La m¨²sica vuelve al Liceo ante un ¡®p¨²blico¡¯ de 2.292 plantas
2.292 plantas llenan las butacas del coliseo de La Rambla en una ins¨®lita y bals¨¢mica 'performance' del artista Eugenio Ampudia
Ni famosos, ni pol¨ªticos, ni forofos de la ¨®pera. Las plantas, exactamente 2.292 plantas, han tenido esta tarde del lunes el privilegio de ser el primer p¨²blico del Liceo en su retorno a la m¨²sica en vivo tras la finalizaci¨®n del estado de alarma por la pandemia del coronavirus. Ins¨®lita, curiosa y saludable propuesta. A las plantas les sienta bien la m¨²sica -probablemente la m¨²sica nos sienta bien a todos los seres vivos del planeta-, por e...
Ni famosos, ni pol¨ªticos, ni forofos de la ¨®pera. Las plantas, exactamente 2.292 plantas, han tenido esta tarde del lunes el privilegio de ser el primer p¨²blico del Liceo en su retorno a la m¨²sica en vivo tras la finalizaci¨®n del estado de alarma por la pandemia del coronavirus. Ins¨®lita, curiosa y saludable propuesta. A las plantas les sienta bien la m¨²sica -probablemente la m¨²sica nos sienta bien a todos los seres vivos del planeta-, por eso contemplar, aunque sea virtualmente, la platea y los cinco pisos del Liceo transformados en un inmenso jard¨ªn ha sido, adem¨¢s de una sorpresa, una bals¨¢mica experiencia con la m¨²sica evocadora del joven Puccini en una acci¨®n del artista conceptual Eugenio Ampudia.
Nunca un concierto ha durado tan poco en el coliseo de la Rambla como el publicitariamente llamado, quiz¨¢ de forma algo pretenciosa, Concierto por el bioceno: apenas siete minutos de m¨²sica, los que dura la eleg¨ªa Crisantemi para cuarteto de cuerda que Giacomo Puccini compuso en enero de 1890 en memoria de Amadeo de Saboya, segundo hijo del rey de Italia, Vittorio Emanuele II, cuya repentina muerte a los 45 a?os conmocion¨® al pa¨ªs. Sin darle mucha importancia, Puccini la defini¨® en el aut¨®grafo como un Breve improvisso, pero emocion¨® tanto al p¨²blico que su editor y mecenas Ricordi la public¨® de inmediato.
El lirismo de Puccini emociona siempre, aunque sea por streaming. De hecho, pusieron toda su alma y hondo sentido musical los cuatro miembros de la orquesta de Liceo -los violinistas Yana Tsanova y Oleg Shport, la viola Clair Bobij y el violonchelista Guillaume Terrail, en una interpretaci¨®n de Crisantemi de alta intensidad emocional y simb¨®lica. A su t¨¦rmino, las plantas, agradecidas y silenciosas -?por fin un p¨²blico que no tose ni carraspea en el Liceo!- ¡°aplaudieron¡± a su manera esta m¨²sica cargada de dolor y abatimiento gracias a un audio del sonido de las hojas chocando entre ellas, mecidas por el viento.
El sonido de la naturaleza, convertido por la tecnolog¨ªa en un aplauso inesperado, de precioso efecto, con los cuatro m¨²sicos saludando a las plantas mientras ellas agradec¨ªan el regalo musical, cobr¨® una calidez inusitada en un final de la transmisi¨®n muy emocionante.
Dicen que a las plantas les sienta de maravilla la m¨²sica, en especial la de Mozart. Esperemos que la tristeza del lamento pucciniano les haya proporcionado la misma paz espiritual. En Crisantemi, Puccini quer¨ªa conmover con la m¨¢xima fuerza emocional al espectador. Por ello, m¨¢s adelante reutiliz¨® esta m¨²sica para cuerda en el acto final de Manon Lescaut, su tercera ¨®pera y el t¨ªtulo que le catapult¨® a la fama en la escena l¨ªrica internacional. Tremenda y lacrim¨®gena escena, por cierto, ambientada en un desierto en los confines de Nueva Orleans que plasma el desgarrador final de Manon y su amado Des Grieux, exhaustos y moribundos.
En el contexto del dolor y la muerte que ha causado, y sigue causando, la Covid-19, contemplar el habitual paisaje liceista -tan mundano y bullicioso antes de levantarse el tel¨®n-, transformado en una selva de plantas ha sido una experiencia art¨ªstica y musical impresionante y no solo por lo ins¨®lito de la situaci¨®n, sino por su significado. Despu¨¦s de m¨¢s de tres meses de silencio forzoso, el regreso a la m¨²sica del coliseo musical ha cobrado en esta acci¨®n una fuerza simb¨®lica y medi¨¢tica tan oportuna como necesaria en estos tiempos marcados por la incertidumbre.
Eugenio Ampudia sabe conectar con todo tipo de p¨²blicos con acciones directas y sencillas cargadas de significados. En el Palau de la M¨²sica el artista vallisoletano hizo una de sus performances m¨¢s conocidas, dormir en un centro cultural. En el templo modernista lo hizo encima de un piano y en el Museo del Prado durmi¨® a los pies de un cuadro. Pero lo del Liceo ha sido mucho m¨¢s original.
Blanca de la Torre, comisaria de la iniciativa, propuso la idea de relacionar al ser humano con la naturaleza y en esta acci¨®n, los humanos hemos tenido que conformarnos con seguir confinados virtualmente para disfrutar por streaming una dosis de Puccini que en el teatro, transformado en una peque?a selva, ha nutrido las ra¨ªces de 2.292 plantas.
Tiene mucha raz¨®n V¨ªctor Garc¨ªa de Gomar, director art¨ªstico del Liceo, al situar el testimonio de Almudia y el valor simb¨®lico de una acci¨®n en la que ¡°proyecta su carga emocional e intelectual en la esfera del compromiso colectivo¡±. ¡°Esta acci¨®n en el Liceo plantea muchas preguntas sobre el traje absurdo que lleva la condici¨®n humana durante este confinamiento: un p¨²blico privado de la posibilidad de ser p¨²blico¡±.
Esta performance forma parte de la apuesta art¨ªstica del Liceu de les Arts, que abre las puertas del teatro a un di¨¢logo de las artes con la m¨²sica de una forma transversal. A las plantas, algunas de tama?o considerable y procedentes de viveros de la zona, se les ha asignado una butaca junto con la localidad validada por el artista, y ser¨¢n entregadas a los profesionales sanitarios del Hospital Cl¨ªnic de Barcelona que han luchado en primera l¨ªnea contra la virulenta pandemia.