Borrego de paja
El director, con c¨¢mara ¨¢gil, continuo secuencial cortante, notable uso de los sonidos y de la m¨²sica, se introduce en la pesadilla a un palmo del rostro desencajado de Mario Casas
En un instante ya avanzado de la pesadilla moral, social y criminal que es No matar¨¢s, estimable segunda pel¨ªcula de David Victori, su personaje protagonista, un joven apocado y sumiso, buen trabajador y mejor hijo, se mira las gafas en un cuarto de ba?o ante lo que se le ha venido encima: uno de los cristales est¨¢ resquebrajado, como su propia vida, rota por una noche de locura que le est¨¢ obligando a tomar decisiones constantes y extremas, radicalmente alejadas de su hasta entonces pusil¨¢nime existencia. Pero esas manos temblorosas no sostienen unas gafas rotas cualquiera: son las mis...
En un instante ya avanzado de la pesadilla moral, social y criminal que es No matar¨¢s, estimable segunda pel¨ªcula de David Victori, su personaje protagonista, un joven apocado y sumiso, buen trabajador y mejor hijo, se mira las gafas en un cuarto de ba?o ante lo que se le ha venido encima: uno de los cristales est¨¢ resquebrajado, como su propia vida, rota por una noche de locura que le est¨¢ obligando a tomar decisiones constantes y extremas, radicalmente alejadas de su hasta entonces pusil¨¢nime existencia. Pero esas manos temblorosas no sostienen unas gafas rotas cualquiera: son las mismas gafas rotas de Dustin Hoffman en Perros de paja, las de un timorato que siempre ha dicho y hecho lo que quer¨ªan los dem¨¢s. Ese joven, al que interpreta con rabia y desaz¨®n Mario Casas, es un borrego de paja.
¡°?Ten cojones y vuela!¡±, le ha escrito su padre en una nota, justo antes de morir por una enfermedad terminal. El hijo lo ha cuidado con cari?o y esmero hasta el ¨²ltimo instante. A trav¨¦s de unas cuantas pinceladas sutiles y certeras, los primeros minutos del relato, escrito por el propio Victori en compa?¨ªa de Jordi Vallejo y Clara Viola, dibujan una criatura muy reconocible en sus virtudes y sus defectos, con su hermana, con sus compa?eros de trabajo: a un triste que se deja arrastrar por los que le quieren y por los que solo lo necesitan. Por eso, cuando llega el encuentro con la chica de la historia, la casi adolescente desconocida y llorosa que se le acerca en una hamburgueser¨ªa, de un raro atractivo y peligrosamente manipuladora y en¨¦rgica, una femme fatale de los nuevos tiempos (Milena Smit, una revelaci¨®n), el espectador sabe que es la hora de la perdici¨®n.
Victori, c¨¢mara ¨¢gil, continuo secuencial cortante, notable uso de los sonidos y de la m¨²sica, te introduce en la pesadilla, en la ?jo, qu¨¦ noche!, a un palmo del rostro desencajado de Mario Casas. Y este, que hace apenas un mes estren¨® El practicante, con otra actuaci¨®n excelente, aquella de un tipo repulsivo, despliega su variedad de registros. Como una variante contempor¨¢nea del mito simb¨®lico de la mujer delante del espejo (en pintura, en cine), el hombre delante del espejo, que no puede ser otra cosa que la pantalla del m¨®vil, se interroga sobre s¨ª mismo, sobre su mirada interior. Hasta confluir en una ¨²ltima mirada, esta al exterior, directamente a la c¨¢mara de Victori, a nosotros como espectadores, preguntados sobre lo que debe (o no) hacer en el ¨²ltimo acto de una pel¨ªcula diab¨®lica de borregos y perros.
NO MATAR?S
Direcci¨®n: David Victori.
Int¨¦rpretes: Mario Casas, Milena Smit, Elisabeth Larena, Javier Mula.
G¨¦nero: 'thriller'. Espa?a, 2020.
Duraci¨®n: 92 minutos.