¡°Todo conspira contra la posibilidad de que la poes¨ªa tenga un p¨²blico amplio¡±
Guillermo Carnero, uno de los grandes nov¨ªsimos, vuelve a la primera l¨ªnea con un poemario m¨¢s accesible, aunque no era su intenci¨®n
Alto, atento, ataviado con un impecable traje de tres piezas, Guillermo Carnero vive rodeado de objetos bellos y de libros, muchos libros. Todo est¨¢ en perfecto orden en su casa de Valencia. La luz primaveral del mediod¨ªa, que entraba a raudales, ha sido convenientemente tamizada. Nada remite al t¨ªtulo Regiones devastadas (Fundaci¨®n Jos¨¦ Manuel Lara) de su nuevo libro, si bien se puede trazar una continuidad entre el mundo y el lenguaje de sus poemas y el entorno y las formas del escritor.
¡°El Servicio Nacional de Regiones Devastadas era una instituci¨®n del franquismo con la que mi libro no tiene nada que ver; el t¨ªtulo se refiere a los distintos ¨¢mbitos en los que se revela el fracaso de construir la propia identidad y dejar memoria de ella. La ilustraci¨®n de cubierta es el busto de Cicer¨®n que la guardia del castillo romano de Sant¡¯Angelo usaba para sus ejercicios de tiro, apuntando a los ojos. Los poemas de Regiones devastadas nos traen una mirada herida en la que han dejado huella dos agresiones solidarias: la del tiempo y la de las limitaciones del ser humano, condenado al fracaso de envejecer, de morir y de no ser comprendido ni en s¨ª mismo ni en sus obras¡±, explica el poeta valenciano. Jubilado a sus casi 70 a?os como catedr¨¢tico de Universidad y premio Nacional de Poes¨ªa en 2000 por Verano ingl¨¦s, Carnero es uno de los m¨¢s destacados poetas espa?oles y fue miembro del c¨¦lebre grupo que el editor Josep Maria Castellet bautiz¨® en 1970 con el nombre de Nov¨ªsimos.
De aquel grupo de nueve (Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, Antonio Mart¨ªnez Sarri¨®n, Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez, F¨¦lix de Az¨²a, Pere Gimferrer, Vicente Molina Foix, Ana Mar¨ªa Moix, Leopoldo Mar¨ªa Panero y ¨¦l mismo), ?era Carnero el m¨¢s dandi? ?el mejor poeta? El escritor responde a la primera pregunta sin dejar de sonre¨ªr: ¡°En la Barcelona de mis 20 a?os me hac¨ªa los trajes en una sastrer¨ªa muy elegante de la Rambla, y tambi¨¦n me hice un esmoquin, con el que entonces era costumbre ir a la ¨®pera. Cosas de juventud. Siempre me ha gustado la elegancia en el sentido tradicional y convencional de la palabra: ser cuidadoso en el atuendo y en la escritura¡±.
Su paso por Barcelona fue clave: ¡°Conoc¨ª a Rosa Reg¨¢s, Jos¨¦ Mar¨ªa Castellet, Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma¡ Pere Gimferrer, Ana Maria Moix y yo nos sent¨¢bamos en el mismo banco en las clases de Jos¨¦ Manuel Blecua en la Universidad. Entrar en aquel grupo fue una suerte¡±.
Carnero rechaza la idea de que los nov¨ªsimos nacieron como oposici¨®n a la poes¨ªa social de aquellos a?os: ¡°Nos opon¨ªamos al neorromanticismo y a reducir la poes¨ªa a lo cotidiano y lo contempor¨¢neo, al lenguaje directo de la tradici¨®n rom¨¢ntica. En el 50 hab¨ªa bastante de las dos cosas¡±.
Tampoco acepta la f¨®rmula de poes¨ªa de la experiencia: ¡°Como tal es una redundancia, y un error si quiere decirse que la experiencia se opone a la cultura. De hecho, experiencia cotidiana y experiencia cultural se combinan para producir poes¨ªa aut¨¦ntica, y la cultura es, en nuestra visi¨®n del mundo, un ingrediente cotidiano. No es correcto remitirse a la generaci¨®n del 50 para oponer poes¨ªa y cultura. Quien lea a Jaime Gil de Biedma, uno de los iconos de la llamada poes¨ªa de la experiencia, se dar¨¢ cuenta. Era un hombre cargado de cultura, que se reflejaba en su conversaci¨®n y en su escritura. Tuve dos lectores excepcionales de mi primer libro a¨²n in¨¦dito, Gil de Biedma y Vicente Aleixandre¡±.
Culturalista, veneciano, el poeta asume las etiquetas si sirven para entenderse y explica por qu¨¦ en la introducci¨®n de su nuevo libro advierte que si sus poemas son m¨¢s accesibles, ese no ha sido su objetivo: ¡°Por mucho que uno haga todo conspira contra la posibilidad de que la poes¨ªa tenga un p¨²blico amplio, empezando por la educaci¨®n, que la ha marginado por completo. La base de cultura general que daba el antiguo bachillerato se ha perdido... No aspiro a ser m¨¢s accesible, pero si lo soy me doy por satisfecho, a beneficio de inventario¡±.
Carnero desconoce el fen¨®meno de la eclosi¨®n de la poes¨ªa en las redes sociales y sostiene que si la ¡°poes¨ªa sobrevive sobre todo es como letra de canci¨®n¡±. ¡°Y eso est¨¢ muy bien en casos como Elton John, Tom Waits, Leonard Cohen, Bob Dylan o Johnny Cash, que me gustan mucho¡±, a?ade.
Uno de los poemas de Regiones devastadas le sorprendi¨® tras haberlo escrito, porque trata ideol¨®gicamente el recuerdo de unos frescos de Rafael. ?Es un poema social? ¡°Estar¨ªa bueno a estas alturas de mi vida¡±, bromea. ¡°Se me ocurri¨® visitando el campo de exterminio nazi de Sobibor. Siempre he conocido y reprobado las atrocidades nazis, pero por primera vez sent¨ª una emoci¨®n con profundidad de solidaridad humana, m¨¢s all¨¢ de lo egoc¨¦ntrico, y me llev¨® a un referente cultural. Pensando en las personas que hab¨ªan muerto en aquel lugar me vinieron a la memoria los frescos que Rafael pint¨® en el Vaticano por encargo de Julio II y Le¨®n X. Los dos papas quer¨ªan lanzar un mensaje de consuelo que la historia contradice: que es inevitable que la justicia prevalezca en el mundo porque sobre ¨¦l flota la vigilancia o providencia de Dios. Si hubiera intentado escribir un poema con el pensamiento pero sin emoci¨®n, el resultado habr¨ªa sido un fracaso, como lo es la mayor¨ªa de la poes¨ªa social, resultado del mero autoencargo ideol¨®gico¡±.
El siglo XVIII, la ¨²ltima ¨¦poca para ser de izquierdas con inocencia
Carnero preferir¨ªa haber vivido en el siglo XVIII: "Pero en el XVIII franc¨¦s, no en el espa?ol, aunque Mel¨¦ndez Vald¨¦s era un poeta de primera fila, de rango europeo. Y tambi¨¦n lo era Jovellanos, aunque pocos lo recuerden. Me gusta el XVIII primero en lo est¨¦tico, porque es un siglo sensual y vital, en el que la represi¨®n moral desaparece en el arte, y se impone el desnudo. En Francia, pero no en Espa?a, donde 'La maja desnuda' de Goya ten¨ªa que mantenerse escondida. Y segundo, en lo ideol¨®gico, porque es la ¨²ltima ¨¦poca de Occidente en la que se puede ser con inocencia y de buena fe progresista y de izquierdas. Todo est¨¢ a¨²n por descubrir, y todav¨ªa cabe creer en las utop¨ªas, que ir¨¢n luego fracasando, desde la Revoluci¨®n francesa a la Bolchevique¡±.
Babelia
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