Kraftwerk, de artistas a bur¨®cratas
El gran grupo futurista lleva d¨¦cadas viviendo de las rentas
Supongo que muchos periodistas comparten mi frustraci¨®n tras haber intentado entrevistar a Kraftwerk: gente educada pero escasamente elocuente. ?Y hab¨ªa tanto por preguntar! Sus letras tend¨ªan hacia el minimalismo, igual que sus declaraciones, generalmente reducidas a clis¨¦s: ¡°Somos obreros musicales¡ La inspiraci¨®n viene de los ruidos que nos rodean¡ La guitarra el¨¦ctrica es un instrumento arcaico¡±
A la espera de la publicaci¨®n, el 9 de octubre, de una reedici¨®n en vinilo coloreado de su obra (incompleta, pero eso lo ex...
Supongo que muchos periodistas comparten mi frustraci¨®n tras haber intentado entrevistar a Kraftwerk: gente educada pero escasamente elocuente. ?Y hab¨ªa tanto por preguntar! Sus letras tend¨ªan hacia el minimalismo, igual que sus declaraciones, generalmente reducidas a clis¨¦s: ¡°Somos obreros musicales¡ La inspiraci¨®n viene de los ruidos que nos rodean¡ La guitarra el¨¦ctrica es un instrumento arcaico¡±
A la espera de la publicaci¨®n, el 9 de octubre, de una reedici¨®n en vinilo coloreado de su obra (incompleta, pero eso lo explicamos luego), he decidido ponerme al d¨ªa. Problema: hay una bibliograf¨ªa muy, muy extensa sobre Kraftwerk. Soluci¨®n: elijo el libro m¨¢s reciente, Kraftwerk: Future Music from Germany; tiene aspecto atractivo y viene con la garant¨ªa del sello Penguin.
Un error. El autor, Uwe Sch¨¹tte, resulta ser profesor de literatura alemana en una universidad inglesa. El texto exhibe muchos de los vicios de cierta producci¨®n acad¨¦mica, desde la pedanter¨ªa a la miop¨ªa. Y el ansia por la legitimaci¨®n: no pierde oportunidad de conectar a Kraftwerk con grandes nombres del arte y el cine, de Fritz Lang a Joseph Beuys, pasando por Andy Warhol.
As¨ª, Sch¨¹tte establece un paralelismo entre Kling Klang, estudio de grabaci¨®n de Kraftwerk, y la Factory neoyorquina. Y no: la Factory de Warhol pod¨ªa funcionar como taller de pintura y como plat¨® de cine casero pero tambi¨¦n era un im¨¢n para todo tipo de almas perdidas, aparte de un espacio de libertinaje. Por el contrario, Kling Klang estaba vetado a las mujeres, que ¡ªse supone¡ª pod¨ªan alterar el viril ambiente de trabajo. Suena feo, aunque tal vez fuera una cuesti¨®n de secretismo. Tampoco dejaron entrar en Kling Klang a admiradores ilustres como David Bowie y Brian Eno, una precauci¨®n justificable dada la fama de chup¨®ptero de al menos uno de los visitantes.
Inevitablemente, el libro est¨¢ lleno de palabras hinchadas, como Geramtkunkstwerk (la ¡°obra total¡± de Wagner), que sirven como excusa para teorizaciones flatulentas. No esperen, sin embargo, iluminaciones sobre la huella de su origen social (pr¨®speras familias cat¨®licas de Renania) o la incierta relaci¨®n con la vibrante contracultura alemana posterior a 1968. De la historia oficial se ha borrado el primer grupo de Ralf y Florian (Organisation) e incluso las tres primeras entregas de Kraftwerk. Se encuentran en YouTube muestras de su actividad durante esos a?os: en contra a su leyenda de ignorados-en-su-propia-tierra, tuvieron acceso f¨¢cil a programas de televisi¨®n y festivales. El inconveniente puede que hoy resida en que los m¨²sicos y su p¨²blico parec¨ªan hippies. Hippies bien alimentados y respetuosos.
Anecd¨®tico, cierto, pero Sch¨¹tte insiste en definir a Kraftwerk por su oposici¨®n frontal al rock en look, instrumentaci¨®n, estilo de vida. Caramba, hasta parece inc¨®modo cuando sus h¨¦roes se muestran l¨²bricos, como ocurre en The model o Sex object. Menos lobos: por mucho ascetismo que predique, un Mensch-Maschine puede ser tan tramposo como un m¨²sico de rock. Un rockero quiz¨¢s escape entre bambalinas a meterse una raya pero un miembro de Kraftwerk fue pillado en 2015 consultando su correo en el escenario, lo que aviva la sospecha de que sus conciertos son (mayormente) playback.
En el balance final, eso no deber¨ªa importar mucho. Kraftwerk acumula una impecable racha de aciertos. Cinco elep¨¦s esbeltos que celebraban el sue?o europeo y las posibilidades liberadoras de la tecnolog¨ªa: Autobahn (1974), Radio-activity (1975), Trans-Europe Express (1977), The man-machine (1978) y Computer world (1981). Con el ¨²nico bache de su celebraci¨®n de la energ¨ªa nuclear, radicalmente modificada tras el ascenso de Los Verdes.
A continuaci¨®n, ay, perdieron impulso: solo sacaron dos ¨¢lbumes m¨¢s, comparativamente decepcionantes. En los ¨²ltimos diecisiete a?os se han dedicado a reelaborar sus formidables hallazgos y reordenar su obra, cambiando sonido y envoltura. Los practicantes del retrofuturismo son ahora m¨¢s retro que futuristas. Su b¨²squeda del anonimato s¨ª fue exitosa: solo este a?o, cuando muri¨® Florian Schneider, muchos se enteraron de que hab¨ªa dejado Kraftwerk en 2006, tras un concierto en Zaragoza.
Hay una negativa en Kraftwerk: Future Music from Germany a reconocer que la trayectoria tiene algo de decepcionante. Uwe Sch¨¹tte se empe?a en est¨²pidas comparaciones con los Beatles y recurre al comod¨ªn de su ascendiente sobre los m¨²sicos del techno de Detroit. Una influencia cierta pero que, as¨ª planteada, menosprecia las aportaciones de pioneros negros que, antes de Autobahn, usaron creativamente sintetizadores y cajas de ritmo. Y no conviene cargar las tintas en ese tipo de homenajes: en otras zonas de la Am¨¦rica negra, tambi¨¦n se veneraba ¡ªpor la densidad de sus producciones, por el pellizco de su voz, por la potencia de su bater¨ªa¡ª a otro m¨²sico blanco en las ant¨ªpodas de Kraftwerk. Dedicaron todo un disco colectivo, Urban Renewal, a un tal Phil Collins.