Francisco Brines brinda su Premio Cervantes a los que leen poes¨ªa

Un sol de justicia recibi¨® esta ma?ana a los invitados que asistieron a la celebraci¨®n de la concesi¨®n del Premio Cervantes a Francisco Brines en la mas¨ªa del poeta en Oliva, donde naci¨® hace 88 a?os. ¡°Un premio de justicia¡±, coment¨® el alcalde de la poblaci¨®n valenciana, David Gonz¨¢lez. Los pol¨ªticos, amigos y periodistas se iban concentrando en la espl¨¦ndida terraza de la casa, rodeada de naranjos y palmeras, mientras la escritora y directora de la fundaci...

Un sol de justicia recibi¨® esta ma?ana a los invitados que asistieron a la celebraci¨®n de la concesi¨®n del Premio Cervantes a Francisco Brines en la mas¨ªa del poeta en Oliva, donde naci¨® hace 88 a?os. ¡°Un premio de justicia¡±, coment¨® el alcalde de la poblaci¨®n valenciana, David Gonz¨¢lez. Los pol¨ªticos, amigos y periodistas se iban concentrando en la espl¨¦ndida terraza de la casa, rodeada de naranjos y palmeras, mientras la escritora y directora de la fundaci¨®n del poeta, ?ngels Gregori, explicaba que su delicado estado de salud y las restricciones por la pandemia imped¨ªan cualquier contacto con el escritor. De modo que la gente empez¨® a mirar a los balcones esperando la aparici¨®n de un poeta ajeno a la solemnidad. Sin embargo, el autor de Las brasas no pudo evitar que su salida al balc¨®n corrido y sus lentos pasos hasta llegar al final estuvieran revestidos de una carga ceremoniosa debido a la ocasi¨®n, el respeto, la expectaci¨®n y los aplausos que suscit¨®.

Acompa?ado de su inseparable V¨ªctor Alverka, que lo cuida desde hace 15 a?os, Brines se mostr¨® contento y de muy buen humor, invitando a los presentes a brindar con vino, ¡°el elixir de los poetas¡±. Ayudado por Gregori y por su amiga y restauradora Pilar Roig, que amplificaban sus palabras, el escritor celebr¨® haber conseguido con su poes¨ªa ¡°un canto diverso¡±, que ha llegado a los lectores ¡°como lo hicieron los versos de Berceo o Manrique¡±, a los que desear¨ªa "acercarse¡±, y de Ausi¨¤s March, al que calific¨® como el mejor poeta medieval en Espa?a. Asegur¨® que sigue escribiendo y leyendo y trabaja en un nuevo libro que lleva por t¨ªtulo Donde muere la muerte, de cuya tem¨¢tica dijo que no quer¨ªa hablar. La obra re¨²ne prosas l¨ªricas y poes¨ªas y lleva a?os en su elaboraci¨®n, apostill¨® Gregori. ¡°La poes¨ªa es una poes¨ªa conviviente. Yo siempre escribo la poes¨ªa para m¨ª, como lector, la recibo como creador y pensando siempre en los lectores a los que le llegar¨¢. Lo importante es que la poes¨ªa sea de los que la leen, as¨ª que est¨¢is condenados a leerla¡±, dijo a los asistentes, desde el balc¨®n de Elca, el nombre de su casa familiar donde se instal¨® definitivamente hace a?os tras vivir en Madrid.

El autor de El oto?o de las rosas (Premio Nacional de Literatura) y acad¨¦mico de la RAE respondi¨® que no sabe si acudir¨¢ a Alcal¨¢ de Henares a recoger el premio: ¡°Mi salud es como es y yo no soy un nadador de aguas bravas¡±. Tambi¨¦n explic¨® que con su fundaci¨®n, con sede en la mas¨ªa de Elca, que atesora una biblioteca de cerca de 30.000 vol¨²menes, quiere rendir un ¡°homenaje a la poes¨ªa, porque la poes¨ªa aparte de lo est¨¦tico es un camino muy ilustrativo¡±. Y destac¨® que el Premio Cervantes ¡°muestra¡± que sus lectores actuales ¡°est¨¢n igual en Galicia, Asturias, Pa¨ªs Vasco, Catalu?a, Oliva, Valencia o Andaluc¨ªa¡±. "Y all¨ª donde un lector la lea y se emocione, habr¨¢ llegado mi voz po¨¦tica, y mientras eso ocurra tendr¨¦ voz po¨¦tica¡±, agreg¨®. Por ¨²ltimo, expres¨® su satisfacci¨®n por que los ciudadanos de Oliva reciban este galard¨®n tambi¨¦n como algo suyo. ¡°En parte as¨ª es porque yo tambi¨¦n me alegro de todo lo que surge en Oliva, a un deportista, un m¨²sico, un escritor, etc¨¦tera. Por lo tanto, si yo tengo esa necesidad de aplaudir un premio que ellos obtengan, tambi¨¦n este premio importante ha ca¨ªdo en uno de ellos¡±.

El sol segu¨ªa cayendo a plomo y el poeta deshizo el camino y volvi¨® a su habitaci¨®n con un semblante de satisfacci¨®n, mientras los invitados se demoraban disfrutando de las espl¨¦ndidas vistas de Elca, desde la que se atisba el mar al final de una sucesi¨®n de campos de naranjos.