Jaime Gil de Biedma: poeta de la memoria y el deseo
Se cumplen 30 a?os del fallecimiento del poeta catal¨¢n, uno de los m¨¢s destacados de Espa?a en la segunda mitad del siglo XX
En literatura hisp¨¢nica hay grandes poetas con una obra amplia: Lope, Juan Ram¨®n, Alberti; tambi¨¦n existen excepcionales poetas con una producci¨®n breve: Manrique, Garcilaso, B¨¦cquer. Jaime Gil de Biedma (1929-1990) pertenece a estos ¨²ltimos. Public¨® unas noventa composiciones, repartidas en tres poemarios: Compa?eros de viaje (1959), Moralidades (1966) y Poemas p¨®stumos (1968). Aunque escribiese algunos de los versos m¨¢s hermosos de la l¨ªrica espa?ola contempor¨¢nea, a Gil de Biedma le gustaba, m¨¢s que escribir poes¨ªa, hablar de ella y leerla. En las madrugadas barcelonesas de los 50, los 60, los 70, Jaime, con una copa en la mano, vestido con traje elegante y corbata exquisita, pod¨ªa conversar con sus amigos (Carlos Barral, Gabriel Ferrater, Jaime Salinas, Ana Mar¨ªa Moix, Juan Mars¨¦) de literatura durante horas.
A Jaime le fascinaba leer poemas. Para ¨¦l, el hecho esencial de la comunicaci¨®n literaria era la lectura. Desde muy joven, le¨ªa sus poemas a Barral y Barral hac¨ªa lo mismo con Jaime. Comenz¨® escribiendo sonetos. La mayor¨ªa los desech¨® por considerarlos de baja calidad. El 9 de diciembre de 1988, en la Residencia de Estudiantes de Madrid, ofreci¨® la ¨²ltima lectura p¨²blica de su poes¨ªa. Por aquel entonces, Jaime, un escritor ya veterano, llevaba m¨¢s de tres a?os enfermo, y pr¨¢cticamente dos d¨¦cadas sin escribir poes¨ªa de manera continuada. Solo hab¨ªa compuesto peque?os poemas puntuales, aunque con la maestr¨ªa que le caracterizaba, como De senectute, en 1979. Ese d¨ªa de finales de 1988, en el hist¨®rico edificio democr¨¢tico, republicano y laico, nacido al calor de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, Jaime evoc¨® emocionado la amistad en Oxford en 1953 con el que fuera director de la Residencia, Alberto Jim¨¦nez Fraud, y su mujer, Natalia Coss¨ªo, exiliados en Inglaterra.
En 1953, Jaime era un veintea?ero licenciado en Derecho, que pas¨® un semestre en la emblem¨¢tica universidad brit¨¢nica, y que qued¨® maravillado por escritores ingleses como Auden y T. S. Eliot, cuya l¨ªrica le influir¨ªa decisivamente. Esa misma fascinaci¨®n por T. S. Eliot y Auden la hab¨ªa sentido diez a?os atr¨¢s un poeta que ser¨ªa el principal referente de Gil de Biedma en poes¨ªa espa?ola: Luis Cernuda. Ning¨²n poeta ha le¨ªdo tan bien a Cernuda como Jaime Gil de Biedma (que, asimismo, supo leer excelentemente a Guill¨¦n o Espronceda). Ambos creadores, pese a que les separaban veintisiete a?os de edad, pose¨ªan varios puntos en com¨²n: a la veneraci¨®n por la l¨ªrica inglesa, se sumaba su homosexualidad, su pensamiento pol¨ªtico de izquierdas (y dentro de este, la oposici¨®n inquebrantable a la dictadura franquista), el hecho de haberse criado en familias burguesas y que luego hubieran criticado a la burgues¨ªa, y a la condici¨®n de poetas con una obra eleg¨ªaca a?ad¨ªan una labor excelsa de cr¨ªtica literaria.
En sus ¨²ltimos a?os de vida, Cernuda, quien falleci¨® en M¨¦xico en noviembre de 1963, intercambiar¨ªa cartas con Gil de Biedma. Este le hab¨ªa dedicado un maravilloso poema, Noches del mes de junio, en Compa?eros de viaje (1959). Un poema de memoria y de deseo, los ejes tem¨¢ticos de la poes¨ªa cernudiana, tan af¨ªn a los versos de T. S. Eliot: ¡°mixing / Memory and desire¡±, de The Waste Land (1922). En el oto?o de 1962, Gil de Biedma colabora con la revista valenciana La ca?a gris en un formidable tributo a Cernuda. Su aportaci¨®n consistir¨¢ en el ensayo El ejemplo de Luis Cernuda, donde reivindica el papel de maestro de Cernuda para el grupo de poetas de los 50, en el que se inclu¨ªa, junto al propio Jaime, a Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo, Carlos Barral, Claudio Rodr¨ªguez, Francisco Brines, Jos¨¦ ?ngel Valente, Caballero Bonald y ?ngel Gonz¨¢lez.
Cuando muere Cernuda, Gil de Biedma le escribe una composici¨®n laudatoria, Despu¨¦s de la noticia de su muerte, que aparecer¨¢ en Moralidades (1966). En diciembre de 1976, en plena Transici¨®n democr¨¢tica, pronuncia una conferencia sobre Cernuda en la Universidad de Sevilla, base del ensayo, Como en s¨ª mismo, al fin, uno de los textos de los que Jaime se sent¨ªa m¨¢s orgulloso y puede que la creaci¨®n ensay¨ªstica m¨¢s bella de la segunda mitad del siglo XX. Jaime Gil de Biedma era un artesano de la lengua espa?ola, como Azor¨ªn, como Gabriel Mir¨®, como Antonio Machado, al que admir¨® profundamente. Sol¨ªa escribir por las tardes, ya que por las ma?anas trabajaba en la Compa?¨ªa de Tabacos de Filipinas, importante empresa de la que lleg¨® a ser secretario general. El proceso de elaboraci¨®n po¨¦tica de Gil de Biedma se distingu¨ªa por su lentitud y su af¨¢n perfeccionista. A principios de los 60, el per¨ªodo de mayor creatividad literaria de su carrera, Jaime siente que lo puede decir todo en un poema. Entre 1963 y 1964, escribe el que considero el poema nuclear de su l¨ªrica, Pand¨¦mica y Celeste. Composici¨®n de cerca de cien versos, preciosa; otro gran poema de deseo y memoria, y que, como se?al¨® Carme Riera, ¡°es un poema de toda una generaci¨®n¡±. Algo similar puede decirse de Me basta as¨ª, de ?ngel Gonz¨¢lez; Palabras para Julia, de Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo; o Mere Road, de Francisco Brines.
Entre sus poemas, Jaime, que al igual que Cernuda era maestro en el poema largo, prefer¨ªa uno breve: No volver¨¦ a ser joven. Escrito en la primavera de 1967, en plena crisis existencial por la conciencia del abandono definitivo de la juventud, Gil de Biedma nos entrega en doce versos una obra maestra de tintes calderonianos. A partir de 1970, apenas escribe poes¨ªa. Se dedica a su faceta de cr¨ªtico literario (recopilar¨¢ sus ensayos en Al pie de la letra, en 1980), a dar conferencias, a leer poes¨ªa y a hablar sobre poetas y poemas. Gil de Biedma, inteligent¨ªsimo, aseguraba que lo esencial al leer por primera vez un poema no es entenderlo, sino sentirlo, que los versos nos conmuevan, aunque no los comprendamos. Si verdaderamente el poema nos emociona, tarde o temprano, lograremos comprenderlo, pregunt¨¢ndonos a nosotros mismos por qu¨¦ nos emocion¨® en la lectura primigenia. La reflexi¨®n es tan iluminadora que puede ser aplicable a otras creaciones culturales: una pel¨ªcula, una novela, una canci¨®n, un cuadro.
Alegre, vitalista, refinado, este poeta llev¨® a la l¨ªrica hispana a una de sus cimas m¨¢s altas. Cultiv¨® con hondura la llamada poes¨ªa social, con composiciones memorables como Apolog¨ªa y Petici¨®n?y Noche triste de octubre, 1959, pero fue ante todo un poeta del amor (Jaime comentaba que escrib¨ªa poemas sobre la experiencia amorosa, no sobre el amor), de los m¨¢s altos de nuestra lengua, al nivel de Garcilaso, B¨¦cquer o Salinas. Falleci¨® hace treinta a?os, el 8 de enero de 1990. Jaime Gil de Biedma ha logrado lo que solo los grandes artistas logran: permanecer en el tiempo. Al leerlo en 2020, sentimos en sus poemas a un ser humano que am¨® la vida y que transmiti¨® en sus composiciones, tan bellas, tan profundas, tan verdaderas, la ra¨ªz de ese entusiasmo vital.
Javier Herreros Mart¨ªnez es profesor de Lengua Castellana y Literatura del IES Vega del Jarama en San Fernando de Henares, Madrid.
Babelia
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