Las siete vidas de las tiendas de discos valencianas
Las tres cl¨¢sicas de la capital, entre las m¨¢s veteranas de toda Espa?a, emergen de la pandemia como supervivientes de mil y una batallas con un p¨²blico fiel
No ha habido quien pueda con ellas. Al menos, de momento. La crisis de la covid-19 ha sido tan solo el en¨¦simo contratiempo para esos espacios de libertad, santuarios de una forma tradicional de vivir la m¨²sica popular, que son las tiendas de discos. La devaluaci¨®n del formato f¨ªsico, la crisis econ¨®mica de 2008 y, ahora, la pandemia. Demasiados clavos para remachar un ata¨²d que se antoja lejano. Porque ah¨ª siguen. Y con trabajo para dar y tomar: a este cronista le ha costado lo suyo poder robarles cinco minutos de su tiempo a los responsables aqu¨ª entrevistados. Y unas cuantas llamadas. Se?al...
No ha habido quien pueda con ellas. Al menos, de momento. La crisis de la covid-19 ha sido tan solo el en¨¦simo contratiempo para esos espacios de libertad, santuarios de una forma tradicional de vivir la m¨²sica popular, que son las tiendas de discos. La devaluaci¨®n del formato f¨ªsico, la crisis econ¨®mica de 2008 y, ahora, la pandemia. Demasiados clavos para remachar un ata¨²d que se antoja lejano. Porque ah¨ª siguen. Y con trabajo para dar y tomar: a este cronista le ha costado lo suyo poder robarles cinco minutos de su tiempo a los responsables aqu¨ª entrevistados. Y unas cuantas llamadas. Se?al de la vitalidad de su negocio.
Tres de las m¨¢s veteranas de toda Espa?a est¨¢n en Val¨¨ncia. Cuatro, si tenemos en cuenta a Discocentro, que llevaba abierta en la calle Russafa desde 1978, pero acumulaba muchos a?os dedicada a la venta de discos de segunda mano, y ya ha anunciado su cierre definitivo para el 30 de junio. Las c¨¦ntricas Oldies, Amsterdam y Harmony han reabierto sus puertas en las ¨²ltimas semanas. Y la reentr¨¦ no ha podido ser m¨¢s calurosa: con una clientela fiel que, pese a la limitaci¨®n de aforo, la obligaci¨®n de portar mascarillas y manejarse entre mamparas y geles hidroalcoh¨®licos, no ha faltado a la cita militante con su dispensador favorito de esas rodajas de placer, peque?as ¨C o grandes, si hablamos del resucitado vinilo ¨C p¨ªldoras de la felicidad que no entienden de almacenamientos en una nube digital, compresiones mp3 ni fr¨ªas plataformas de streaming.
"Ya no vendemos m¨²sica, vendemos un soporte¡±, afirma Vicente Fabuel, due?o ¨C junto a Pepe Salvador ¨C de Oldies, la tienda que se esconde en la angosta calle Nuestra Se?ora de Gracia, justo detr¨¢s de la iglesia de San Agust¨ªn, desde 1978. ¡°El tema de la virtualidad de la m¨²sica es una batalla perdida¡±, esgrime. Lo que se lleva ahora entre los clientes tradicionales ¡°es una relaci¨®n casi sexual con el tacto del vinilo, con el soporte, eso que fue tan significativo en el siglo XX¡±, a?ade. Por suerte, Oldies mantuvo su actividad de venta por correo ¨C que incluso repunt¨® ¨C durante las semanas de cierre, algo as¨ª como sus particulares servicios m¨ªnimos, pero la afluencia de clientes desde que iz¨® la persiana y abri¨® sus puertas ha sido sorprendente hasta para ellos mismos: ¡°El n¨²cleo duro ha vuelto con fidelidad, hasta con l¨¢grimas¡±, sonr¨ªe.
Otra historia de supervivencia, porque la crisis sanitaria ha sido solo otro de los muchos mazazos sufridos por un sector tan especializado y tan de cercan¨ªa. Para Fabuel, son concretamente tres: ¡°El primer punto de inflexi¨®n fue la aparici¨®n del CD, un formato que no nos ha gustado nunca, ya que siempre apostamos por continuar primando el vinilo de forma valiente (aunque econ¨®micamente nos fue bien a todos con el CD, ojo); el segundo fue la crisis del 2008, que no vimos venir, y el tercero la subida del IVA del ministro Montoro en 2012, hasta el 21%, que fue algo incre¨ªble: una forma de no considerar a la m¨²sica como cultura, incluso equipar¨¢ndonos a las empresas funerarias¡±.
Por cierto, que versiones del Resistir¨¦ a cargo de Manolo Escobar o Los Marisme?os han sido, a modo de an¨¦cdota, algunos de los ins¨®litos hallazgos buscados por los coleccionistas que frecuentan Oldies, confiesa Fabuel. El agravio comparativo que supone la aplicaci¨®n de ese 21% a la m¨²sica grabada respecto del que comporta la venta de libros, un 4%, es un argumento tambi¨¦n esgrimido por Juan Vitoria (lo califica de ¡°brutal¡±, m¨¢s cuando ¡°much¨ªsimos libros han sido influidos por la m¨²sica¡±), propietario desde 1982 de Discos Amsterdam, emblem¨¢tica tienda que, por estar ubicada en una gran superficie ¨C Nuevo Centro ¨C ha tenido que abrir con dos semanas de retraso respecto a las otras. Y con el aforo reducido a cinco personas. ¡°Me he quedado muy sorprendido, porque la gente ha venido con mucho cari?o, cada uno a aportar su granito de arena¡±, comenta. Vitoria, que mantiene su presencia muy activa a trav¨¦s de su programa de radio.
?l s¨ª cree que este ha sido, con diferencia, ¡°el momento m¨¢s complicado en nuestros 37 a?os¡±, ya que durante las semanas de confinamiento ni siquiera se atrev¨ªa a acercarse la tienda a recuperar discos con vistas a venderlos online (de hecho, cerraron temporalmente la web), por miedo a una sanci¨®n de la polic¨ªa: ¡°Hasta que no tuve un volante del m¨¦dico, al que acudo por rehabilitaci¨®n, que est¨¢ al lado de Nuevo Centro, no me acerqu¨¦¡±, dice. Para ¨¦l, la tan cacareada vuelta del vinilo a su viejo esplendor como tabla de salvaci¨®n de las tiendas de discos es m¨¢s bien una t¨®pica panacea: ¡°Eso es m¨¢s testimonial que otra cosa, porque miras lo que vend¨ªamos en 1987 y hasta te r¨ªes¡±, dice. Vitoria guarda apuntes contables escritos de todos los discos que ha despachado desde que abri¨® en 1982. Por eso afirma que ¡°por cada veinte discos de entonces, se vende uno hoy en d¨ªa¡±. En aquellos tiempos, ¡°esto no era una tienda, era un chollo¡±.
As¨ª recuerda una ¨¦poca, a finales de los ochenta e incluso primeros noventa, con el auge de bandas como ¡°Pavement, Blake Babies, Teenage Fanclub o Dinousar Jr.¡±, en la que ¡°vend¨ªa por castigo¡±. Aquellos 90 en los que su programa de radio, Los 39 Sonidos, sol¨ªa figurar con frecuencia entre los m¨¢s votados por los lectores de la recientemente desaparecida revista Rockdelux, pese a su alcance local. Con todo, el jefe de Discos Amsterdam no es partidario de la queja: ¡°Siempre pienso que hay gente que est¨¢ mucho peor, que no va a llegar a fin de mes¡±.
Si entre las cuatro paredes de Amsterdam apenas pueden juntarse cinco clientes, en Discos Harmony, ubicada en el Pasaje Doctor Serra ¨C junto a la Plaza de Toros ¨C desde 1985 (aunque abierta desde 1978 en otros emplazamientos de la ciudad), tan solo pueden dar cobijo a cuatro. Su propietario, V¨ªctor Carbone, quien tampoco da abasto estos d¨ªas, confiesa que la acogida tras la reapertura ha sido ¡°muy buena¡±. Ellos tampoco estuvieron activos durante las semanas de confinamiento, y el reencuentro con quienes la frecuentan de forma habitual ha sido, como en el caso de Oldies o Amsterdam, igual de c¨¢lido. Con esa sensaci¨®n de reencuentro con alguien que, m¨¢s que un mero prescriptor de sonidos, es casi un amigo, un confesor. Algo m¨¢s que una profesi¨®n amenazada por la modernidad globalizada.