El Prado hace justicia a Vig¨¦e-Le Brun
El museo sacar¨¢ del almac¨¦n dos cuadros de la gran retratista francesa, sexta mujer expuesta en las salas. Tras su restauraci¨®n, los conservadores ultiman un estudio de los ¨®leos
El taller de restauraci¨®n del Museo del Prado ha limpiado dos retratos realizados por la pintora francesa Louise-?lisabeth Vig¨¦e-Le Brun (1755-1842), que hasta ahora hab¨ªan estado en los almacenes. Con esta limpieza la instituci¨®n ha recuperado el aspecto m¨¢s fiel y cercano a la idea de la autora para, seg¨²n ha podido saber EL PA?S, subir estos lienzos de los s¨®tanos a las salas de exposici¨®n. La direcci¨®n del museo ha decidido ligar el rescate de una artista esencial en la evoluci¨®n de la historia de la pintura del siglo XVIII al XIX, a la exposici¨®n Invitadas, que se inaugurar¨¢ el pr¨®...
El taller de restauraci¨®n del Museo del Prado ha limpiado dos retratos realizados por la pintora francesa Louise-?lisabeth Vig¨¦e-Le Brun (1755-1842), que hasta ahora hab¨ªan estado en los almacenes. Con esta limpieza la instituci¨®n ha recuperado el aspecto m¨¢s fiel y cercano a la idea de la autora para, seg¨²n ha podido saber EL PA?S, subir estos lienzos de los s¨®tanos a las salas de exposici¨®n. La direcci¨®n del museo ha decidido ligar el rescate de una artista esencial en la evoluci¨®n de la historia de la pintura del siglo XVIII al XIX, a la exposici¨®n Invitadas, que se inaugurar¨¢ el pr¨®ximo 6 de octubre y que analizar¨¢ el papel de la mujer en el arte espa?ol del siglo XIX y los primeros a?os del XX.
Los retratos de Vig¨¨e Le Brun restaurados son Carolina, reina de N¨¢poles, un ¨®leo sobre tabla de 1790, y Mar¨ªa Cristina Teresa de Borb¨®n, mismo soporte y del mismo a?o. En ambos se descubre la especial sensibilidad que tuvo esta artista para la narraci¨®n cotidiana y la intimidad, y para el retrato psicol¨®gico de sus personajes, que ganan en espontaneidad y en franqueza. Son mujeres (solo una sexta parte de sus retratos fueron hombres) que celebran la vida, envueltas en amables tonos pastel.
Con este movimiento, el museo expone a la sexta mujer artista en sus salas. Vig¨¦e-Le Brun se une as¨ª a los nombres de Sofonisba Anguissola, Artemisia Gentileschi, Rosa Bonheur, Clara Peeters y Angelica Kauffmann. Entre todas suman 13 pinturas de las m¨¢s de 1.700 que se mostraban antes de la reducci¨®n de espacio expositivo provocada por la crisis sanitaria.
¡°Ya los hemos restaurado y ahora los estamos analizando y estudiando para confirmar la atribuci¨®n. Hasta el momento la catalogaci¨®n ha sido por tradici¨®n, ahora queremos asegurarnos. Fue una pintora muy popular que tuvo muchas copias. Pero ahora que est¨¢n limpias, sin esos barnices amarillos espantosos, se aprecia la calidad. Una vez hayamos finalizado la investigaci¨®n, en unas semanas, ir¨¢n a la sala 75, dedicada al neoclasicismo¡±, explica Andr¨¦s ?beda, director Adjunto de Conservaci¨®n e Investigaci¨®n del museo.
De hecho, del retrato de Mar¨ªa Cristina Teresa de Borb¨®n, futura reina consorte de Cerde?a, a quien la artista represent¨® sentada en un jard¨ªn recogiendo rosas, existe otra versi¨®n id¨¦ntica en el Museo Nacional de Capodimonte de N¨¢poles, donde se conserva tambi¨¦n un retrato del hermano de Vig¨¦e-Le Brun y dos de su hermana. Las primeras noticias que tiene el Prado de ambas tablas son del inventario de 1854-1858 y desde entonces aparecen reconocidas como ¡°Madama Le Brun¡±.
Las dos obras del Prado posiblemente dialogar¨¢n con los retratos de Mariano Salvador Maella, Ram¨®n Bayeu o Agust¨ªn Esteve. Pero todav¨ªa est¨¢n redise?ado el regreso que vendr¨¢ tras Reencuentro, la exposici¨®n que hay ahora, cuando se recuperen los espacios habituales. ?beda indica que est¨¢n repensando la colecci¨®n, que hay una labor de recuperaci¨®n de obras pendientes de revisar y analizar. ¡°El Prado tiene muy buen banquillo¡±, se?ala.
Y en ese banquillo hay mujeres. ¡°Empezamos con la exposici¨®n de Clara Peeters, en 2016, y desde entonces tratamos de mantener esa l¨ªnea¡±, indica el director adjunto, que confirma que entre las compras del ¨²ltimo a?o no figura ninguna obra de mujeres artistas. No han adquirido cuadros de ellas ni con el legado de la maestra Carmen S¨¢nchez Garc¨ªa, que don¨® una casa en Toledo y 800.000 euros solo para compras.
El a?o de la resurrecci¨®n internacional de Vig¨¦e-Le Brun ¡ªartsita que mantuvo su apellido siempre, a pesar adoptar por ley el de su marido, el marchante Jean-Baptiste Pierre Le Brun¡ª fue 2015, cuando se present¨® la primera retrospectiva sobre su obra, en el Grand Palais de Par¨ªs, el MET de Nueva York y en la National Gallery de Canada, en Ottawa. El Museo del Louvre de Par¨ªs, la National Gallery de Londres, el Metropolitan de Nueva York o el Hermitage de San Petersburgo exponen obras de la pintora francesa que ha sido reconocida como capital en la Francia que salta del Rococ¨® al Neocl¨¢sico. En el museo londinense, por ejemplo, cuelga en una prestigiosa sala junto con trabajos de Fran?ois Boucher, Jean-Sim¨¦on Chardin, Jean-Honor¨¦ Fragonard, Jean-Baptiste Greuze o Andr¨¦ Bouys.
Pintora en fuga
Pese a ese rescate, el Prado manten¨ªa apartada de la vista p¨²blica la obra de quien ha sido se?alada y estigmatizada como la pintora de la reina Mar¨ªa Antonieta. En la biograf¨ªa que mantiene el museo espa?ol se dice de ella que ¡°fue una de las artistas femeninas m¨¢s valoradas de su ¨¦poca, y de las m¨¢s denostadas, sobre todo por ser autora de algunas de las m¨¢s grandes obras pict¨®ricas de propaganda pol¨ªtica del siglo XVIII al servicio de una idealizada Mar¨ªa Antonieta¡±. Nunca ostent¨® el t¨ªtulo de pintora de la reina, pero desde que ten¨ªa 22 a?os la retrat¨® tanto que se le abrieron las puertas del ¨¦xito y del exilio.
¡°Si estaba en la ventana de mi casa, los groseros sans-culottes me amenazaban con sus pu?os¡±, dej¨® escrito en las amplias memorias que redact¨® al final de su vida. Aquellos d¨ªas, previos a la Revoluci¨®n Francesa, los recordaba con ¡°angustia y dolor¡±. Huy¨® con su hija a Lyon y desde all¨ª hizo una triunfal gira europea por las cortes de Viena, Praga, Dresde, Berl¨ªn y San Petersburgo. Nunca guard¨® buena imagen de la revoluci¨®n: ¡°Las mujeres reinaban entonces, la revoluci¨®n las sepult¨®¡±, escribi¨® en una de sus frases m¨¢s lapidarias. La vida de Vig¨¦e-Le Brun es un relato de superaci¨®n, resistencia y reconocimiento.
Linda Nochlin fue la primera historiadora en rescatar, en 1976, a la artista que tuvo que aprender a dibujar la figura humana utilizando a sus hermanos y a su madre, en ocasiones desnuda, como modelos, porque las lecciones estaban vetadas a las mujeres. En 1783 fue admitida en la Academia de Pintura y Escultura gracias a la intervenci¨®n real, y evit¨® la guillotina unos a?os despu¨¦s. Escribi¨® que nunca perdi¨® su ¡°pasi¨®n innata¡±: ¡°La obligaci¨®n de dejar los pinceles por unas horas aumentaba mi amor por el trabajo¡±.