Santiago Posteguillo lleva sus cohortes al Muro de Adriano
El autor de la saga sobre la emperatriz romana madre de Cracalla presenta su nueva novela ¡®Y Julia ret¨® a los dioses¡¯ en un sector de la muralla romana en Northumbria
¡±?Aggh!¡±, grit¨® un tipo al resbalar espectacularmente junto al Muro de Adriano y desplomarse en el barro espolvoreado de nieve como alcanzado por un dardo de los pictos, ¡ªlos tatuados y pintarrajeados salvajes habitantes del norte de la frontera romana en Britania¡ª. El individuo era un veterano periodista del grupo que acompa?aba esforzadamente a Santiago Posteguillo en la presentaci¨®n ayer martes, en tan remoto lugar, de su nueva novela Y Julia ret¨® a los dioses (Planeta), la segunda y ¨²ltima parte de la serie dedica...
¡±?Aggh!¡±, grit¨® un tipo al resbalar espectacularmente junto al Muro de Adriano y desplomarse en el barro espolvoreado de nieve como alcanzado por un dardo de los pictos, ¡ªlos tatuados y pintarrajeados salvajes habitantes del norte de la frontera romana en Britania¡ª. El individuo era un veterano periodista del grupo que acompa?aba esforzadamente a Santiago Posteguillo en la presentaci¨®n ayer martes, en tan remoto lugar, de su nueva novela Y Julia ret¨® a los dioses (Planeta), la segunda y ¨²ltima parte de la serie dedicada a la emperatriz Julia Domna, cuya primera entrega, Yo, Julia, gan¨® el Premio Planeta 2018.
Presentar el nuevo libro (150.000 ejemplares de salida) aqu¨ª, en este brumoso, solitario y fr¨ªo limes caled¨®nico, bajo una llovizna insidiosa que volv¨ªa a¨²n m¨¢s inestable y peligroso el terreno, no era un simple capricho del escritor, aunque le hace gracia la idea de que con sus voluminosos tomos romanos se podr¨ªa hacer una feliz muralla literaria. La frontera norte de Britania es uno de los escenarios de la nueva novela, que lleva al lector de punta a punta del imperio siguiendo las vicisitudes de la dinast¨ªa de los Severos y de la que Posteguillo ha convertido en su personaje fundamental, Julia Domna, la esposa de Septimio Severo, madre de Caracalla y t¨ªa abuela de Heliog¨¢balo (tres emperadores de la familia). Alguien sugiri¨® que probablemente har¨ªa mucho mejor tiempo en Antioqu¨ªa, Edesa o Ctesifonte, otras localizaciones m¨¢s al sur.
Estaba Posteguillo explicando la Expeditio Felicissima Britannica, que es como se denomin¨® la campa?a de Septimio Severo y su brutal hijo Caracalla al norte del Muro de Adriano cuando una reportera chill¨® al patinar. Son¨® tambi¨¦n ¡°?Aggh!¡±, como hace que griten sus personajes Posteguillo cuando son heridos o mueren. ¡°Enr¨®late en las legiones y ver¨¢s mundo¡±, apunt¨® filos¨®ficamente alguien, citando Ast¨¦rix legionario en vez de a Herodiano (cada uno lee lo que lee). Fueron varios los seguidores de Posteguillo en el Muro que mordieron el barro. No ¨¦l, que avanzaba como un curtido centuri¨®n envuelto en el halo de la historia y un equipo excelente, digno de un sherpa, para avanzar por la muralla que en la zona elegida para la excursi¨®n, Steel Righ, en el sector de la torre 39 A, es particularmente abrupto y endemoniadamente empinado, hasta el v¨¦rtigo.
De hecho, el paseo se volvi¨® tan duro que se detuvo antes de llegar al objetivo inicial, el famoso Sycamore Gap, donde se encuentra el ¨¢rbol m¨¢s fotografiado de Gran Breta?a, y uno de los lugares m¨¢s populares del Muro porque aparece en la pel¨ªcula Robin Hood de Kevin Costner. No hac¨ªa falta llegar porque desde luego con un d¨ªa as¨ª Costner seguro que no iba a estar y las bajas por patinazo habr¨ªan sido superiores a las de la batalla de Teutoburgo.
Tras observar m¨¢s all¨¢ del Muro la nada turbia del norte punteada de cornejas y entender porqu¨¦ querr¨ªan los pictos pasar al otro lado, la excursi¨®n sigui¨® calentita en autocar hasta Vindolandia, gran campamento permanente de las tropas romanas y uno de los lugares emblem¨¢ticos de la muralla. All¨ª, en el castellum severianum, el fuerte construido por los Severos y en el que se acuartel¨® una cohorte de paisanos hispanos -con alg¨²n jinete b¨¢tavo-, la I Vardullorum, Posteguillo sigui¨® con las explicaciones. La segunda novela de Julia, ¡°cuenta c¨®mo es m¨¢s dif¨ªcil mantenerse en el poder que llegar, y que el peor enemigo siempre es el interior¡±.
En el libro, Julia maniobra para consolidar la dinast¨ªa, conjurar el peligro del odio entre sus dos hijos, el ¡°violador¡± Caracalla y Geta y eliminar a cualquier rival. Posteguillo ha introducido un elemento fant¨¢stico en el relato que es el que los dioses romanos se convierten en personajes de la historia. ¡°Nada nuevo, ya lo hizo Homero¡±, se?ala con sonrisa pilla el escritor al que en este ambiente le cuadrar¨ªa un casco con penacho o llevar el ¨¢guila como un portaestandarte de la legi¨®n Victrix.
Tambi¨¦n sit¨²a algunas escenas en el m¨¢s all¨¢ infernal, con la aparici¨®n de Caronte como sorprendente secundario, lo que le permite que personajes muertos sigan expres¨¢ndose y maquinando. Aparte de Julia, protagonista total de la funci¨®n, tienen un papel importante el prefecto pretoriano Quinto Mecio, enamorado de ella. ¡°Algunas lectoras ya me han dicho que quieren un Mecio en sus vidas, y que si les puedo pasar el WhatsApp¡±, bromea el autor.
?Es su Julia, tan omn¨ªmoda, real? ¡°He hecho un poco de discriminaci¨®n positiva, pero lo he hecho para compensar que hist¨®ricamente ha habido mucha negativa contra mujeres como ella, y as¨ª compenso¡±. ?Tuvo sexo con su hijo Caracalla? ¡°No me invento nada, por algo la llamaban en su tiempo Yocasta, como la incestuosa madre de Edipo. Pero gobernaba, y lo hac¨ªa bien. No creo que en mi novela haya distorsionado la historia m¨¢s que las fuentes antiguas¡±. Sorprende que cuando crees que Posteguillo se ha inventado algo, lo consultas en los cl¨¢sicos y all¨ª est¨¢. Como lo de la victoria romana contra los partos al poner abrojos ante las patas de los ¡°camellos acorazados¡±, algo atestiguado por Herodiano.
Posteguillo retrata la ¨¦poca de los Severos, que compara con los julio-claudios y los flavios, como el ¨²ltimo gran momento del imperio romano y uno de los m¨¢s brillantes. Para Edward Gibbon era al rev¨¦s, el principio de la decadencia y ca¨ªda. ¡°Ah¨ª ¨¦l hizo una interpretaci¨®n muy sui generis, emiti¨® unos juicios muy de su ¨¦poca. En todo caso es algo interpretable, pero yo creo que el declive empieza luego con la anarqu¨ªa militar. Que hubiera problemas y infortunios en el interior de la casa imperial no quiere decir que el imperio no funcionara, y bien¡±, afirma lanzando una mirada admirativa a su alrededor en este lejano lugar que una vez fue tambi¨¦n Roma.