Muere C¨¢ndido, leyenda de la percusi¨®n afrocubana
Junto con Mongo Santamar¨ªa, Chano Pozo y Armando Peraza facilit¨® la entrada de la conga en el jazz
C¨¢ndido Camero Guerra muri¨® el s¨¢bado, 7 de noviembre, a los 99 a?os, en su casa del Bronx, en Nueva York. Admirado conguero cubano, desarroll¨® la mayor parte de su carrera en Estados Unidos, donde acompa?¨® a una extraordinaria variedad de artistas, de Dizzy Gillespie a Tony Bennett, pasando por Celia Cruz o La Lupe.
Habanero de 1921, C¨¢ndido aprendi¨® a tocar el tres, el bong¨® y otros instrumentos en el seno de su familia. Era menor de edad cuando empez¨® a actuar profesionalmente, apareciendo incluso con la orquesta de Armando Romeu en el cabaret Tropicana; tambi¨¦n estuvo de gira...
C¨¢ndido Camero Guerra muri¨® el s¨¢bado, 7 de noviembre, a los 99 a?os, en su casa del Bronx, en Nueva York. Admirado conguero cubano, desarroll¨® la mayor parte de su carrera en Estados Unidos, donde acompa?¨® a una extraordinaria variedad de artistas, de Dizzy Gillespie a Tony Bennett, pasando por Celia Cruz o La Lupe.
Habanero de 1921, C¨¢ndido aprendi¨® a tocar el tres, el bong¨® y otros instrumentos en el seno de su familia. Era menor de edad cuando empez¨® a actuar profesionalmente, apareciendo incluso con la orquesta de Armando Romeu en el cabaret Tropicana; tambi¨¦n estuvo de gira por toda Cuba con el cantante Cascarita. Pero la consideraci¨®n social de los m¨²sicos cubanos era baja y sus sueldos tend¨ªan hacia lo miserable.
Hac¨ªa 1946, viaj¨® a Nueva York, donde los creadores del be bop andaban intrigados por la r¨ªtmica afrocubana. Comparti¨® jam sessions con Charlie Parker y estuvo temporadas largas con Dizzy Gillespie, Billy Taylor o Stan Kenton: sin necesidad de ensayar, asumi¨® que el comp¨¢s afrocubano era compatible con el esp¨ªritu improvisador del jazz. En un medio turbulento, destacaba por su sentido del deber y su autocontrol: aseguraba que nunca fum¨® ni tom¨® alcohol o drogas. Pod¨ªa aceptar la disciplina de un Duke Ellington, que le convoc¨® para la grabaci¨®n de A Drum Is A Woman, su disco conceptual de 1956.
Interpretaba casi exclusivamente la conga, o tumbadora. Aunque habr¨ªa que usar el plural: amante de la m¨²sica cl¨¢sica, C¨¢ndido admiraba las posibilidades del t¨ªmpano en las orquestas sinf¨®nicas: decidi¨® salir al escenario con tres congas, de diferente afinaci¨®n, lo que le permit¨ªa a?adir riqueza mel¨®dica a su pegada r¨ªtmica. Esa finura le hizo particularmente valioso para vocalistas gringos que se aproximaban t¨ªmidamente a la onda caribe?a. La relaci¨®n con Tony Bennett le abri¨® las puertas de Las Vegas y los programas de variedades de TV, donde inevitablemente se perdi¨® el acento de la primera s¨ªlaba de su nombre. Tambi¨¦n le llev¨® a situaciones curiosas, como sustituir a la percusi¨®n brasile?a en sesiones con Antonio Carlos Jobim.
La fiabilidad de C¨¢ndido le facilit¨® contar con trabajos fijos en musicales de Broadway o en el club Birdland. A partir de 1956, se le ofreci¨® grabar discos bajo su propio nombre, aunque generalmente limitado a encajar sus congas en arreglos escogidos por el productor de turno, a partir de ¨¦xitos del momento. Del t¨ªtulo de uno de ellos surgi¨® uno de sus apodos profesionales, el Hombre de los Mil Dedos. Ignorando su car¨¢cter bondadoso, se le intentaba vender como una especie de salvaje, con portadas donde aparec¨ªa con el pecho al aire y alguna belleza a su lado. Hasta fue contratado por el sello Salsoul, especializado en disco music.
Solo a finales del siglo XX, cuando se reconoci¨® universalmente la unicidad del latin jazz, pudo facturar m¨²sica coherente con su potencial. Particip¨® as¨ª en el proyecto Conga Kings, donde alternaba amablemente con el cubano Carlos Patato Vald¨¦s y el puertorrique?o Giovanni Hidalgo. Aunque plenamente integrado en el circuito mainstream, nunca renunci¨® a la presencia en el mundo de la llamada latin music.