Romance del ni?o perdido

Cuatro temas graves aparecen sucesivamente, como capas de cebolla, en El peque?o poni: el acoso escolar; la homosexualidad incipiente, estigmatizada; el rechazo materno y la conducta psicop¨¢tica colectiva. Paco Bezerra, su autor, crea una intriga en torno a lo que le sucede a un ni?o, protagonista ausente de escena durante toda la funci¨®n, del cual sabemos solo a trav¨¦s de lo que sobre ¨¦l conversan sus padres, interpretados con determinaci¨®n por Roberto Enr¨ªquez y Mar¨ªa Ad¨¢nez.

El inter¨¦s superlativo que el relato despierta ya de entrada, se va minorando a medida que avanza, siempre en el sal¨®n de la casa familiar, a trav¨¦s de dos ¨²nicas voces (la del progenitor, esperanzado, y la de la madre, esc¨¦ptica y presta a dar el brazo de su hijo a torcer) que parecen, a menudo, estar vertiendo frases, opiniones y enunciados de autor: cabales, s¨ª, pero en crudo, sin una elaboraci¨®n dram¨¢tica convincente.

Hay un desnivel entre el horror al que se ve sometido el ni?o y la forma en la que se habla de ello, tambi¨¦n desde la puesta en escena, de vocaci¨®n realista. Los actores hacen un trabajo correcto, m¨¢s recio y convencido el de Enr¨ªquez, pero no entran en un verdadero cara a cara: a la Irene de Mar¨ªa Ad¨¢nez el tac¨®n la iguala con Jaime, pero le quita la toma a tierra que necesita en los momentos en que su enfrentamiento es frontal. La ¨²ltima vuelta de tuerca del texto parece un tanto forzada, y el final, optimista a ra¨ªz de un giro repentino en la conducta de uno de los personajes, da a entender que en los problemas sociales, cuyo abordaje debe de ser social siempre, caben soluciones m¨¢gicas.