Los pintores que amaron los pintores
La National Gallery de Londres convierte en exposici¨®n la vocaci¨®n coleccionista de algunos de los grandes de la historia del arte
Los grandes maestros pintaban pero, ?hasta qu¨¦ punto les obsesionaba lo que pintaban los dem¨¢s? ?Por qu¨¦ artistas excepcionales husmearon, rastrearon y no pararon hasta llevar a sus casas las obras de otros artistas excepcionales en una furia coleccionista que fue aut¨¦ntica obsesi¨®n en algunos casos, como el de Degas? Furiosos ejercicios de admiraci¨®n y solidaridad pero tambi¨¦n de impotencia y envidia, recelos, fascinaciones, inspiraci¨®n y copia, fiebre coleccionista, prestigio y miseria se dan la mano este verano en las salas de exposiciones temporales de la National Gallery de Londres. La muestra Painters' Paintings (Pinturas de pintores), comisariada por la conservadora francesa Anne Robbins, presta atenci¨®n a esta contradictoria madeja de relaciones: las que entretejieron en el tiempo, a menudo con decenios o siglos de distancia, artistas como Lucian Freud y Corot, C¨¦zanne y Matisse, Matisse y Picasso, Van Dyck y Tiziano, Reynolds y los renacentistas italianos o Degas y Delacroix¡ Inaugurada el pasado 23 de junio y abierta hasta el 4 de septiembre, la nueva exposici¨®n de la National Gallery surge como un ejemplo bastante n¨ªtido de eso que los responsables de los grandes museos mundiales de hoy ¨Cy en este caso concreto, el ex director adjunto del Prado y actual director de la galer¨ªa de Trafalgar Square, Gabriele Finaldi- han dado en llamar ¡°la necesidad del relato¡±. Ya no basta con acumular en las paredes mareantes conjuntos de obras procedentes de uno o varios artistas (salvo que esa acumulaci¨®n consista en dos docenas de boscos, como ocurre este verano en El Prado). Hay que contar algo, presentar una intenci¨®n, escribir la novela m¨¢s o menos real, m¨¢s o menos ficticia que pulula entre las ¨¦pocas, los autores y las corrientes.
Es lo que ocurre con Painters' Paintings, ¡°una verdadera puerta de entrada al universo privado de los artistas¡±, en palabras del propio Finaldi, para quien esta muestra ¡°no trata solo de lo que todos esos maestros coleccionaron, sino tambi¨¦n de por qu¨¦ lo hicieron, de c¨®mo convivieron con todas estas obras y de las posibles influencias que esas pinturas ejercieron en ellos¡±.
Freud y Corot, pareja inseparable
El origen de esta exposici¨®n es La italiana. La mujer con la manga amarilla, el magistral retrato femenino obra de Corot que el pintor Lucian Freud (1922-2011) tuvo durante muchos a?os en el sal¨®n de su casa londinense de Holland Park y que influy¨® en algunas de sus obras clave, como el c¨¦lebre Autorretrato, tambi¨¦n presente en la exposici¨®n. La familia de Freud lo acab¨® donando a la National Gallery tras la muerte del gran artista berlin¨¦s en 2011.
En su testamento, Lucien Freud hab¨ªa expresado su voluntad de donar el cuadro a Reino Unido como muestra de agradecimiento por la acogida que ¨¦l y su familia recibieron de este pa¨ªs tras huir de la Alemania nazi. Freud, que contaba en su fabulosa colecci¨®n privada con obras de Degas, Corot y Constable, entre otros, dej¨® dicho que el retrato quedara instalado en la National Gallery para que los j¨®venes aficionados al arte pudieran disfrutarlo en Londres. ¡°Voy a ver cuadros como si fuera al m¨¦dico¡ para que me ayuden¡±, sol¨ªa decir Lucien Freud cuando era preguntado por su afici¨®n a asistir a exposiciones y subastas.
M¨¢s de 80 obras vertebran este relato sobre lo que podr¨ªamos llamar los pintores y sus pintores favoritos. Cerca de la mitad procede de los propios fondos de la National Gallery, y el resto ha sido prestado por coleccionistas privados y por instituciones como la Universidad de Cambridge, la Galer¨ªa de Arte de Leeds, la National Gallery de Escocia, el British Museum y la Royal Academy de Londres, el Museo de Orsay, el Centro Pompidou y el Petit Palais de Par¨ªs, el Museo de Bellas Artes de Filadelfia, la Ordrupgaard de Copenhague o las Colecciones Reales de la Reina de Inglaterra. Algunas de las obras seleccionadas no hab¨ªan sido expuestas al p¨²blico con anterioridad. En total, la muestra recorre cinco siglos de creaci¨®n art¨ªstica. Lo hace a trav¨¦s de siete salas, siete casos de estudio sobre la relaci¨®n entre los pintores. ¡°?Qu¨¦ cosas nuevas podemos aprender sobre los artistas a partir de sus colecciones personales? Esta exposici¨®n creo que es la respuesta¡±, explica Anne Robbins.
Razones emocionales, intelectuales o t¨¢cticas mov¨ªan a los maestros a comprar obras de sus iguales contempor¨¢neos o pasados. ¡°Las obras de arte son modelos que uno debe imitar y, a su vez, rivales con los que uno debe lidiar¡±, admiti¨® en su d¨ªa con bastantes dosis de honestidad y fair play sir Joshua Reynolds (1723-1792), el que fuera primer presidente de la Royal Academy adem¨¢s de uno de los grandes en la escena art¨ªstica brit¨¢nica del siglo XVIII. Y solo hay que releer las palabras de Degas hablando de su admirado, pero tambi¨¦n denostado, Jean-Louis Forain, pintor franc¨¦s de principios del XIX y autor de Le tribunal, una peque?a pintura de car¨¢cter sat¨ªrico que lleg¨® a obsesionar al genial creador de caballos y bailarinas. Degas acab¨® comprando el cuadro y lo tuvo en un lugar preeminente de su sal¨®n. Lo que no le impidi¨® un d¨ªa decir del propio Forain: ¡°Pinta con sus manos dentro de mis bolsillos¡±, en una muy poco velada acusaci¨®n de plagio de su obra.
Degas (1834-1917) es uno de los casos m¨¢s extravagantes de toda esta galer¨ªa de pintores-coleccionistas. Lleg¨® a poseer en su colecci¨®n privada hasta 22 pinturas de Ingres y 16 de Delacroix ¨Csus dos verdaderas obsesiones pict¨®ricas- y acab¨® sus d¨ªas preso de una verdadera furia compradora pese a no tener siempre consigo el dinero necesario para tales dispendios. Hilaire-Germain-Edgar Degas se presentaba en las mejores subastas y compraba, y segu¨ªa comprando y compraba a¨²n m¨¢s. ¡°?No puedo parar!¡±, lleg¨® a exclamar un d¨ªa en plena puja en Par¨ªs. Y al d¨ªa siguiente exclam¨® orgulloso: ¡°Ya est¨¢, ya tengo los cuadros conmigo¡ Ahora lo que no tengo es dinero ni para vestirme¡±.
Otro caso a destacar es el de Henri Matisse (1869-1954) y su extra?a relaci¨®n con Pablo Picasso. Se intercambiaron pinturas durante muchos a?os. Matisse regal¨® a Picasso un dibujo suyo como agradecimiento a que, durante la ocupaci¨®n nazi de Par¨ªs, este hubiera protegido y cuidado su caja fuerte. La respuesta: Picasso le envi¨® a su casa una obra de factura y cotizaci¨®n impresionante, el Retrato de Dora Maar, que hab¨ªa pintado en 1942. Ambos se admiraron y rivalizaron con igual intensidad durante a?os, y la muestra de Londres da fe de ello.
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