Francia rehabilita a Louis de Fun¨¨s como maestro de la comedia
El cine del actor triunfa en televisi¨®n durante la crisis, mientras la Cinemateca Francesa ultima una exposici¨®n dedicada a su obra
Menospreciado durante a?os por su humor pedestre y su expresividad hist¨¦rica, sin rival en la taquilla a lo largo de dos d¨¦cadas, el cine de Louis de Fun¨¨s protagoniza una inesperada rehabilitaci¨®n en Francia. La reposici¨®n televisiva de sus pel¨ªculas, rescatadas para aportar una pizca de sosiego al confinamiento, ha congregado cinco millones de espectadores por t¨ªtulo. Una exposici¨®n en la Cinemateca Francesa, la primera dedicada a un actor, ten¨ªa que abrir sus puertas el 1 de abril. La crisis sanit...
Menospreciado durante a?os por su humor pedestre y su expresividad hist¨¦rica, sin rival en la taquilla a lo largo de dos d¨¦cadas, el cine de Louis de Fun¨¨s protagoniza una inesperada rehabilitaci¨®n en Francia. La reposici¨®n televisiva de sus pel¨ªculas, rescatadas para aportar una pizca de sosiego al confinamiento, ha congregado cinco millones de espectadores por t¨ªtulo. Una exposici¨®n en la Cinemateca Francesa, la primera dedicada a un actor, ten¨ªa que abrir sus puertas el 1 de abril. La crisis sanitaria oblig¨® a aplazar la inauguraci¨®n, lo que no ha logrado frenar una reivindicaci¨®n que llevaba tiempo fragu¨¢ndose. En 2019 ya se inaugur¨® un museo dedicado a su obra en Saint-Rapha?l, en la Costa Azul, donde su m¨ªtico personaje de gendarme impuso la ley en los sesenta, antes de filmes tan exitosos como La gran juerga (1966), El gran restaurante (1966) o El tatuado (1968).
No es que De Fun¨¨s vuelva a ser un actor querido, porque nunca dej¨® de serlo. La novedad es que se le vea como algo m¨¢s que un concierto de histrionismo y ranciedad. ¡°Me interesaba acercarme a ¨¦l como creador, como un autor que dej¨® una marca propia¡±, explica el cr¨ªtico Alain Kruger, comisario de la muestra en la Cinemateca Francesa, que abrir¨¢ sus puertas en las pr¨®ximas semanas. ¡°Fue un heredero de la pantomima y la commedia dell¡¯arte, con un sentido del ritmo alucinante, digno del pianista de jazz que sol¨ªa ser, y una elegancia en su manera de actuar, pr¨®xima a la danza¡±. Combin¨® la comedia f¨ªsica del cine mudo con un gusto por la mueca propio de un dibujo animado en un c¨®ctel enloquecido que no ha envejecido tan mal como cabr¨ªa esperar. M¨¢s bien al rev¨¦s: Kruger lo designa como uno de los int¨¦rpretes m¨¢s influyentes de la actualidad, detectando su huella en la cara el¨¢stica de Jim Carrey, pero tambi¨¦n en la plana mayor del cine c¨®mico franc¨¦s, encabezada por nombres como Jean Dujardin, Beno?t Poelvoorde o Christian Clavier, protagonista de Dios m¨ªo, ?pero qu¨¦ te hemos hecho?, heredera directa de su humor. Incluso Nicolas Sarkozy brome¨® sobre su supuesto parecido con el actor en la campa?a que lo llev¨® al El¨ªseo en 2007: compararse con De Fun¨¨s lo humanizaba.
El actor puede parecer un s¨ªmbolo conservado en formol de los Treinta Gloriosos, las tres d¨¦cadas de crecimiento exorbitante que Francia vivi¨® hasta finales de los setenta. Aun as¨ª, regresar a sus filmes hoy permite descubrir algo m¨¢s que un alegato a favor del hombre derechista, cat¨®lico y mon¨¢rquico que fue en la vida real. En realidad, existe en ellos una ambivalencia: De Fun¨¨s encarna la Francia de aquellos a?os, pero tambi¨¦n la ridiculiza. En la actual revisi¨®n de su filmograf¨ªa, su habitual personaje de padre de familia col¨¦rico o de jefecillo tir¨¢nico, siempre dispuesto a humillar a sus pobres subordinados, parece menos una apolog¨ªa que un retrato colectivo. ¡°Es el franc¨¦s que siempre est¨¢ listo para quejarse y enfurecerse, fuerte con los d¨¦biles y no tanto con los poderosos¡±, confirma el escritor Nicolas Mathieu, ganador del Goncourt con Sus hijos despu¨¦s de ellos y admirador confeso de De Fun¨¨s. El novelista cree que el ¨¦xito de sus pel¨ªculas durante el confinamiento est¨¢ ligado a los recuerdos de infancia, a la irrefrenable melancol¨ªa de los domingos por la noche. ¡°Los espectadores de mi generaci¨®n vieron las pel¨ªculas siendo ni?os y recuerdan los cr¨¦ditos de la Gaumont, el pijama y la escuela que volv¨ªa a comenzar al d¨ªa siguiente. Al volver a sus pel¨ªculas, se reencuentran con ese nido protector y regresivo, con una risa que ahora pueden compartir con sus hijos¡±.
Para crear su personaje, De Fun¨¨s se inspir¨® en su propia biograf¨ªa. Nacido en 1914 como Louis Germain David de Funes de Galarza y Soto, el actor descend¨ªa, por parte de padre, de una familia de nobles sevillanos venidos a menos. Su madre, Leonor Soto Reguera, era hija de un notario de Ortigueira (A Coru?a), donde conoci¨® a su progenitor, un representante de joyer¨ªa que acab¨® en la ruina. Su relaci¨®n, mal vista por sus familias, les hizo emigrar a Francia. ¡°Era totalmente espa?ol y, a la vez, el m¨¢s franc¨¦s de los franceses, un s¨ªmbolo de integraci¨®n perfecta", afirma Kruger (aunque tambi¨¦n cabr¨ªa llamarla asimilaci¨®n brutal). A De Fun¨¨s, el ¨¦xito no le lleg¨® hasta los 50, con El pollo de mi mujer (1963). Hasta entonces, hab¨ªa malvivido trabajando como pianista en bares e interpretando min¨²sculos papeles en el cine. ¡°Le cost¨® tanto salir adelante¡ Su personaje es un estudio de la naturaleza humana en su aspecto m¨¢s asqueroso, porque es lo que vivi¨® en su vida diaria¡±, afirma la actriz Myl¨¨ne Demongeot, con quien comparti¨® cartel a menudo, en el reci¨¦n estrenado documental Louis de Fun¨¨s, cr¨¦ature/cr¨¦ateur.
De Fun¨¨s obtiene ahora el reconocimiento cr¨ªtico que nunca recibi¨® antes de morir en 1983. Aun as¨ª, en su d¨ªa recibi¨® elogios de Fran?ois Truffaut, Jean-Luc Godard o Roman Polanski, que ve¨ªa en sus pel¨ªculas el reverso m¨¢s grotesco del alma humana y con quien lleg¨® a almorzar una vez para estudiar la posibilidad de trabajar juntos, lo que nunca sucedi¨®. La renovaci¨®n del cine franc¨¦s termin¨® dejando fuera de juego a un hombre desconcertado por el cambio cultural de Mayo del 68, que no logr¨® renovar su cine. Eso no significa que no lo intentara. Las locas aventuras de Rabbi Jacob (1973) fue una tentativa de acercar sus comedias al clima pol¨ªtico de los setenta, en plena crisis del petr¨®leo: una pel¨ªcula que evoca una reconciliaci¨®n entre jud¨ªos y ¨¢rabes, que hoy resulta inevitablemente racista y mis¨®gina, pese a inspirar tantas de esas comedias francesas con happy end que hoy se estrenan en Espa?a. O Ca¨ªdos sobre un ¨¢rbol (1971), una extra?a farsa en la que un industrial queda atrapado al chocar con un ¨¢rbol con una pareja de hippies (entre ellos, Geraldine Chaplin, hija de uno de sus ¨ªdolos). Toda la historia transcurre dentro del coche, ¡°como una obra de Beckett en un utilitario¡±, seg¨²n su director, Serge Kober, cercano a la Nouvelle Vague, que ha asegurado que De Fun¨¨s ¡°sent¨ªa una real frustraci¨®n por no tener el reconocimiento de la intelligentsia¡±. Llega tarde, pero ha llegado.