Calles llenas de gente sola
Autoras como Olivia Laing y Jana Leo abordan en sendos libros el aislamiento del urbanita
La historia de la literatura contiene la historia de las ciudades, de su construcci¨®n, de su crecimiento y de la fascinaci¨®n que provocan, pero tambi¨¦n del p¨¢nico y la soledad a los que pueden abocar a sus habitantes. En la ciudad se es libre y an¨®nimo, pero los fl?neurs que en sus paseos relajados se fijaban en detalles anodinos que escond¨ªan la historia de una vida son ahora almas perdidas buscando consuelo a su desesperaci¨®n.
En realidad, ¡°la historia de la soledad es mucho m¨¢s antigua que la historia de los libros¡±, como dice uno de los personajes de Tr¨¢nsito, la ¨²ltima novela traducida de la escritora inglesa Rachel Cusk. Y es casi un t¨®pico, una imagen frecuente (¡°Necesito alguien que comprenda / que estoy sola en medio de un mont¨®n de gente¡±, dice Amaral en El universo sobre m¨ª, una canci¨®n de 2005) que parece ser la enfermedad del siglo XXI. Al menos eso es lo que puede pensarse despu¨¦s de leer La ciudad solitaria (Capit¨¢n Swing, 2017), de la escritora y cr¨ªtica Olivia Laing (Brighton, Reino Unido, 1977). Si la ciudad de los paseantes tranquilos era Par¨ªs, la de los desesperados es Nueva York.
La ciudad solitaria re¨²ne a un pu?ado de artistas conocidos y desconocidos (Andy Warhol, Edward Hopper, Basquiat; Henry Darger, David Wojnarowicz, Zoe Leonard) cuya soledad se analiza. Laing busca en la soledad de los otros un espejo para comprender la suya propia, motivada por una ruptura amorosa. ¡°Uno puede sentirse solo en cualquier parte, pero la soledad que produce la vida en la ciudad, entre millones de personas, tiene un sabor especial. Cabe pensar que ese estado es la ant¨ªtesis de la vida en las ciudades, donde la presencia humana es tan numerosa, pero la simple cercan¨ªa f¨ªsica no basta para conjurar la sensaci¨®n de aislamiento interior. Es posible, incluso f¨¢cil, sentir abandono y desolaci¨®n viviendo tan cerca los unos de los otros. Las ciudades pueden ser espacios muy solitarios y, cuando lo reconocemos, comprendemos que la soledad no es necesariamente lo mismo que el aislamiento f¨ªsico, sino m¨¢s bien la falta o deficiencia de conexi¨®n, relaci¨®n estrecha o afinidad: la imposibilidad, por las razones que sean de encontrar la intimidad que deseamos. [¡] Aunque parezca extra?o, ese estado puede alcanzar su apoteosis en medio de la multitud¡±, escribe al comienzo de su ensayo Laing, que tambi¨¦n es autora de El viaje a Echo Spring (?tico de los libros, 2016), trabajo en el que indagaba en las relaciones entre literatura y alcohol a trav¨¦s de algunos escritores c¨¦lebremente alcoh¨®licos.
¡°Solo en la ciudad moderna puede ver quien no es visto, tomar posici¨®n en el espacio y ser sin embargo transparente. Incluso cuando se convierte en parte del paisaje en el que ha entrado, sigue siendo un extra?o¡±, escribi¨® Paul Auster a prop¨®sito del poeta Charles Reznikoff.
En The Village Effect (Random House, 2014), la psic¨®loga del desarrollo Susan Pinker ¡ªautora de un libro de referencia, La paradoja sexual (Paid¨®s, 2009)¡ª explica y analiza por qu¨¦ el contacto social es ¡°crucial para nuestra supervivencia¡±. ¡°El contacto cercano con otra gente afecta a la manera en que pensamos, en qui¨¦n confiamos y d¨®nde invertimos nuestro dinero. Nuestros v¨ªnculos sociales influyen en nuestra satisfacci¨®n con la vida, nuestras habilidades cognitivas y nuestra resistencia a infecciones y enfermedades cr¨®nicas¡±.
Pinker re¨²ne estudios y pruebas cient¨ªficas. ¡°Sentirse solo es tan doloroso como estar terriblemente hambriento o sediento¡±, escribe. Y sostiene que eso tiene sentido, seg¨²n el neurocient¨ªfico John Cacioppo [que estudia la soledad en la Universidad de Chicago], si los cerebros humanos evolucionaron en un momento en que la cohesi¨®n social significaba supervivencia, mientras que el aislamiento social significaba inanici¨®n, depredaci¨®n y muerte segura.
Adem¨¢s, habla de una investigaci¨®n de la UCLA (Universidad de California en Los ?ngeles) en la que se descubri¨® ¡°que el contacto social enciende y apaga los genes que regulan nuestra respuesta inmunitaria al c¨¢ncer y a la tasa de crecimiento tumoral¡±. Los estudios de la psic¨®loga Martha McClintock y la onc¨®loga Suzanne Conzen con ratas albinas de ojos rojos, ¡°que comparten casi todos los genes ligados a las enfermedades en humanos y como nosotros, tambi¨¦n son animales altamente sociales¡±, mostraron que el aislamiento aumenta el n¨²mero de masas tumorales un 135%. La paradoja que la psic¨®loga encuentra sobre este asunto es que a pesar de las pruebas, nuestros h¨¢bitos se est¨¢n haciendo m¨¢s solitarios. ¡°Desde finales de los ochenta, cuando el aislamiento social fue se?alado como riesgo para una muerte temprana en un art¨ªculo de referencia en Science¡±, escribe, ¡°m¨¢s y m¨¢s gente dice sentirse aislada y sola¡±.
Pero esa no es la ¨²nica amenaza que ocultan las ciudades, a veces sus din¨¢micas pueden ser tremendamente hostiles. Es lo que denuncia Jana Leo (Madrid, 1965) en Violaci¨®n Nueva York (Libros del lince, 2017), una obra en parte deudora del estupendo reportaje de Joan Didion Viajes sentimentales, sobre la violaci¨®n de una corredora en Central Park en 1989. Leo cuenta c¨®mo fue asaltada y violada en su propia casa, un apartamento en Harlem.
Arquitecta de formaci¨®n y artista visual, hizo fotos de la escena justo despu¨¦s de haber sido violada. El libro reconstruye la violaci¨®n y lo que sucedi¨® durante los seis a?os posteriores. Esa investigaci¨®n le lleva a lanzar la hip¨®tesis de que lo micro, la violaci¨®n de una mujer en su casa, forma parte de algo m¨¢s grande: la deliberada dejadez de los bloques de edificios forma parte, en realidad, de una estrategia especulativa.
¡°La delincuencia se utiliza como una de las herramientas de limpieza social de los edificios¡±, escribe. Si la inseguridad aumenta, los inquilinos se van y as¨ª el propietario del edificio puede reformar la casa y exigir un alquiler exento de restricciones. Por otro lado, se crean algo as¨ª como burbujas de seguridad dentro de la propia ciudad para que siga atrayendo a turistas. El que era su casero en el momento de su violaci¨®n, el mismo que sab¨ªa que incumpl¨ªa las normas de seguridad del edificio, fue condenado por evasi¨®n de impuestos y fraude inmobiliario. Jana Leo investiga ahora las conexiones entre la Direcci¨®n de Conservaci¨®n y Desarrollo de la Vivienda y el Ayuntamiento de la ciudad con las inmobiliarias. Ah¨ª, dice, ¡°la corrupci¨®n inmobiliaria funciona de forma diferente¡±.
Aloma Rodr¨ªguez es escritora y periodista. Su ¨²ltimo libro es ¡®Los idiotas prefieren la monta?a¡¯ (Xordica).
Babelia
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