¡®Free jazz¡¯ para tararear
Baldo Mart¨ªnez, Juan Saiz y Luc¨ªa Mart¨ªnez debutan juntos con ¡®Fr¨¢gil Gigante¡¯, un ¨¢lbum experimental basado en la improvisaci¨®n y presentado en el Festival de Jazz de Madrid
El tit¨¢n se levanta de la cama en mitad de la noche. Trastabillando sombras, recorre a tientas el pasillo oscuro hasta dar con un interruptor. Ni tan siquiera la luz le permite enderezar el paso. Camina lento, renqueante, y en una pausa para tomar de nuevo impulso, cae al suelo de improvisto como una torre derruida. Con esta met¨¢fora, la del coloso con pies de barro, describen Baldo Mart¨ªnez, Juan Saiz y Luc¨ªa Mart¨ªnez su debut: Fr¨¢gil Gigante, nueve cortes detallistas que se basan en la libre improvisaci¨®n.
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El tit¨¢n se levanta de la cama en mitad de la noche. Trastabillando sombras, recorre a tientas el pasillo oscuro hasta dar con un interruptor. Ni tan siquiera la luz le permite enderezar el paso. Camina lento, renqueante, y en una pausa para tomar de nuevo impulso, cae al suelo de improvisto como una torre derruida. Con esta met¨¢fora, la del coloso con pies de barro, describen Baldo Mart¨ªnez, Juan Saiz y Luc¨ªa Mart¨ªnez su debut: Fr¨¢gil Gigante, nueve cortes detallistas que se basan en la libre improvisaci¨®n.
¡°Nuestra m¨²sica es arriesgada. Parece s¨®lida como un tit¨¢n, pero est¨¢ siempre haciendo equilibrios. De ah¨ª su fragilidad¡±, explica la baterista Luc¨ªa Mart¨ªnez, de 37 a?os, minutos antes de actuar. El Festival de Jazz de Madrid acogi¨® el domingo, en el teatro Fern¨¢n-G¨®mez, la puesta de largo m¨¢s experimental de esta edici¨®n. Sobre el escenario, se dir¨ªa que el tr¨ªo alcanza la expresividad a trav¨¦s del equilibrio, en lugar de reproducir la colisi¨®n habitual del free. El contrabajo, los vientos y la percusi¨®n est¨¢n convocados a una asamblea en la que deliberan y se replican sin interrupciones. El sello brit¨¢nico Leo Records ¡ªque ha publicado el trabajo de otros referentes de un g¨¦nero cada vez m¨¢s global, como Art Ensemble of Chicago o Evan Parker¡ª respalda esa provechosa reuni¨®n de tres artistas con trayectoria en la vanguardia.
La fonogr¨¢fica, nacida en los ruidosos setenta, califica a los espa?oles como ¡°free jazz con melod¨ªas que puedes cantar, a cargo de tres improvisadores de la emergente escena espa?ola¡±. Y no es ning¨²n ox¨ªmoron, como indica el flautista y saxofonista Juan Saiz, de 34 a?os: ¡°Este g¨¦nero suele huir de lo tonal, evita recursos cantados. Sin embargo, ese es justo el germen de nuestras canciones¡±. Melod¨ªas n¨ªtidas que se rompen y transforman en el desarrollo de la improvisaci¨®n. Son el punto de partida y a veces tambi¨¦n el de llegada, tras varios minutos de texturas ruidosas. Como sucede en Nana, el ep¨ªlogo del disco, cuando una cancioncilla infantil emerge del contrabajo de Baldo Mart¨ªnez en forma de arm¨®nico.
Mientras ultimaban ese corte, la hija peque?a de la baterista se col¨® en el estudio y empez¨® a tararear y bailar. El elep¨¦ es uno de esos productos culturales v¨ªctima de la covid-19 pese a estar fechado hac¨ªa tiempo. Se grab¨® en tres d¨ªas, seis meses antes de la crisis sanitaria, pero esta cortocircuit¨® buena parte de su difusi¨®n y presentaci¨®n en directo. Ahora tratan de resarcirse con cuatro actuaciones para noviembre. Todas en espacios institucionales. ¡°Los pocos clubs que quedaban en Espa?a ahora est¨¢n cerrando sus puertas¡±, lamenta Saiz. La ¨²ltima cita, el d¨ªa 19 en el VII Festival Raqueros del Jazz de Santander, est¨¢ en el aire desde que se adelant¨® el toque de queda en la capital c¨¢ntabra. Las giras en estos tiempos son volubles. Pero ellos no cejan en su cruzada por hacerse escuchar.
El valor de lo cercano
Esa sensaci¨®n de despedida hasta nueva orden plane¨® en el concierto de Madrid. El momento ¨¢lgido lleg¨® con Responso, una pieza de aires f¨²nebres que adquiere otro significado tras la irrupci¨®n de la pandemia. El saxo insin¨²a un homenaje de inspiraci¨®n celta a los difuntos, para dar paso a unas notas altas m¨¢s abstractas. La melod¨ªa se fractura a golpe de bater¨ªa y el contrabajo crea una ventisca l¨²gubre. ¡°Esta ser¨¢ la cuarta vez que me subo a un escenario tras el confinamiento¡±, reconoci¨® minutos antes entre bastidores Baldo Mart¨ªnez, de 61 a?os. ¡°Se nota que el p¨²blico est¨¢ necesitado de m¨²sica. El ambiente se vuelve muy intenso. Mientras toco no puedo evitar acordarme de compa?eros que ya no est¨¢n, como mi amigo el saxofonista Marcelo Peralta¡±.
El contrabajista gallego, que ya hab¨ªa entablado por separado interesantes di¨¢logos con las otras dos patas de Fr¨¢gil Gigante, es el ¨²nico del tr¨ªo que peina canas. Su Proyecto Mi?o, un encargo que recibi¨® del Festival de Jazz de Guimaraes, le destac¨® hace una d¨¦cada en el mapa europeo del jazz y sus aleda?os. Para esta empresa se rode¨® de otros nueve colaboradores que interpretaban instrumentos ancestrales como la zanfona, un artilugio medieval de manivela y cuerda frotada que el maestro Mateo inmortaliz¨® en el P¨®rtico de la Gloria compostelano. Estos mimbres le sirvieron a Baldo Mart¨ªnez para recomponer los aires del cancionero popular del noroeste peninsular. Una tradici¨®n que reaparece en su nuevo tr¨ªo con Bradada.
En el tema, las reminiscencias folkl¨®ricas conducen a una violenta catarsis de improvisaci¨®n din¨¢mica. Fuera de nuestras fronteras la mezcla ¡°resulta a¨²n m¨¢s sugerente¡±, como advierte Leo Feigin, el alma mater del sello que produce a Fr¨¢gil Gigante. Por contraste, el tr¨ªo se queja de que los festivales patrios apenas cuentan con formaciones espa?olas. ¡°Hay un cierto recelo por lo que surge aqu¨ª¡±, apunta Luc¨ªa Mart¨ªnez, ¡°como si al venir de cerca tuviera menos valor¡±. Solo queda una hora para el directo. La prueba de sonido se hace entre carreras y prisas. Se han vendido todas las entradas de un patio de butacas menguado a la mitad para respetar la distancia de seguridad. ¡°Agradecemos mucho que nos den a conocer. Espero que no tenga que llegar otra pandemia para que los programadores vuelvan a contar con nosotros¡±, remacha el contrabajista Mart¨ªnez.