?Qu¨¦ ¡®Quijote¡¯ era el ¡®Quijote¡¯ de Menard?
Mientras el simbolista pretendi¨® reescribir el texto mediante una ascesis, Francisco Rico quiso restituir el ideal de Cervantes
En la imaginaci¨®n de Jorge Luis Borges, un oscuro escritor simbolista llamado Pierre Menard logr¨® escribir, de manera misteriosa, algunos pasajes del Quijote en todo id¨¦nticos a los que escribi¨® Cervantes, y al mismo tiempo, completamente diferentes por su significaci¨®n. El narrador del texto de Borges, que resulta ser un admirador y ex¨¦geta de la breve obra imaginaria de Menard, se da la tarea de corregir ciertos infundios p¨®stumos perpetrados contra este por una tal madame Henri Bachelier. El ex¨¦geta en cuesti¨®n, que ha tenido acceso privilegiado al fragmentario Quijote del autor franc¨¦s, cita al menos un pasaje de la obra. Remite al cap¨ªtulo noveno de la primera parte del Quijote, donde Cervantes escribi¨®: ¡°... la verdad, cuya madre es la historia, ¨¦mula del tiempo, dep¨®sito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir¡±.
El ex¨¦geta observa lo siguiente: ¡°Redactada en el siglo diecisiete, redactada por el ¡®ingenio lego¡¯ Cervantes, esa enumeraci¨®n es un mero elogio ret¨®rico de la historia¡±. Para demostrar la absoluta originalidad de Menard, ¨Cquien por su parte, hab¨ªa escrito: ... ¡°la verdad, cuya madre es la historia, ¨¦mula del tiempo, dep¨®sito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir¡±¨C, el ex¨¦geta narrador argumenta: ¡°La historia, madre de la verdad. La idea es asombrosa. Menard, contempor¨¢neo de William James, no define la historia como una indagaci¨®n de la realidad sino como su origen. La verdad hist¨®rica, para ¨¦l, no es lo que sucedi¨®; es lo que juzgamos que sucedi¨®. Las cl¨¢usulas finales ¡ªejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir¡ª son descaradamente pragm¨¢ticas. Tambi¨¦n es v¨ªvido el contraste de los estilos. El estilo arcaizante de Menard ¡ªextranjero al fin¡ª adolece de alguna afectaci¨®n. No as¨ª el del precursor, que maneja con desenfado el espa?ol corriente de su ¨¦poca.¡±
Estas aparentes humoradas de Borges han dado pie a innumerables planteamientos en torno a la literatura, la lectura y el lenguaje, que mantendremos en suspenso mientras formulamos una pregunta m¨¢s concreta y ecd¨®tica: ?Cu¨¢l es, de todas las ediciones del Quijote, la que Pierre Menard alcanz¨® a reescribir fragmentariamente, pero al pie de la letra, con todos sus puntos y comas, y en limpia y remozada ortograf¨ªa que nada o muy poco tiene que ver con la manera movediza en que se fijaban los sonidos en tiempos de Cervantes? El ex¨¦geta ¨Cy probablemente Pierre Menard tambi¨¦n¨C parecen ignorar que el citado cap¨ªtulo noveno daba inicio, en el Quijote de 1605, a una segunda parte, raz¨®n por la cual podr¨ªamos deducir que el texto que Menard vislumbr¨® no fue la edici¨®n pr¨ªncipe preparada por Juan de la Cuesta en aquel a?o ni ninguna otra posterior derivada de esta.
Tampoco vislumbr¨® ¨Cy esto s¨ª es una pena¨C el perdido aut¨®grafo del Quijote de Cervantes que, seg¨²n nos informa Francisco Rico ¡°deb¨ªa de ofrecer un aspecto revuelto, desigual y poco legible¡±; adem¨¢s, indica tambi¨¦n el fil¨®logo, Cervantes nunca marcaba las tildes del acento y ¡°a cada paso olvida el punto de la i¡±. Mucho menos pudo haber vislumbrado Menard la Historia de don Quijote de la Mancha, escrita por Cide Hamete Benegeli, historiador ar¨¢bigo, compuesta, seg¨²n se dice en el mismo cap¨ªtulo 9, en caracteres aljamiados. Esta inquietud ecd¨®tica se desvanecer¨ªa, si le di¨¦ramos un giro metaf¨ªsico. Menard ¨Cquien, o era un consumado esot¨¦rico o estaba tan loco como el propio don Quijote¨C probablemente lo que vislumbr¨® fue el arquetipo ideal del texto del Quijote del cual se habr¨ªan derivado, con mayor o menor fortuna y fidelidad, no solo su versi¨®n fragmentaria, sino tambi¨¦n la de Cervantes, la Cide Hamete Benengeli y, probablemente, la ap¨®crifa de Avellaneda. (...)
Nuestra inquietud ecd¨®tica, sin embargo, permanece en el aire: ?Cu¨¢l de todas es la edici¨®n del Quijote que Pierre Menard alcanz¨® a reescribir fragmentariamente? Seguramente se trat¨® de alguna edici¨®n espa?ola o argentina que Borges tuvo a la mano cuando compuso ¡°Pierre Menard, autor del Quijote¡±, quiz¨¢s alguna de las depositadas en la biblioteca municipal del barrio Boedo, donde a la saz¨®n trabajaba. Ciertamente no fue la edici¨®n que hoy presentamos, con la que las academias de la lengua han conmemorado a Cervantes dos veces en lo que va del siglo XXI. El anacronismo que esto supondr¨ªa (Menard, seg¨²n todo tiende a indicar, falleci¨® a fines de la d¨¦cada del treinta del siglo pasado), no es la raz¨®n principal de la imposibilidad, pues en las alturas metaf¨ªsicas poco importa la cronolog¨ªa, y el propio Borges intent¨®, aunque en vano, una refutaci¨®n del tiempo. La verdadera raz¨®n es Francisco Rico, quien al preparar el texto de la edici¨®n que ahora se reedita se atuvo fundamentalmente a las ediciones pr¨ªncipes de 1605 y 1615, las que Pierre Menard, evidentemente, desconoci¨®.
Este Menard es, como ya vamos viendo, la ant¨ªtesis del fil¨®logo. Tambi¨¦n podr¨ªa decirse a la inversa: los fil¨®logos, principalmente los del calibre de Francisco Rico, son la ant¨ªtesis de Pierre Menard. Mientras este pretende volver a escribir el Quijote mediante una ascesis simbolista, de ra¨ªz rom¨¢ntica y raigambre neoplat¨®nica, el fil¨®logo Francisco Rico, para restituir el Quijote ideal de Cervantes, compuls¨® m¨¢s de un centenar de ediciones antiguas y modernas; document¨® y razon¨® cuantas lecturas y decisiones se apartaron de las pr¨ªncipes, y moderniz¨® la graf¨ªa y la puntuaci¨®n. Esto ¨²ltimo, dice el fil¨®logo espa?ol ¨Cque tambi¨¦n tiene su sorna¨C lo hizo en plena conformidad con la intenci¨®n de Cervantes, pues era pr¨¢ctica com¨²n en el siglo XVII delegar en el impresor las decisiones gr¨¢ficas y ortogr¨¢ficas. [?Cortar se?alando con (...) Nos recuerda Rico que en los aut¨®grafos de Cervantes analizados por Miguel Romera Navarro no hay ni ¡°un solo caso de coma, de punto y coma, de dos puntos... ni el acento, las di¨¦resis o el guion en la divisi¨®n de una palabra al fin del rengl¨®n¡±, el punto no aparece m¨¢s que ocho veces en ¡°dos lugares donde correspond¨ªa coma¡± y en otros seis ¡°acaso como adorno¡±.] Cervantes, pues, confiaba en que sus editores e impresores aderezar¨ªan sus textos con estos y otros detalles seg¨²n conviniese al destino p¨²blico de su obra, incluido su nombre que el autor escrib¨ªa con be y los editores con uve. (Conviene, por supuesto, que los estudiantes de hoy y los enemigos de las academias no se enteren de que semejante laxitud caracterizaba la escritura, no solo de Cervantes, sino tambi¨¦n la de otros escritores de la ¨¦poca). (...)
Esta edici¨®n del Quijote pretende hablarles a los lectores de hoy como Cervantes, de haber podido, lo hubiera hecho. ¡°La modernizaci¨®n ortogr¨¢fica que parece obligado observar ¨Cdice el Francisco Rico¡ªcon un libro como ¨¦ste se apoya en los h¨¢bitos y preferencias de los lectores actuales, pero no lo hace para conformarse a sus antojos, sino para acatar por tal v¨ªa la intenci¨®n ¨²ltima del autor. Las numerosas notas al pie de p¨¢gina, ¨¢giles y sucintas, procuran ¡°allanar las dificultades que inevitablemente ofrece hoy la lengua del Siglo de Oro¡±. La notaci¨®n ling¨¹¨ªstica convive con otra que remedia, ¡°con extrema parquedad las principales perplejidades que al lector moderno pueden suscitar la historia y la cultura de otros tiempos¡±. ¡°Nuestra edici¨®n ¨Cse?ala tambi¨¦n Francisco Rico¡ªnaci¨® con el prop¨®sito de ofrecer, en el cuarto centenario del caballero de la Mancha por excelencia, un Quijote que invitara a la lectura a un amplio p¨²blico y que favoreciera la relectura y la consulta¡±.
Como es norma ya en las ediciones conmemorativas que preparan las academias de la lengua, esta viene acompa?ada de una breve antolog¨ªa de util¨ªsimos y discretos ensayos sobre Cervantes, el Quijote y la lengua de la ¨¦poca firmados por Dar¨ªo Villanueva, Mario Vargas Llosa, Francisco Ayala, Mart¨ªn de Riquer, Jos¨¦ Manuel Blecua, Guillermo Rojo, Jos¨¦ Antonio Pascual, Margit Frenk y Claudio Guill¨¦n. Trae, adem¨¢s, un amplio glosario que constituye, en s¨ª mismo, un breve diccionario del idioma de Cervantes. Se trata, pues, de una edici¨®n mod¨¦lica desde la perspectiva ecd¨®tica complementada con una valiosa caja de herramientas ¨²til tanto para los que lean el Quijote por primera vez como para los reincidentes. ?Qu¨¦ pena que Pierre Menard no alcanzara a conocerla!
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