Dillon homenajea tibiamente a El gran Fellove
El personaje y su arte me dejan indiferente. La culpa ser¨¢ de Matt Dillon. O de que yo no me entero de nada
Llueve y llueve en esta ciudad incomparable. Es inc¨®modo, pero tambi¨¦n bonito. Es tentadora. La idea de quedarte en la cama viendo el mar y releyendo alg¨²n libro amado que no revisitas desde hace mucho tiempo. O viendo desde el mismo escenario un programa doble compuesto por Psicosis y La noche del cazador, pel¨ªculas ideales siempre, pero mejor si en el exterior hay tormenta y viento. Abandono esas caprichosas asociaciones para entrar en la sala de cine, acotada y enmascarada, tan extra?a, nada hospitalaria, para ver el documental que ha dirigido ...
Llueve y llueve en esta ciudad incomparable. Es inc¨®modo, pero tambi¨¦n bonito. Es tentadora. La idea de quedarte en la cama viendo el mar y releyendo alg¨²n libro amado que no revisitas desde hace mucho tiempo. O viendo desde el mismo escenario un programa doble compuesto por Psicosis y La noche del cazador, pel¨ªculas ideales siempre, pero mejor si en el exterior hay tormenta y viento. Abandono esas caprichosas asociaciones para entrar en la sala de cine, acotada y enmascarada, tan extra?a, nada hospitalaria, para ver el documental que ha dirigido Matt Dillon sobre el El gran Fellove, un m¨²sico cubano al que yo desconoc¨ªa.
Dillon, actor con presencia s¨®lida y un atractivo punto de chuler¨ªa, memorable en su interpretaci¨®n del jefe de una banda de yonquis en Drugstore Cowboy y de un polic¨ªa acorralado en Crash, pero que nunca ha alcanzado el estrellato al que parec¨ªa estar destinado, tambi¨¦n es un tipo aficionado a la percusi¨®n cubana y que rebuscando discos antiguos en amaneceres resacosos se enamor¨® de la m¨²sica de un compositor, cantante y bailarin cubano apodado El gran Fellove. Hace veintitantos a?os un productor y m¨²sico estadounidense le ofreci¨® grabar un disco a ese hombre olvidado, alguien que en algunas ¨¦pocas disfrut¨® de popularidad y gloria, admirado por todos sus compa?eros de profesi¨®n, amado por el p¨²blico en M¨¦xico, donde se exili¨® en el a?o 55 para buscarse la vida, y en su breve retorno a La Habana. Alguien presuntamente espectacular y original en su arte y que dej¨® profunda huella en la gente que le trat¨® o colabor¨® con el.
No dudo de la genialidad y la humanidad del personaje, pero tal como me cuenta Dillon su historia y su trascendencia, no me otorga ni fr¨ªo ni calor. Todo lo contrario de lo que me provoc¨® el extraordinario y emocionante retrato que ha hecho Julien Temple del irrepetible Shane MacGowan. Mi conocimiento del jazz latino es bastante limitado, pero una pel¨ªcula como Calle 54, que dirigi¨® Fernando Trueba, logr¨® despertarme el apetito. En El gran Fellove aparece alg¨²n m¨²sico superdotado (al que si he escuchado y visto actuar) como el pianista Chucho Vald¨¦s, contando maravillas del biografiado. Pero el personaje y su arte me dejan indiferente. La culpa ser¨¢ de Matt Dillon. O de que yo no me entero de nada.