Tiempo de retroceso
En ¡®Zama¡¯, tanto la novela como la pel¨ªcula, muere la creencia de que se puede representar fielmente la realidad
Al hablar de ficci¨®n literaria, un buen punto de partida podr¨ªan ser estas palabras de Coetzee en su ¨²ltimo libro de ensayos cr¨ªticos: ¡°Tengo que admitir que pierdo la paciencia leyendo ficci¨®n que no intenta hacer algo que no se ha intentado hacer nunca antes, preferiblemente con la ficci¨®n misma como forma de expresi¨®n¡±.
Quienes concuerden con Coetzee puede que simpaticen tambi¨¦n con unas recientes palabras de Lucrecia Martel durante la promoci¨®n en Madrid de su gran film Zama. A la pregunta de Javier Rodr¨ªguez Marcos de si vivimos en la dictadura del entretenimiento, la directora argentina ha dicho que pierde la paciencia con las series de televisi¨®n porque la gente no ve que son un retroceso y que nos han devuelto otra vez ¡°al puro argumento, a una estructura mec¨¢nica (¡) Es fruto del momento conservador que estamos viviendo. Se arriesga menos¡±.
No hay en estas palabras tanto un ataque a la series ¨Clos fan¨¢ticos de las mismas se han encrespado¨C como m¨¢s bien una llamada de atenci¨®n a cuantos no paran de consumir, de tragarse un cine y una literatura que est¨¢n ancladas en tiempos de Maricasta?a, de cuando hablaban las calabazas. En los a?os sesenta, se lleg¨® a pensar que la batalla por la modernidad de la literatura y del cine estaba ganada, pero no hay duda de que fue una victoria muy transitoria. A comienzos de los ochenta, cuando m¨¢s parec¨ªa que algunas cosas hab¨ªan cambiado, todo volvi¨® a cambiar, pero para ir a peor, porque de pronto los intentos de encontrar formas nuevas pasaron a ser considerados incluso infumables.
¡°Antes, lo moderno no les gustaba porque eran unos ignorantes y ni siquiera sab¨ªan de qu¨¦ se trataba. Ahora no les gusta porque creen que saben algo al respecto y se sienten superiores. De modo que de vez en cuando una se descubre defendiendo a Sch?nberg, a Joyce o a Merce Cunningham¡±, dec¨ªa ya Susan Sontag en Rolling Stone en 1979. Y hoy sus palabras parecen dialogar con las de Lucrecia Martel, y las de ¨¦sta con las de Coetzee, que precisamente dedic¨® el a?o pasado, a su paso por Buenos Aires, un elogioso ensayo a Zama, la m¨ªtica y casi secreta obra maestra que Antonio Di Benedetto publicara en 1956 y en la que se ha basado Martel para su pel¨ªcula.
Para Coetzee, Zama se mueve por el c¨ªrculo kafkiano que describiera Borges, all¨ª donde el ¨²nico horror de la pesadilla estriba en que sabemos (si se puede hablar de ¡°saber¡±) que lo que estamos experimentando no es real, sino que, bajo el asalto del proceso alucinatorio (proceso, prueba), no podemos escapar.
Tanto en la novela como en el film puede uno observar c¨®mo muere esa famosa creencia de que se puede representar fielmente la realidad. Y por eso tanto Zama-novela como Zama-film resultan como m¨ªnimo chocantes en el conservador tiempo de retroceso en que vivimos. Parecen estar ah¨ª las dos Zama para corroborar esa impresi¨®n que tiene Martel de que lo peor que le puede ocurrir a una ficci¨®n es parecerse a la realidad, porque la realidad, dice, es una arbitrariedad y si de algo hay que estar prevenido es de lo que se naturaliza, de lo que se da por bueno.
Babelia
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