In memoriam | Un tropiezo
Joaqu¨ªn Marco conceb¨ªa la historia de la literaria como un ejercicio intelectual que debe ser impersonal
Joaqu¨ªn Marco (Barcelona, 1935-2020), catedr¨¢tico de Literatura espa?ola en la Universidad de Barcelona, no era, en los a?os setenta un profesor al uso. Acostumbraba a llegar tarde, con una cartera de piel clara y cantos de metal, repleta de primeras ediciones. Sus clases consist¨ªan en un viaje al pasado: los p¨²blicos del XIX, los movimientos est¨¦ticos, la prensa, las confrontaciones pol¨ªticas ¡ Era un scholar con una formaci¨®n positivista, inspirada en las ense?anzas de Gustave Lanson y su dominante ...
Joaqu¨ªn Marco (Barcelona, 1935-2020), catedr¨¢tico de Literatura espa?ola en la Universidad de Barcelona, no era, en los a?os setenta un profesor al uso. Acostumbraba a llegar tarde, con una cartera de piel clara y cantos de metal, repleta de primeras ediciones. Sus clases consist¨ªan en un viaje al pasado: los p¨²blicos del XIX, los movimientos est¨¦ticos, la prensa, las confrontaciones pol¨ªticas ¡ Era un scholar con una formaci¨®n positivista, inspirada en las ense?anzas de Gustave Lanson y su dominante M¨¦thode de l¡¯histoire litt¨¦raire. De modo que, ¨¦l tambi¨¦n, conceb¨ªa la historia literaria como un ejercicio intelectual que deb¨ªa ser impersonal, deb¨ªa serlo absolutamente. Porque su objeto, las obras del pasado, obliga al historiador a identificarse con el pasado, al tiempo que debe alejarse de ¨¦l para poder juzgarlo objetivamente. Es un planteamiento que la teor¨ªa ha superado, porque con el tiempo ha habido el deseo de dar un nuevo sentido a la ciencia literaria, levantando sobre ella una concepci¨®n del mundo para cuestionarla despu¨¦s. En todo caso, el positivismo domin¨® la universidad espa?ola, en su conjunto, dando un marcado sentido historicista al estudio de las humanidades.
Marco, en su trayectoria profesional y acad¨¦mica, separ¨® absolutamente las tres posibilidades que ofrece el conocimiento de la literatura: la historia, la cr¨ªtica y la creaci¨®n. Como historiador de la literatura se especializ¨® en los pliegos de cordel y la literatura popular de los siglos XVIII y XIX, publicando en Taurus (1977) su tesis doctoral. Era un tema poco frecuente para una tesis a primeros de los setenta y abr¨ªa enormes posibilidades de estudio. Ven¨ªa a ser como interesarse actualmente por el best seller y la literatura comercial. Es decir, considerar que la creaci¨®n literaria no solo es un acto individual, sino que es un fen¨®meno social que permite el contacto de un individuo con un p¨²blico.
Analizar la correlaci¨®n de ambas fuerzas en cada momento de la historia es, sin duda, una disciplina apasionante, porque da la temperatura de los intereses que tiene una determinada sociedad. Pero aquellos eran otros tiempos y un concepto entre elitista y marxista de la literatura le impuls¨® en otras direcciones, alejadas de su primitiva y fecunda l¨ªnea de investigaci¨®n. Le llev¨® a fundar una editorial (Llibres de Sinera) y a dirigir una colecci¨®n de poes¨ªa (Ocnos), donde le¨ªmos por primera vez a Leopoldo Mar¨ªa Panero o Alejandra Pizarnik. Le llev¨® a ejercer la cr¨ªtica de libros en la prensa (Destino, La Vanguardia, El Peri¨®dico, Abc, El Cultural y, finalmente, La Raz¨®n) y a expresar su propia subjetividad a trav¨¦s de la poes¨ªa (de su primer libro, Fiesta en la calle hasta Variaciones sobre un mismo paisaje). Lo sorprendente en Joaqu¨ªn Marco es que cada una de estas facetas apenas guardaba comun,icaci¨®n con el resto, como si fueran varias trayectorias profesionales reunidas en una sola persona por puro azar. No recuerdo en ninguna de sus clases que nos hablara de su experiencia como poeta, como cr¨ªtico o como editor en Salvat. Es decir que nos hablara de s¨ª mismo y compartiera con nosotros, estudiantes, el mundo que habitaba en su interior. Porque tambi¨¦n fue director literario de la editorial Salvat en unos a?os gloriosos. Muchos de nosotros recordamos aquella sencilla colecci¨®n, en color blanco y naranja, publicada en colaboraci¨®n con RTVE a partir de enero de 1970: modestos vol¨²menes hechos con pasta de papel que se vend¨ªan en los quioscos semanalmente al precio de 25 pesetas: del Hamlet, de Shakespeare, al Trafalgar, de Gald¨®s, pasando por La t¨ªa Tula, de Miguel de Unamuno. Una fiesta. Aquello fue el germen de nuestra actual literatura de bolsillo.
En los ¨²ltimos tiempos, con la muerte rondando a su alrededor como un hu¨¦sped indeseado y maltratador, Joaqu¨ªn escrib¨ªa sus memorias, a las que puso por t¨ªtulo Un lector desordenado. Nada extra?o el t¨ªtulo si pensamos que procede de una persona que am¨® la literatura tambi¨¦n desordenadamente, que la tent¨® en todas sus formas. En la primera p¨¢gina de esas memorias, que dej¨® inacabadas, se lee: ¡°No logro imaginar ¨Cy lo de imaginar lo hago muy a menudo- c¨®mo ser¨¢ mi muerte, permanece inc¨®gnita, agazapada, oculta, no me responde, ni siquiera como aproximaci¨®n. Tal vez resulte, pese a que es el trance m¨¢s universal, una experiencia incomunicable, como el amor. Porque tu pareja nunca llegar¨¢ a saber cu¨¢nto la amas, o la amaste o perdiste el amor en cualquier maldito embrollo¡±. Ya no hay imaginaci¨®n que valga, de pronto, Joaqu¨ªn Marco ha tropezado con la muerte y quienes le respet¨¢bamos hemos tropezado, de pronto, con el vac¨ªo que nos deja.