Retrato del artista ensimismado
El periodista Josep Massot accede al archivo familiar del creador para escribir una monumental biograf¨ªa
¡°La pintura de Mir¨® es el camino m¨¢s corto de un misterio a otro¡± (Leiris). ¡°De todos los pintores contempor¨¢neos, Mir¨® pasa por el m¨¢s secreto¡± (Queneau). ¡°Fue el hombre m¨¢s misterioso, m¨¢s impenetrable que he encontrado en toda mi vida¡± (Pierre Loeb, su marchante franc¨¦s). ¡°Lo s¨¦ todo de ¨¦l y no s¨¦ nada de ¨¦l¡± (su amigo Joan Prats)¡ A ese n¨²cleo de misterio, la imagen estereotipada de Joan Mir¨® (Barcelona, 1893 - Palma de Mallorca, 1983) suma la idea de un artista at¨®nito, aislado, un poco intuitivo y pueril ¡ªde ah¨ª que sea tan preferido por los ni?os¡ª, que gracias a su est¨¦tica dispersa, pura y astral, ocupa un lugar destacado en la pl¨¦yade de la pintura moderna.
Los numerosos conatos de biograf¨ªas que se han hecho ¡ªJacques Dupin, Georges Raillard, Llu¨ªs Permanyer, Josep Meli¨¢, Rosa Malet, etc¨¦tera¡ª se estrellaron contra el muro de ladrillos del m¨ªtico laconismo del pintor, contra su extremo celo por preservar su intimidad.
El periodista Josep Massot ha logrado romper ese muro, o rodearlo, para trazar una detallada y apasionante biograf¨ªa del pintor barcelon¨¦s que nace ya con el marchamo de can¨®nica y definitiva y que hace trizas esos estereotipos. Joan Mir¨®. El ni?o que hablaba con los ¨¢rboles (Galaxia Gutenberg) es el retrato de un artista de su tiempo sometido a las influencias de sus contempor¨¢neos, un agente activo en el coraz¨®n de las vanguardias, que huyendo del provinciano ambiente art¨ªstico barcelon¨¦s ¡ªdominado por un novecentismo helenista y patriotero¡ª, y tras la estela de su admirado Picasso, que ya a los 35 a?os era el rey de la pintura mundial, llega a Par¨ªs al mismo tiempo que llega Tristan Tzara. Tzara y Breton, Masson y Artaud, Leiris y Bataille, Picabia y Picasso, el libro sigue el progreso de Mir¨® en el meollo del arte del siglo XX, y sus numerosas variaciones y excursos componen una historia de las vanguardias a trav¨¦s del pintor barcelon¨¦s.
Al preguntarle al autor cu¨¢nto tiempo le ha llevado escribir esta biograf¨ªa, responde: ¡°Toda la vida¡±. Massot conoci¨® a Mir¨® siendo adolescente: ¡°Para m¨ª, era el abuelo de mi amigo David. Era un se?or encantador, y como yo era muy joven e ingenuo, saqu¨¦ la err¨®nea conclusi¨®n de que todos los artistas eran as¨ª. Yo lo ve¨ªa como el conejo blanco de Alicia en el Pa¨ªs de las Maravillas: siempre ten¨ªa prisa¡±. Su largo trato con la familia le ha dado acceso a los archivos familiares, a su correspondencia y a otras fuentes nunca hasta ahora estudiadas; incluso a la lectura de todos los libros de la biblioteca personal del artista, que es quiz¨¢ la v¨ªa el acceso m¨¢s directo a la psique de un hombre.
Lo que Massot mejor recuerda del pintor en la Mallorca de los a?os setenta era su noble generosidad, de la que da algunos ejemplos conmovedores. La vida de Mir¨® es una historia de esfuerzo tit¨¢nico por sobreponerse a sus deficiencias en busca de la plenitud y de la espiritualidad m¨¢s all¨¢ de la pintura, a la que se propon¨ªa, como sostuvo repetidas veces, ¡°asesinar¡±, como quien tira la escalera despu¨¦s de acceder a las nubes. Era un hombre dual, paciente de alguna tipolog¨ªa bipolar o depresiva, escindido entre un optimismo creativo y un fondo de melancol¨ªa sombr¨ªa. Su infancia fue un sufrimiento permanente bajo la tutela de un padre tir¨¢nico que le gritaba cosas como: ¡°?Hasta el aire que respiras me pertenece!¡±; su juventud, la vocaci¨®n de la pintura, arte para el que no estaba muy dotado. Su primera exposici¨®n, en la que cifraba altas esperanzas, le depar¨® mil burlas¡ A todas esas dificultades opuso una voluntad de acero y un estilo de vida de rigor espartano, que inclu¨ªa la rutina horaria, la pr¨¢ctica deportiva sistem¨¢tica, la alimentaci¨®n cuidada (incluido el h¨¢bito de masticar muy lentamente)¡ Y, para mantener controlados demonios interiores a los que daba rienda suelta en el taller, la estabilidad dom¨¦stica, buscando el matrimonio, despu¨¦s de a?os de ¡°permanente enamoramiento¡± con diferentes mujeres: Lola Anglada, pintora feminista, compa?era suya del Cercle de Sant Lluc; con Dora Bianca, pintora polaca en Par¨ªs, especializada en pintar payasos del circo Medrano, modelo de dos cuadros fundamentales, Madame B y Madame K; con la independiente y deportista Pilar Tey, a la que dej¨® pr¨¢cticamente plantada ante el altar so pretexto de una impostergable visita a Madrid para asistir a una exposici¨®n de Goya; entre muchos otros amores menores. Finalmente la hermana y la madre del artista tomaron cartas en el asunto y le presentaron a la que ser¨ªa su esposa: Pilar Juncosa, a la que ¨¦l describir¨¢ como ¡°la chica m¨¢s hermosa y m¨¢s dulce del mundo y sin m¨¢cula de intelectualidad¡±. As¨ª se declar¨® el pintor:
¡ªPilar ?te sabr¨ªa mal que te quisiera?
Y as¨ª consinti¨® ella:
¡ªPeor me sabr¨ªa que no me quisieras.
Cada vez que se sent¨ªa estancado, Mir¨® iba a ver a Picasso. Una visita a su taller bastaba para inspirarle, pero su firme prop¨®sito era superarle, lo que logr¨® en cierto sentido ¡ªsi es que tienen alguno estas jerarqu¨ªas¡ª al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando sus famosas Constelaciones llegaron a Estados Unidos donde reinaba el expresionismo abstracto, con el que Mir¨® conect¨® inmediatamente. Picasso en cambio nunca quiso abjurar de la figuraci¨®n. ¡°Picasso era el ¨²ltimo gran artista del siglo XIX¡±, sostiene Massot, ¡°Duchamp y Mir¨® los primeros del siglo XX¡±.
COMPRA?ONLINE 'JOAN MIRO: EL NI?O QUE HABLABA CON LOS ARBOLES'
Autor: Josep Massot.
Editorial: Galaxia Gutenberg (2018).
Formato: tapa dura (832 p¨¢ginas)
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