La humildad de una pintura

Un drama de buenos sentimientos protagonizado por una obra de un pintor de aspiraciones populares. Tiene todo el sentido. El finland¨¦s Klaus H?r? ha compuesto en El artista an¨®nimo una agradable pel¨ªcula sobre el encuentro con el tesoro art¨ªstico que, pese a su contemporaneidad, a su nulo sentido de la aventura y a la ausencia del mar, tiene mucho de cl¨¢sica historia de piratas, de viejo marino en busca de un ¨²ltimo aliciente para su existencia en forma de legado. Y el centro de todo el relato es un cuadro: una versi¨®n desconocida y sin firma del Cristo, de ...

Un drama de buenos sentimientos protagonizado por una obra de un pintor de aspiraciones populares. Tiene todo el sentido. El finland¨¦s Klaus H?r? ha compuesto en El artista an¨®nimo una agradable pel¨ªcula sobre el encuentro con el tesoro art¨ªstico que, pese a su contemporaneidad, a su nulo sentido de la aventura y a la ausencia del mar, tiene mucho de cl¨¢sica historia de piratas, de viejo marino en busca de un ¨²ltimo aliciente para su existencia en forma de legado. Y el centro de todo el relato es un cuadro: una versi¨®n desconocida y sin firma del Cristo, de Ilya Rapin, artista de la sociedad cooperativa de Los Itinerantes, compuesta en la d¨¦cada de 1870 por un grupo de 14 pintores rusos como respuesta al academicismo de las instituciones oficiales, con la consigna de llegar al gran p¨²blico a trav¨¦s de continuos traslados de sus creaciones incluso a las provincias m¨¢s remotas, alej¨¢ndose as¨ª del elitismo de las grandes capitales.

La nobleza un tanto ego¨ªsta del anciano galerista en crisis queda confrontada con las filibusteras maneras de las j¨®venes generaciones de mercachifles del arte, incapaces de entender la necesidad de haber vivido para poder pintar algo verdaderamente trascendente y conmovedor. H?r?, conocido sobre todo por La clase de esgrima (2015), candidata a la mejor pel¨ªcula de habla no inglesa en los Globos de Oro, aplica su estilo mayoritario, delicado, sin grandilocuencias pero tambi¨¦n sin riesgos, centr¨¢ndose en las ambivalencias de los personajes protagonistas con mucha ternura, y aplicando el brochazo arquet¨ªpico a los antagonistas: aqu¨ª, tanto el tasador, un mero villano sin escr¨²pulos ni defensa incluso en su forma de vestir y peinarse, como el millonario en albornoz aspirante a comprador.

Pero esas parecen ser las reglas del cine para mayor¨ªas, y El artista an¨®nimo, pulcra aunque sin honduras, con el eje emocional de la humildad, su gran tema, ya ha cubierto su cuota para las (amplias) minor¨ªas con su tem¨¢tica alrededor de la pintura y la belleza y la calma interiores sugeridas por el arte.