El Congreso de los diputados desaparecidos por la guerra o el exilio
El historiador Octavio Ruiz-Manj¨®n radiograf¨ªa el destino de los 1.007 parlamentarios de la Segunda Rep¨²blica, que se proclam¨® hace 89 a?os
De la euforia que se vivi¨® en Madrid el caluroso 14 de julio de 1931, a la tragedia que se abr¨ªa el 18 de julio de 1936 solo pasaron cinco a?os, pero dio tiempo a tres breves legislaturas en el Parlamento de la Rep¨²blica, por donde pasaron 1.007 diputados (de ellos solo nueve mujeres). De este millar, las caras nuevas en el palacio de la Carrera de San Jer¨®nimo fueron 861 (el 85,5%), la mitad de estos en la primera legislatura, y solo 71 de sus se?or¨ªas estuvieron en las tres. A casi todos ellos les afect¨® la G...
De la euforia que se vivi¨® en Madrid el caluroso 14 de julio de 1931, a la tragedia que se abr¨ªa el 18 de julio de 1936 solo pasaron cinco a?os, pero dio tiempo a tres breves legislaturas en el Parlamento de la Rep¨²blica, por donde pasaron 1.007 diputados (de ellos solo nueve mujeres). De este millar, las caras nuevas en el palacio de la Carrera de San Jer¨®nimo fueron 861 (el 85,5%), la mitad de estos en la primera legislatura, y solo 71 de sus se?or¨ªas estuvieron en las tres. A casi todos ellos les afect¨® la Guerra Civil y el exilio. El historiador Octavio Ruiz-Manj¨®n ha bajado de los hechos hist¨®ricos a las historias individuales con un estudio exhaustivo que radiograf¨ªa desde la procedencia geogr¨¢fica de los parlamentarios, su ideolog¨ªa, en que trabajaban¡ que sintetiz¨® en su discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia, el pasado 9 de febrero. ¡°De los 1.007 diputados, acabaron en el exilio en torno a 367 (el 36,44%). Unos 250 de estos no volvieron y murieron fuera de Espa?a, pero otros 80 s¨ª lo hicieron; otros pocos regresaron despu¨¦s de la muerte de Franco¡±, dice Ruiz-Manj¨®n (C¨®rdoba, 75 a?os), que, en cualquier caso, advierte de que estas cifras no son redondas por la dificultad de conocer el paradero y evoluci¨®n de todos.
La cifra m¨¢s terrible de su informe En la b¨²squeda del individuo. De los que fueron diputados en los a?os de la Segunda rep¨²blica espa?ola (1931-1939) es la de muertos: ¡°Fueron 183, el 18% del total. Durante la Guerra Civil fueron asesinados 149. El bando sublevado mat¨® a 72 y en la Espa?a leal a la Rep¨²blica fueron 77. Un triste empate. Casi todos perdieron la vida entre julio y diciembre de 1936. Tras la guerra, otros 34, de izquierdas, cayeron por la represi¨®n franquista¡±, a?ade Ruiz-Manj¨®n, catedr¨¢tico em¨¦rito de Historia Contempor¨¢nea en la Universidad Complutense y especialista en el republicanismo espa?ol del primer tercio del siglo XX. ¡°La ¨²ltima v¨ªctima mortal fue el socialista Juan Comorera, que falleci¨® en el penal de Burgos en mayo de 1958¡±. Fueron en total unos 550 entre muertos y exiliados (el 54,6%).
En el comienzo de esa etapa hubo mucha improvisaci¨®n para crear una clase pol¨ªtica, explica. ¡°En 1931, los republicanos no eran tantos. Algunos diputados proced¨ªan de la oposici¨®n, otros eran del mundo intelectual¡ Fue parecido a lo que ocurri¨® en 1977 tras Franco¡±. Wenceslao Fern¨¢ndez Fl¨®rez describi¨® en una cr¨®nica el pasmo de tanto nuevo diputado cuando pisaron los salones del Congreso. Por regiones, la m¨¢s representada fue Andaluc¨ªa, con 160 parlamentarios, el 17% de todos, aunque por debajo de su poblaci¨®n, que era el 19,5%. La segunda fue Catalu?a, con 108 (el 11,47% sobre un 11,84% de poblaci¨®n). Sin embargo, Madrid estuvo sobrerrepresentada: 87 elegidos, el 9,24%, sobre una poblaci¨®n de Espa?a del 5,87%.
La ¨²ltima v¨ªctima mortal fue el socialista Juan Comorera, que falleci¨® en el penal de Burgos, en 1958
Ruiz-Manj¨®n apunta el ambiente de ¡°fiesta popular¡± que se vivi¨® en esos primeros momentos. ¡°Hab¨ªa una conciencia revolucionaria en el sentido de querer hacer cambios r¨¢pidos y en muchos aspectos. Esto estaba en el lenguaje de los pol¨ªticos, pero la fiesta se agri¨® pronto¡±.
El motivo fundamental fue ¡°que se quiso convertir aquella revoluci¨®n en una falta de aceptaci¨®n del adversario, se transform¨® en exclusivismo republicano". ¡°La rep¨²blica para los republicanos, y eso le hizo perder legitimidad social¡±. En ese proceso apunta varios jalones: ¡°El primero fue la quema de conventos e iglesias, que ocurre, un mes despu¨¦s de la proclamaci¨®n, en Madrid, M¨¢laga y Sevilla; aunque a veces se da una imagen de la Rep¨²blica como si solo se hubiera hecho eso. No fue as¨ª, pero era un mal s¨ªntoma. La Rep¨²blica se radicaliz¨® y no integr¨® a sectores conservadores¡±, lamenta. Luego lleg¨® la sublevaci¨®n de Sanjurjo, en agosto de 1932. Tras este fallido golpe, ¡°con la victoria de las derechas en las elecciones de 1933, las izquierdas quisieron anular los resultados¡±. "Eso lo sabemos por las memorias de Diego Mart¨ªnez Barrio [presidente del Consejo de Ministros y de manera interina de la Rep¨²blica] y de Niceto Alcal¨¢ Zamora [tambi¨¦n presidente del Gobierno provisional y jefe del Estado].
¡°Ruptura con dif¨ªcil retorno¡±
El que Ruiz-Manj¨®n califica de ¡°punto de ruptura con dif¨ªcil retorno¡± fue la Revoluci¨®n de octubre de 1934, ¡°en la que participaron los socialistas y los nacionalistas catalanes¡±. ¡°Ah¨ª empieza una quiebra que conduce a un 1935 convulso¡±. El a?o siguiente fue el del triunfo del Frente Popular, en febrero, ¡°el periodo parlamentario es breve, de marzo a julio, y acaba pr¨¢cticamente tras el asesinato del mon¨¢rquico Jos¨¦ Calvo Sotelo¡±, el 13 de julio. Cinco d¨ªas despu¨¦s, varios altos mandos militares, entre ellos el general Franco, se sublevaron y empez¨® la Guerra Civil.
Autor, en 2016, del libro Algunos hombres buenos, sobre las figuras que intentaron mantener la nave a flote ante tanto odio, considera Ruiz-Manj¨®n que ¡°la Segunda Rep¨²blica tuvo la fatalidad de vivir en un contexto europeo de brutalizaci¨®n del ambiente pol¨ªtico¡±. ¡°El recurso a la violencia como instrumento para neutralizar al enemigo. Pas¨® en Italia con el fascismo, con la persecuci¨®n en Alemania de los nazis a los socialistas y con la masacre en Katyn de polacos a manos de los sovi¨¦ticos, ya al comienzo de la Segunda Guerra Mundial".
As¨ª que del quinquenio republicano hubo, no obstante, figuras notables que Ruiz-Manj¨®n considera que deben recordarse: ¡°Hubo gran expectaci¨®n la primera vez que hablaron en el Congreso Unamuno y Ortega, elegidos en 1931. Pero los intelectuales desaparecieron pronto y aflor¨® el verdadero pol¨ªtico. Tambi¨¦n permanecieron algunas viejas figuras como Alcal¨¢ Zamora, Melqu¨ªades ?lvarez o Lerroux. Y entre los nuevos pol¨ªticos la figura de m¨¢s relieve, sin duda, fue Aza?a, por su oratoria directa, no tan ret¨®rica, y adem¨¢s ten¨ªa experiencia pol¨ªtica¡±. Sin embargo, ¡°desde pronto hubo un tono crispado, se perdieron las formas¡±. Fue en ese ambiente en el que Ortega, harto de interrupciones, dijo en una sesi¨®n en el Parlamento: ¡°Hay tres cosas que no podemos venir a hacer aqu¨ª: ni el payaso, ni el tenor, ni el jabal¨ª¡±. Esos jabal¨ªes, extremistas que, seg¨²n Ruiz-Manj¨®n ¡°alteraban mucho y fueron dif¨ªciles de controlar¡±.
Las primeras diputadas
Por una de esas contradicciones de la historia, las mujeres espa?olas pod¨ªan ser elegidas diputadas en las Cortes de 1931, pero a¨²n no se hab¨ªa aprobado el voto femenino, lo que s¨ª ocurri¨® por fin en julio de 1933. Fueron en total solo nueve de 1.007, menos del 1%, con tres figuras descollantes en 1931: Clara Campoamor, Victoria Kent y Margarita Nelken. Ruiz-Manj¨®n subraya el paternalismo que sufrieron todas, incluido el de Aza?a: ¡°Victoria es la ¨²nica de las tres se?oras parlamentarias simp¨¢tica; creo que es tambi¨¦n la ¨²nica¡ correcta¡±, escribi¨® en sus Diarios. Y a prop¨®sito de una pelea dial¨¦ctica entre Kent, del Partido Republicano Radical Socialista, y Campoamor, de Acci¨®n Republicana, un diputado exclam¨®: ¡°Si no son m¨¢s que dos y han encontrado ocasi¨®n para pelearse, ?qu¨¦ ser¨¢ cuando nos vengan 40?¡±.