Cine del bueno en la serie ¡®La peste¡¯
Es una serie que podr¨ªa llevar la firma de HBO
Desde que empez¨® el siglo, los mayores placeres cin¨¦filos se los debo, parad¨®jicamente, a las series de televisi¨®n. A ciertas series de televisi¨®n, aclaro. Cuando aparece el logotipo de HBO y de algunas otras productoras norteamericanas s¨¦ que normalmente va a estar acompa?ado por el certificado de calidad, independencia creativa para sus autores, respeto hacia la inteligencia y la sensibilidad del receptor, un nivel est¨¦tico a la altura del gran cine. Y evidentemente, hay que pagar por ello. En mi caso, esperar con poco margen de paciencia a que esas series aparezcan en DVD o en Blu-Ray, ya que nunca las veo cuando van emitiendo en la televisi¨®n sus sucesivos cap¨ªtulos y mi demencial impotencia ante la t¨¦cnica tampoco ha aprendido a grabarlas. Esas series poseen un lugar privilegiado en mi filmoteca privada y las reviso continuamente. Puedo haber visto The Wire, Los Soprano, Deadwood, Boardwalk Empire, Roma, Carnivale, A dos metros bajo tierra, Mad Men, Breaking Bad, Juego de tronos, House of Cards, la primera temporada de True Detective y de Fargo (solo la primera), y otras que imperdonablemente olvido, m¨¢s de 10 veces de principio a fin. Son la mejor droga que he descubierto en el siglo XXI.
Y confieso mi ignorancia respecto a las series espa?olas. Encender la televisi¨®n convencional (con m¨ªnimas excepciones) me provoca alergia y cuando me tropiezo moment¨¢neamente con series espa?olas no suelo aguantar m¨¢s de cinco minutos. Entiendo que estas puedan tener efectos opi¨¢ceos para millones de adictos pero me mantengo inmune a ese popularizado encanto. No pretende ser una actitud elitista, sino que cada uno se divierte con lo que quiere o con lo que puede.
Los directores, guionistas e int¨¦rpretes con m¨¢s talento del cine actual est¨¢n siendo tentados por las series y casi todos acaban mordiendo la manzana. Le ha ocurrido a Alberto Rodr¨ªguez, uno de los mejores directores del cine espa?ol y el resultado es La peste, cuyos dos primeros cap¨ªtulos ha exhibido el festival de San Sebastian. En mi caso, supone una de las mayores alegr¨ªas (y no han existido demasiadas en la secci¨®n oficial) que he recibido en esta edici¨®n. Imagino que Alberto Rodr¨ªguez ha dejado claras sus exigencias al meterse en movida tan costosa. O sea, mantener su personalidad creativa, no ceder a intereses comerciales para que el producto resulte accesible a costa de rebajar su calidad, lograr una ambientaci¨®n espectacular en algo tan caro como el cine de ¨¦poca, utilizar una fotograf¨ªa ins¨®lita y sombr¨ªa, dotar a la serie de aut¨¦ntico olor y sabor, huir de lo convencional en situaciones, personajes y di¨¢logos, crear una atm¨®sfera inquietante. Misi¨®n cumplida, al menos en el arranque de La peste. Es una serie que podr¨ªa llevar la firma de HBO.
Se desarrolla en Sevilla a finales del siglo XVI, ciudad con esplendor financiero y amenazado por una epidemia depredadora que se intenta mantener oculta. La protagoniza un hombre acorralado que regresa para pagar una deuda afectiva, cr¨ªmenes rituales, una Inquisici¨®n tan sinuosa como brutal, ni?os dickensianos que atacan en la oscuridad, sensaci¨®n de podredumbre, manceb¨ªas, reencuentros problem¨¢ticos entre gente que se dej¨® huella, financieros chantajeados por su perseguida sodom¨ªa, buscavidas tan j¨®venes como endurecidos, permanente sensaci¨®n de amenaza y miedo. Lo ¨²nico que lamento es no haber visto de un tir¨®n los seis cap¨ªtulos de los que se compone la serie. Tambi¨¦n me cuesta entender n¨ªtidamente lo que dicen algunos actores ya que, consecuentemente, hablan con acento andaluz. Creo que el problema no es de mi o¨ªdo sino del sonido de la sala. Algo que se convierte en una tortura en muchas pel¨ªculas latinoamericanas y que te condena a consultar los subt¨ªtulos. Existe cine de primera clase en esta serie de televisi¨®n.
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