¡°No me hagas da?o¡±
Gustavo Mart¨ªn Garzo: " El mundo del arte es m¨¢s necesario que nunca porque nos aporta consuelo "
Todo es fr¨¢gil y ahora a¨²n m¨¢s. ¡°El rostro humano, por ejemplo, est¨¢ hecho para mirar al otro, para contemplar su rostro. ¡®No matar¨¢s¡¯ es como el cumplimiento de la mirada, los ojos dicen ¡®no me hagas da?o¡¯. Esa es la base de nuestra humanidad. Y ahora vamos por la calle y nos acostumbramos a vernos todos embozados, con esa especie de desconfianza que nos hace ver al otro no como alguien que puede ampliar el rango de libertad, sino que viene a entorpecerlo y debilitarlo. Ulises ven¨ªa de fuera con historias extraordinarias que todos deseaban escuchar. Esas historias no te hacen m¨¢s fuerte, pero...
Todo es fr¨¢gil y ahora a¨²n m¨¢s. ¡°El rostro humano, por ejemplo, est¨¢ hecho para mirar al otro, para contemplar su rostro. ¡®No matar¨¢s¡¯ es como el cumplimiento de la mirada, los ojos dicen ¡®no me hagas da?o¡¯. Esa es la base de nuestra humanidad. Y ahora vamos por la calle y nos acostumbramos a vernos todos embozados, con esa especie de desconfianza que nos hace ver al otro no como alguien que puede ampliar el rango de libertad, sino que viene a entorpecerlo y debilitarlo. Ulises ven¨ªa de fuera con historias extraordinarias que todos deseaban escuchar. Esas historias no te hacen m¨¢s fuerte, pero son tan importantes: te hacen m¨¢s sabio, m¨¢s civilizado, m¨¢s alegre, m¨¢s amante de la verdad. Todas estas historias se han contado miran do al otro¡±. Quiz¨¢ este tiempo ha dado valor a los ojos. ¡°Pero no sabemos mirar; el mundo oriental s¨ª ha conservado ese valor. Cada vez que damos con alguien, en Occidente, rehuimos sus ojos, nos parece de mal gusto fijarnos: hemos perdido la capacidad de mirar a los dem¨¢s. Y, ahora, con el rostro tapado, hablamos y contamos, pero estos gestos pueden significar que ya el rostro no cuenta, que ya no dice nada, que no dice ni qu¨¦ quiere¡±.
El malestar actual nos ha hecho fr¨¢giles a todos. ¡°Esta ¨¦poca es complicada y dolorosa. En lo esencial tampoco es diferente a otras. El ser humano siempre ha tenido esa especie de anhelo insatisfecho. Lo que dec¨ªa Cernuda: ¡®Una pregunta cuya respuesta nadie sabe¡¯. Esa pregunta es el deseo. Vivimos instalados en esa incertidumbre, en este malestar. El malestar por el que me preguntas tiene que ver con la enfermedad y con todo esto que estamos viviendo, y en absoluto es bueno. Todo lo contrario: te su me en la impotencia, en la desolaci¨®n, en la desesperaci¨®n; pero precisamente creo que en estos momentos el mundo del arte, de la cultura, es probablemente m¨¢s necesario que nunca porque nos aporta consuelo, nos ayuda a resistir. Creo que era de Pavese esta frase tan hermosa: ¡®La literatura es una respuesta a las afrentas de la vida¡¯. El mundo del arte tiene que ver con esta rebeli¨®n contra el hecho de que la vida no tenga sentido. Cuando se corta el di¨¢logo con el mundo estamos perdidos. Por eso ocurre la depresi¨®n, que viene cuan do de pronto el alrededor enmudece y no hay ninguna posibilidad de mantener un di¨¢logo con nada¡±. ?Y qu¨¦ certezas ahora se han roto antes, como aquellas cosas rotas de las que escribi¨® Neruda en su oda? ¡°La buena manera de entender es ir perdiendo certezas. Precisamente una de las ense?anzas de esta ¨¦poca es que nos ha hecho ser conscientes de lo vulnerables y fr¨¢giles que somos, algo que nuestro mundo autosatisfecho siempre trata de hacernos olvidar con sus reiterados discursos del bienestar¡±.
Su paisano Jorge Guill¨¦n dijo, despu¨¦s de una buena siesta, que el mundo est¨¢ bien hecho, y luego dijo lo contrario: la siesta hab¨ªa sido p¨¦sima. ¡°La vida est¨¢ llena de contradicciones, hay que aprender a vivir con ellas porque son buenas. Al lado de momentos espl¨¦ndidos tenemos otros en los que no podemos m¨¢s que arrastrarnos por el suelo. Tristemente abunda mucho, a medida que pesa la edad. Este lado oscuro y doloroso de la vida se hace cada vez m¨¢s presente¡±.
Quien ha respondido es Gustavo Mart¨ªn Garzo, autor reciente de Elogio de la fragilidad (Galaxia Gutenberg). Hablar con ¨¦l no tiene desperdicio.