?Y si el detective fuera un aliado del (malvado) poder?
Eduard Palomares debuta con 'No cerramos en agosto', un 'noir' en el que el personaje principal es Barcelona, y el secundario, la precariedad laboral


Jordi Viassolo acaba de conseguir trabajo y es el trabajo con el que lleva so?ando desde ni?o: detective. Sus amigos creen que le servir¨ªa para ligar m¨¢s si Solo ¨C as¨ª le llaman, a todos les gusta Star Wars y, en parte, consideran a Han Solo un detective del espacio, el Philip Marlowe de las estrellas ¨C fuese un poco menos t¨ªmido, un poco menos inseguro de lo que es. Porque ese es su principal problema. Solo es un amante de la novela negra, pero tiene claro que jam¨¢s ser¨¢ tan atrevido, tan insolente y tan tipo duro como sus protagonistas, pero ?acaso se parece el mundo real a una novela? ?Son los despachos de detective lugares mugrientos en los que siempre espera una petaca con Calvados en el segundo caj¨®n del escritorio? No, no lo son. Al menos, no en la Barcelona del siglo XXI en la que se ambienta la primera novela de Eduard Palomares, No cerramos en agosto (Libros del Asteroide).
En la Barcelona de?No cerramos en agosto las agencias de detectives prefieren llamarse Consultor¨ªas de Inteligencia y Seguridad y estar del lado de los malos. Porque eso, dice Palomares, es lo que hacen los detectives en el mundo real. ¡°La novela negra tiende a present¨¢rnoslo como h¨¦roes, antih¨¦roes, que siempre est¨¢n del lado de los d¨¦biles, pero en el mundo real, ?para qu¨¦ se contrata a una agencia de detectives? En realidad, ?qui¨¦n la contrata? El poderoso. En el mundo real los detectives son herramientas del poder, que se infiltran, por ejemplo, en sindicatos de trabajadores para dar informaci¨®n al propietario del negocio, o que se dedican a seguir a las chicas violadas despu¨¦s de la violaci¨®n, como ocurri¨® en el caso de La Manada, para que el abogado defensor de los violadores pueda decir luego que estaba haciendo vida normal, y que tanto no deb¨ªa haberle afectado¡±, dice, y no le falta raz¨®n.
Pero No cerramos en agosto es una novela, y como tal, intenta reparar el da?o y darle al detective, al menos, al rom¨¢ntico empedernido de Solo ¨C rom¨¢ntico en el sentido literal de la palabra, pues pese a todos los inconvenientes del desalmado y sobre todo precario mundo real, Solo quiere fingirse un personaje de una de esas novelas que ama ¨C, un papel que esquive esa condena. Y es que las verdaderas protagonistas de la historia no tienen tanto que ver con el caso. En realidad son Barcelona, una Barcelona infestada de turistas y asfixiada por la especulaci¨®n inmobiliaria, y la precariedad laboral de la generaci¨®n de Solo (y su autor). Para que se hagan una idea: Viassolo va a pasar el verano trabajando como becario en la flamante agencia de Marina del Duque por 250 m¨ªseros euros al mes. ¡°Es lo que se cobra en una beca corriente, ?incluso demasiado! Yo, por ejemplo, cuando hice la beca de periodismo no cobr¨¦ nada¡±, dice.
Por supuesto, no hay posibilidad de quedarse en la empresa, por m¨¢s bien que lo haga. As¨ª se lo advierte al principio Del Duque. Al principio, va a tener un compa?ero de trabajo el mes de agosto, cuando todo el mundo se va de vacaciones, un viejo lobo solitario, que podr¨ªa pasar por un Carvalho definitivamente hundido y domesticado, un tal Recasens, que cree ver en ¨¦l una especie de disc¨ªpulo. En especial, cuando aparezca un cliente en el ¨²nico mes en que no deben aceptarse clientes y Solo lo acepte. El cliente en cuesti¨®n est¨¢ buscando a su mujer, que se ha marchado despu¨¦s de dejarle una nota en la que queda claro que est¨¢ harta de su matrimonio. El cliente, incapaz de sentirse abandonado, o qui¨¦n sabe por qu¨¦, le dice que la carta no es suya porque ella nunca dir¨ªa la ¨²ltima palabra que aparece en ella (cari?o). Decidido a descubrir la verdad, Solo saldr¨¢ a las t¨®rridas calles de Barcelona para encontrarla.
En el mundo real los detectives no est¨¢n del lado de los d¨¦biles, son herramientas del poder, que se infiltran, por ejemplo, en sindicatos de trabajadores para dar informaci¨®n al propietario del negocio Eduard Palomares
¡°La carta es un punto de partida y en cierto sentido da una idea de c¨®mo va a desarrollarse la acci¨®n, porque lo que me interesa es jugar con peque?os equ¨ªvocos¡±, dice Palomares que, tambi¨¦n, como Viassolo, estudi¨® periodismo, y lo ejerce. ?Es cierto que las agencias de detectives utilizan a periodistas? ¡°?Claro! Ellos mismos se hacen pasar por periodistas para conseguir informaci¨®n, y necesitan saber c¨®mo trabajamos para poder hacerse pasar por nosotros¡±, contesta. Y no solo eso. Como en el caso de su novela, hay agencias que incluso crean falsos medios de comunicaci¨®n que, claro, necesitan contenido. Esos medios son puentes a la informaci¨®n que quieren conseguir. El que el protagonista habite dos ambientes, y se pretenda duro pero sea m¨¢s inseguro que un personaje de Adam Thirlwell, guarda un curioso paralelismo con los dos tipos de novela que hay detr¨¢s de No cerramos en agosto. Porque Palomares es tan fan de Raymond Chandler como de David Trueba, tan lector de Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n como de Nick Hornby.
En ese sentido, la novela ser¨ªa un h¨ªbrido entre una novela de reorientaci¨®n existencial y un noir barcelon¨¦s que persigue a los cl¨¢sicos (Montalb¨¢n siempre ser¨¢ el que m¨¢s brille entre todos ellos) pero que no pretende acercarse a ellos. Ni siquiera imitarlos. ¡°Me dije: 'La novela negra est¨¢ llena de personajes sarc¨¢sticos, muy seguros de s¨ª mismos, pero ?qu¨¦ puedo aportar yo, que no soy nada de eso? Mi timidez y mi inseguridad'. Quer¨ªa hablar de todo lo que no se habla en una novela negra, y de paso, explicarme a m¨ª mismo por qu¨¦ siempre me he sentido tan lejos de todos esos personajes que admiro¡±, explica Palomares. Tiene mucho en com¨²n con el Jason Schwartzman de Bored to Death, la serie de Jonathan Ames, que, sorprendentemente, no ha visto. El detective que jam¨¢s podr¨¢ ser un detective cl¨¢sico porque est¨¢ destinado a ser otro tipo (m¨¢s humano y real) de cl¨¢sico.
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