Ortu?o y sus frases verdaderas

Como si le estuviera viendo ahora: C¨¦zanne es un andar¨ªn al que tanto en Aix como en Par¨ªs toman por un chiflado; circunstancia que no evita que busque lugares donde plantar el caballete para atrapar un paisaje y reanimar la memoria de lo olvidado que, como es sabido, es una las actividades preferidas de los que desean innovar.

O¨ªdos sordos. No por o¨ªr las chanzas, C¨¦zanne va a desviarse de su camino: ¨¦l va a lo suyo; sabe que est¨¢ reinventando la pintura. Al mirarle distra¨ªdamente, no puedo percibirle m¨¢s presente y entero, como si ser de otra ¨¦poca le permitiera hacerse m¨¢s visible para m¨ª ahora. Claro que hay cosas que ¨¦l a¨²n no puede saber. No sabe, por ejemplo ¡ªporque a¨²n no ha ocurrido¡ª que a?os despu¨¦s Hemingway dir¨¢ que le gustar¨ªa escribir como ¨¦l pintaba, ya no solo porque en cuestiones de estilo el artista de Aix demostr¨® que no era suficiente con "escribir frases verdaderas", sino porque nada superaba sus pinceladas tan abiertas y de textura tan visible, con repeticiones y variaciones sutiles, cada una llena de algo parecido a la emoci¨®n, pero una emoci¨®n profundamente controlada.

Es curioso, pero esa emoci¨®n contenida es la misma ¡ªhasta que al final estalla¡ª que recorre el ¨²ltimo libro de relatos de Antonio Ortu?o, escritor de Zapopan, Jalisco, nacido en 1976, maestro de las variaciones sutiles, como puede apreciarse ¡ªadmirarse¡ª a lo largo de La vaga ambici¨®n (P¨¢ginas de Espuma), la autobiograf¨ªa rota y oblicua de un escritor de nuestros d¨ªas; en concreto, la autobiograf¨ªa esquinada del cuarent¨®n Murray, un narrador que va construyendo ¡ªseis relatos en total¡ª su testimonio de lo que significa hoy escribir en el campo sucio de un mundo ya sin literatura.

En otros d¨ªas, el arte de narrar represent¨® un todo, pero, a medida que vol¨® el tiempo del caballete fijo y se viaj¨® de la totalidad (Balzac) a lo fragmentario (Flaubert, C¨¦zanne), ese arte perdi¨® su integridad, su grandeza. El libro de Ortu?o, con su arraigado sentido del fragmento, se centra en la situaci¨®n de desdicha templada y hacia el final casi b¨¢rbara de un ¡°escritor literario¡± de la generaci¨®n de narradores latinoamericanos que irrumpi¨® con fuerza a comienzos de este siglo. El libro, que cuenta con buenas ¡°frases verdaderas¡± que ocultan interesantes dosis de ficci¨®n, proclama que ¡°escribir es inventar qui¨¦nes somos¡±, y nos acerca al ¡°campo sucio¡± de quienes en realidad sienten que trabajan en un oficio que se extingue, y del que no sabemos si en realidad est¨¢ ya fundi¨¦ndose por el bien de todos. ?O no dice Joy Williams ¡ªcomo nos recordaba el otro d¨ªa Rodrigo Fres¨¢n¡ª que tal vez novelas y cuentos vayan a extinguirse pronto, porque estamos cansados de hablar sobre nosotros mismos? Eso explicar¨ªa el giro ensay¨ªstico hacia el final de La vaga ambici¨®n y la seca ruptura con la emoci¨®n contenida para incluir de golpe frases tan autenticas como verdaderos hachazos falsos. Un libro brutal en el que, por decirlo de un modo suave, se percibe que los desahuciados escritores de hoy combaten para ¡°derrotar a Inglaterra¡±, pero son ya ¡°basura pasada¡±.