Una visita en silencio a la isla de los museos de Berl¨ªn
La ralentizaci¨®n de contagios permite la reapertura de las grandes colecciones de arte alemanas
Con mascarilla y sin turistas. La visita a la isla de los museos de Berl¨ªn era este martes una experiencia singular. Tras dos meses cerrados, los primeros grandes museos berlineses abrieron el martes sus puertas a los visitantes, en una ciudad que el coronavirus ha vaciado de turistas. Los Renoir o los Liebermann segu¨ªan colgados en las paredes de las majestuosas salas de la Antigua Galer¨ªa Nacional, lo que faltaba eran las masas.
La isla de los museos, en el coraz¨®n de la capital alemana, exhibe algunas de las colecciones de arte m¨¢s visitadas del mundo y su reapertura fo...
Con mascarilla y sin turistas. La visita a la isla de los museos de Berl¨ªn era este martes una experiencia singular. Tras dos meses cerrados, los primeros grandes museos berlineses abrieron el martes sus puertas a los visitantes, en una ciudad que el coronavirus ha vaciado de turistas. Los Renoir o los Liebermann segu¨ªan colgados en las paredes de las majestuosas salas de la Antigua Galer¨ªa Nacional, lo que faltaba eran las masas.
La isla de los museos, en el coraz¨®n de la capital alemana, exhibe algunas de las colecciones de arte m¨¢s visitadas del mundo y su reapertura forma parte del espinoso camino hacia la reconquista de espacios y actividades desterradas con la aparici¨®n del coronavirus. El museo Antiguo, el Pergamon-Panorama, adem¨¢s del Kulturforum han abierto tambi¨¦n el martes por primera vez y tambi¨¦n con reglas nuevas en un pa¨ªs cuya vida p¨²blica se va abriendo al comp¨¢s de la desaceleraci¨®n de los contagios. Con 170.000 casos positivos diagnosticados, Alemania es el quinto pa¨ªs del mundo con mayor n¨²mero de infecciones probadas, pero con una mortalidad -7.533 v¨ªctimas mortales- relativamente baja comparada con pa¨ªses de su entorno.
Tiras fluorescentes pegadas en el suelo marcaban la distancia obligatoria que los visitantes deben respetar para acceder al edifico de la Alte Nationalgalerie, donde se exhibe arte del diecinueve y principios del veinte. Monet, Manet, C¨¦zanne y muchos m¨¢s. Las tiras fluorescentes hoy sobran. No hay colas ni fuera ni dentro en las taquillas. En parte porque las nuevas reglas ordenan que para entrar hay que hacer una reserva para una franja horaria concreta, de manera que se pueda controlar f¨¢cilmente cu¨¢nta gente hay dentro. Las empleadas de la taquilla esperaban detr¨¢s de la mampara de metacrilato a que la gente viniera a recoger sus tickets.
En la entrada del museo, un cartel detallaba cu¨¢les son las nuevas reglas: mascarilla obligatoria durante toda la visita, mantener una distancia m¨ªnima de 1,5 metros del resto de visitantes y prohibido formar grupos. La visita solo se puede hacer en una direcci¨®n, siguiendo las flechas.
Son las doce y media del mediod¨ªa y hay salas enteras completamente vac¨ªas. El silencio invita a la contemplaci¨®n. Apenas se escucha el sonido de los aparatos con los que se comunican los vigilantes. Cuando se oye la voz de alguien es siempre en alem¨¢n, ni rastro de turistas. En una de las salas de pintura una pareja de arquitectos comparte su deleite. Tienen la tarjeta anual de visita a los museos de Berl¨ªn y en cuanto la semana pasada anunciaron que abrir¨ªan hicieron la reserva. ¡°Hemos echado tanto de menos los museos¡±, se lamenta Petra Storek. ¡°Por un lado, es un problema econ¨®mico para los museos, pero la verdad es que lo estamos disfrutando mucho. Es una experiencia m¨¢s intensa de lo habitual. Te fijas m¨¢s en las salas, los techos, se ven otras cosas. Est¨¢ todo muy calmado¡±. Alguna sala est¨¢ m¨¢s concurrida, hasta siete personas al mismo tiempo. Pero en otras, el vigilante se levanta del asiento cuando oye pisadas, como si ya no esperara que fuera a llegar nadie esta ma?ana.
Vaho en las gafas
En otra sala, el joven Marco Reich pelea a brazo partido contra el vaho de las gafas, que encuentra en la mascarilla su gran aliado. Es investigador social y vive en Berl¨ªn desde hace cuatro a?os. La Antigua Galer¨ªa Nacional estaba desde entonces en su lista de museos pendientes y hoy ha sido para Reich una oportunidad ¨²nica. Vestido de negro de pies a cabeza, mascarilla incluida a juego, explica que le preocupan m¨¢s la suerte que puedan correr otras instituciones, como por ejemplo los m¨ªticos clubs de la noche berlinesa. ¡°Ahora no se puede salir, hay que esperar, la cuesti¨®n es si sobrevivir¨¢n econ¨®micamente¡±. Reich explica que apoya con donaciones las iniciativas de los clubs porque ¡°no quiero que mueran, pero francamente, escuchar a un DJ desde el sal¨®n de tu casa a trav¨¦s del ordenador no es lo mismo¡±.
Las autoridades alemanas llaman a la prudencia en esta fase de reconquista del espacio p¨²blico, temerosos de nuevos rebrotes si la gente se conf¨ªa y dejan de observar las distancias y las reglas de higiene. En la Antigua Galer¨ªa Nacional el riesgo de momento es limitado. Mantener la distancia f¨ªsica es f¨¢cil. En una de las salas, erguida, aparece una magn¨ªfica estatua en bronce de Rodin, sola, sin nadie que la perturbe, a plena luz del d¨ªa.