras como unos Yazoo disfuncionales. Black Blizzard o You & Him combinan latigazos a gritos con estribillos irresistibles (el de la segunda tan tonificante que podr¨ªa ser de Supergrass, salvo por la letra que manda a un ex a paseo a tejer jerseys con Hitler). Las baladas, como la citada titular, Down Here o Global Warming (s¨ª, sobre el cambio clim¨¢tico) ponen sobre la mesa el contrapunto entre la m¨²sica mecedora y esas letras descaradas, sin verg¨¹enza para pisar charcos.
Reubicado en Islandia, Grant se siente ahora a salvo y enamorado, y a ello dedica el tramo final del disco: Disappointing (en la que canta Tracey Thorn), No More Tangles (un elogio de la vida sencilla) y la emocionante Geraldine (homenaje a Geraldine Page, la actriz de m¨¦todo acostumbrada a interpretar a sufridoras). Resume el esp¨ªritu de un ¨¢lbum atormentado, cautivador, siempre disfrutable, el mejor de un talento ¨²nico para reciclar su propia basura. Josu Lapresa
Fabi¨¢n - La fe remota
Tras diez a?os y cinco discos largos, se podr¨ªa concluir que, en lo comercial, las cosas para Fabi¨¢n contin¨²an como siempre: razonablemente mal. Es la sombra oscura que persigue a la generaci¨®n de los cantautores el¨¦ctricos que dieron sus primeros pasos a mediados de la primera d¨¦cada del nuevo siglo: Alfredo Gonz¨¢lez, Manolo Taranc¨®n, Rebeca Jim¨¦nez, Carlos Madrid, Pablo Moro y, entre otros, el mismo Fabi¨¢n.
Sin embargo los resultados en lo art¨ªstico, que es lo importante, por lo menos para los oyentes, son bien distintos y Fabi¨¢n, disco a disco, ha ido forj¨¢ndose como inquebrantable compositor. Volcado tanto en el verso certero como en dar con la melod¨ªa m¨¢s emocionante, preocup¨¢ndose tambi¨¦n por el sonido y producci¨®n de su obra, pr¨¢cticamente como un maestro orfebre, hasta alcanzar la excelencia en La fe remota, producido por ¨¦l mismo junto a Jos¨¦ E. L¨®pez, quienes adem¨¢s han grabado en solitario todos los instrumentos y voces. Juntos buscan una s¨®nica atemperada, como combatiendo el fr¨ªo de Le¨®n, perdi¨¦ndose en arreglos minuciosos, obsesionados con los juegos de voces, dotando a las guitarras de cuerpo, ora buscando electricidad rock, oro punteos de regusto folk, ora tonalidades jazz¨ªsticas. Parecieran abstra¨ªdos durante d¨ªas coloreando cada tema con af¨¢n perfeccionista, pues eso es lo que queda en el ced¨¦: perfeccionismo, pero ¨ªntimo y sensitivo, que es lo que piden estas canciones. Incluso se atreven a aproximarse, a su modo, a cadencias bailables (Premio y castigo), sin desentonar entre ese suave folk rock que es sello de la casa y que le debe tanto a Jeff Buckley y Ryan Adams como a Cecilia, Serrat o Quique Gonz¨¢lez. Porque Fabi¨¢n es de esos compositores que inspirados por la m¨²sica estadounidense se saben parte de una tradici¨®n y cultura propias.
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Artista: Fabi¨¢n
Disco: La fe remota
Sello: La Viejita M¨²sica
Calificaci¨®n: 9 sobre 10.
Quiz¨¢ el t¨ªtulo del disco hace menci¨®n no tanto al descreimiento en las cuestiones m¨ªsticas (que tambi¨¦n) sino a que la fe se halla en cuestiones m¨¢s terrenales pero tan inmateriales como son esos sentimientos y sensibilidad que desbordan un ¨¢lbum ajeno a las miserias circundantes y que se recrea en la introspecci¨®n, en las relaciones a dos, en lo que queda tras el abandono, como en la sugestiva Herida y cicatriz, que con sus aires country deja caer versos que pueden definir el ideario general: ¡°Yo soy mucho m¨¢s feliz / perdiendo esas batallas tan est¨²pidas / que son herida y cicatriz¡±.
Pero para hablar de emociones y fe hay que remitirse a S¨¢lvalo, casi seis minutos de dramatismo subrayado por dosis de ¨¦pica contenida (magn¨ªficos los solos de trompeta y guitarra el¨¦ctrica): ¡°Hay abismos que se salvan teniendo fe / en algo trivial, en algo banal, en algo peque?o y sencillo, / son los mismos que separan el mal del bien¡±. Tambi¨¦n hay espacio para la nostalgia pop en He quedado con los chicos (narrada desde el presente/pasado del adolescente que fue), o para un nada velado homenaje a Simon & Garfunkel en Camina conmigo (probando ecos andinos) o para saltar al rock el¨¦ctrico de Gorriones o al folk rock de Las musas. Para cerrar, una entregada versi¨®n de Los rel¨¢mpagos, del ya mencionado Carlos Madrid.
Una de las novedades que aporta La fe remota es que en algunos cortes, aunque sea sutilmente, Fabi¨¢n prueba registros vocales m¨¢s graves de lo habitual, abandonando su singular falsete en sordina (que puede ser un obst¨¢culo para muchos oyentes). Lo que nos hace confiar que en el futuro busque un tono m¨¢s natural, como las pinceladas aportadas aqu¨ª o como ha hecho en Volver¨¢n, canci¨®n que interpreta en Historias m¨ªnimas, el nuevo disco de Manolo Taranc¨®n, donde estremece vocalmente.
A a?os luz de esas decenas de nuevos grupos locales instalados en un punto equidistante entre Radiohead, Coldplay, el sopor m¨¢s alienante y la falta de imaginaci¨®n, La fe remota es rabiosamente actual, original y conmovedor. Juan Puchades
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