12 poetas, 12 poemas
De Ida Vitale a Elena Medel, la poes¨ªa viva en espa?ol a trav¨¦s de una docena de autores
LA PALABRA
Expectantes palabras,
fabulosas en s¨ª
promesas de sentidos posibles,
airosas
????????????? a¨¦reas
?????????????????????????? airadas,
??????????????????????????????????????? ariadnas.
Un breve error
las vuelve ornamentales.
Su indescriptible exactitud
nos borra.
Ida Vitale (Montevideo, Uruguay, 1923)
PRISIONERA
Cuatro muros me encierran
y animales dom¨¦sticos
y ni?os.
No importas t¨².
Vivo un mundo
que tampoco me importa.
Otra vez interrumpes.
Voy a estallar. ?Cuidado!
La sombra entre mis sue?os,
la bestia que me alcanza,
las pezu?as ruidosas:
todo eso soy yo.
Claribel Alegr¨ªa (Estel¨ª, Nicaragua, 1924)
BORDES DEL SILENCIO
Las palabras con las que has convivido
durante tanto tiempo, ?siguen
sirvi¨¦ndote de algo? ?Podr¨¢s valerte de ellas
cuando ya los ant¨ªdotos
contra tu propia decepci¨®n
se hayan ido agotando?
Cueva nocturna, m¨²sica
emborronada, opaco
embate agreste de la luz, herrumbre
de adjetivos que rondan
el marasmo, ?con qu¨¦ herida
coincidir¨¢n por fin los bordes del silencio?
Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, C¨¢diz, 1926)
UNA PAUSA EN SU OFICIO
Por si el sue?o no es m¨¢s que un estado del alma,
un instante carnal y una pausa en su oficio,
confieso aqu¨ª que duele, el alma duele y suele
dejarnos de su mano mientras reina la noche,
la hermosa dama de cabello negro, acogedora
premonici¨®n falaz de un m¨¢s largo abandono,
al que es preciso, sin embargo, entregarse
por si el alma no es m¨¢s que un estado del sue?o.
Mar¨ªa Victoria Atencia (M¨¢laga, Espa?a, 1931)
?POR QU? ESCRIBE USTED?
Porque el fantasma porque ayer porque hoy:
porque ma?ana porque s¨ª porque no
Porque el principio porque la bestia porque el fin:
porque la bomba porque el medio porque el jard¨ªn
Porque G¨®ngora porque la tierra porque el sol:
porque San Juan porque la luna porque Rimbaud
Porque el claro porque la sangre porque el papel:
porque la carne porque la tinta porque la piel
Porque la noche porque me odio porque la luz:
porque el infierno porque el cielo porque t¨²
Porque casi porque nada porque la sed
porque el amor porque el grito porque no s¨¦
Porque la muerte porque apenas porque m¨¢s
porque alg¨²n d¨ªa porque todos porque quiz¨¢s
?scar Hahn (Iquique, Chile, 1938)
SOPHIA
?sta es la hora del deseo ardiente.
De mi cerebro una centella
cae en mi pecho
y me abro al espacio
como un eco.
Clara Jan¨¦s (Barcelona, Espa?a, 1940)
ESE OTRO QUE TAMBI?N ME HABITA...
Ese otro que tambi¨¦n me habita,
acaso propietario, invasor quiz¨¢s o exiliado en este cuerpo ajeno o de ambos,
ese otro a quien temo e ignoro, felino o ¨¢ngel,
ese otro que est¨¢ solo siempre que estoy solo, ave o demonio
esa sombra de piedra que ha crecido en mi adentro y en mi afuera,
eco o palabra, esa voz que responde cuando me preguntan algo,
el due?o de mi embrollo, el pesimista y el melanc¨®lico y el
inmotivadamente alegre,
ese otro,
tambi¨¦n te ama.
Dar¨ªo Jaramillo Agudelo (Santa Rosa de Osos, Colombia, 1947)
CUESTI?N DE ESTAD?STICAS
Fueron veintid¨®s, dice la cr¨®nica.
Diecisiete varones, tres mujeres,
dos ni?os de miradas aleladas,
setenta y tres disparos, cuatro credos,
tres maldiciones hondas, apagadas,
cuarenta y cuatro pies con sus zapatos,
cuarenta y cuatro manos desarmadas,
un solo miedo, un odio que crepita,
y un millar de silencios extendiendo
sus vendas sobre el alma multilada.
Piedad Bonnett (Amalfi, Colombia, 1951)
DEDICATORIA
Si alguna vez la vida te maltrata,
acu¨¦rdate de m¨ª,
que no puede cansarse de esperar
aquel que no se cansa de mirarte.
Luis Garc¨ªa Montero (Granada, Espa?a, 1958)
LA CANCI?N DEL VERANO SUENA M?S QUE LA ENEIDA
La canci¨®n del verano suena m¨¢s que la Eneida
y en vano -Cioran dice- busca Occidente una
forma de agon¨ªa digna de su pasado.
Pero as¨ª est¨¢n las cosas, y no tienen
vuelta
ni las generaciones ni las hojas
de los hombres.
Tristeza de saber que no regresaremos
a la ternura, la serenidad,
al fulgor de Virgilio.
Aquel verano
bail¨¢bamos oscuros bajo la noche sola.
Juan Antonio Gonz¨¢lez-Iglesias (Salamanca, Espa?a, 1964)
GAJOS
Alguien hab¨ªa abandonado
la naranja en una mesa:
quien olvida el don no lo merece.
Me romp¨ª la u?a sin poder rasgar su piel.
La fruta estaba seca, sus gajos sueltos,
pero la dura piel los manten¨ªa unidos.
Si yo me rompo por dentro
?qu¨¦ piel me contendr¨¢?
Mart¨ªn L¨®pez-Vega (Llanes, Espa?a, 1975)
ESTAMOS REALIZANDO OBRAS EN EL EXTERIOR. NO UTILIZAR ESTA PUERTA EXCEPTO EN CASO DE EMERGENCIA
Madurar
era esto:
no caer al suelo, chocar contra el suelo, contemplar el pudrirse de la piel
igual que un fruto antiguo.
Colch¨®n justo para los dos; a?os que chocan la lengua contra los dientes una y otra vez que se tambalean en la boca
a?os
del sentido incorrecto.
Con tres hilos de cabeza he tejido mi tiempo:
piensa en vosotros a mi edad, piensa en tres hilos de cabeza, qu¨¦ te falta, qu¨¦ te queda; piensa en tres hilos. Quiz¨¢
eso, madurar:
quiz¨¢ Ulises boca abajo, quiz¨¢ la orilla boca arriba,
eso que quer¨¦is me esperar¨¢ diez a?os. Pensad en diez ca¨ªdas; pensad en
diez hilos de cabeza. ?Aquello? ?La madurez? ?M¨¢rchate, olor a lavavajillas,
d¨¦jame con mi sue?o?
?O quiz¨¢ en la boca uvas para el postre del color
de la rodilla que cae al suelo,
de la rodilla que choca contra el suelo? Me tambaleo. Y era yo el zumo en la garganta, y era yo el fr¨ªo, era yo
las u?as y el est¨®mago, qui¨¦n era yo en mis a?os
con tres, en mi tiempo con diez hilos de cabeza. Hasta mi habitaci¨®n
por la escalera de incendios un hombre
y su sentido contrario. Diez hilos de cabeza, veinte hilos de su pecho atados a mi pecho,
juro que am¨¦ los golpes de sus piernas. Digo que madurar era esto: que no pude negarme, digo que mis tres hilos de nada entre los dedos, y jur¨¦ chocar y el suelo
lo jur¨¦. Pens¨¦ al suelo la ca¨ªda
y el choque contra el suelo. Pens¨¦ el aliento pens¨¦ dije
tres hilos de cabeza: tambaleo.
Pens¨¦ en mi edad y pens¨¦ en vosotros y pens¨¦
que nadie me avis¨® de madurar as¨ª, junto a la vida y el fr¨ªo en el caj¨®n
de la fruta que se pudre.
Elena Medel (C¨®rdoba, Espa?a, 1985)
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