Eternidad de las aguas y su m¨²sica
La compa?¨ªa LaMov de Zaragoza estrena una novedosa y estilizada versi¨®n del cl¨¢sico de ¡®El lago¡¯ encantado
Cuando El lago de los cisnes se estren¨® en el Teatro Bolshoi de Mosc¨² en 1877 fue un sonoro fracaso, quiz¨¢s el m¨¢s se?alado en la biograf¨ªa art¨ªstica y creativa de Piotr Ilich. Este triste y complejo fiasco teatral tiene m¨²ltiples y largas explicaciones, desde la ineficacia de la coreograf¨ªa del austriaco (nacido en Praga) Wenzel Reisinger, cierta ordenaci¨®n de la partitura ¡ªde acuerdo a un libreto farragoso y dif¨ªcil de seguir de Begitchev y Geltser (que casi 20 a?os despu¨¦s, en 1895, ...
Cuando El lago de los cisnes se estren¨® en el Teatro Bolshoi de Mosc¨² en 1877 fue un sonoro fracaso, quiz¨¢s el m¨¢s se?alado en la biograf¨ªa art¨ªstica y creativa de Piotr Ilich. Este triste y complejo fiasco teatral tiene m¨²ltiples y largas explicaciones, desde la ineficacia de la coreograf¨ªa del austriaco (nacido en Praga) Wenzel Reisinger, cierta ordenaci¨®n de la partitura ¡ªde acuerdo a un libreto farragoso y dif¨ªcil de seguir de Begitchev y Geltser (que casi 20 a?os despu¨¦s, en 1895, Marius Petipa se encarg¨® de recomponer y de hacerlo entendible)¡ª, y la recepci¨®n de un p¨²blico enterado, pero que estaba en otras. Esa versi¨®n tard¨ªa, cuando ya Chaikovski llevaba m¨¢s de un a?o fallecido, hecha en San Petersburgo por Petipa con su asistente Lev Ivanov, se convirti¨®, por su calidad y oportunidad, siendo la cuarta desde el estreno, en la can¨®nica, la llamada ¡°cl¨¢sica por excelencia¡± y que m¨¢s o menos con adaptaciones diversas se baila en todo el orbe.
Todos los d¨ªas hay en el ancho mundo, un Lago en escena. A eso hay que sumar, las nuevas versiones enteramente modernas o novedosas, m¨¢s libres y despegadas del original. En este ¨²ltimo grupo actual, se inscribe el trabajo estrenado por V¨ªctor Jim¨¦nez con su compa?¨ªa zaragozana LaMov. Una l¨ªnea que parte de usufructuar las bondades de la estructura original, pero adaptadas a los estilos modernos. Otros core¨®grafos de nuestro tiempo (Mats Ek, Jean-Christophe Maillot, Andy de Groat, Matthew Bourne, Peter Darrell) han hecho las suyas propias. Poco se reconoce a la bailarina estadounidense La M¨¦ri (Russell Meriwether Hughes) que ya en 1944, y a sugerencia de Anatole Ob¨²jov, hizo su Lago de los cisnes aplicando la partitura de Chaikovski a las especificidades de la danza hind¨², lo llev¨® a Jacob¡¯s Pillow y estaba acompa?ada en escena de Matteo (Matteo Marcellus Vittucci, legendario int¨¦rprete tambi¨¦n de ballet flamenco y escuela bolera) como el Pr¨ªncipe Sigfrido, en un formato de c¨¢mara.
Sale con toda intenci¨®n Jim¨¦nez del formato de c¨¢mara para asumir las dimensiones espaciales que ofrece la propia m¨²sica, una grandeza, puede decirse, expresada a trav¨¦s de un esmerado sinfonismo con audaces soluciones en la introducci¨®n de los temas m¨¢s se?eros y conocidos de la partitura del ruso. La escenograf¨ªa y la iluminaci¨®n est¨¢n ideadas para que el espectador se sienta en una producci¨®n del alto rango proporcional y f¨ªsico, a lo que contribuye con el trufado de los elementos musicales contempor¨¢neos compuestos por Sarnago con los que da cumplido arropo a las evoluciones de los figurados cisnes (muchas veces sin g¨¦neros, en una intencionada tabla rasa que los iguala como seres vulnerables y espectrales).
Digamos algo de la coreograf¨ªa madre, la referencia obligada del ayer sobre la que se asienta la inspiraci¨®n y la manufactura de los core¨®grafos de hoy, a¨²n en la libertad que brindan los medios contempor¨¢neos. La coreograf¨ªa sobreviviente de Petipa e Ivanov es subsidiaria, esa es la verdad, a¨²n vener¨¢ndola; es secundaria con respecto a la m¨²sica. Jim¨¦nez lo sabe y la cita sutilmente (los movimientos ondulantes de los brazos, ciertas poses de suelo cuando los cisnes se cubren con sus propias alas, el gran salto expansivo) pero es la poderosa y monumental m¨²sica la que manda, y que es quien ha resistido tambi¨¦n en el tiempo a arreglos y desarreglos. En lenguaje coloquial, esa m¨²sica baila sola, por s¨ª misma, y parece pedir desde su poderoso corpus y empaque, nuevas invenciones, nuevas secuencias de movimientos, y sobre todo, ser mostrada a trav¨¦s de las nuevas corrientes de la pl¨¢stica esc¨¦nica; y todo ese sabio poso de invenci¨®n ha sido asimilado, transformado y utilizado por Jim¨¦nez para su viaje a un figurado lago que puede ser una piscina de arquitectura futurista.
As¨ª ha hecho el core¨®grafo viajar las sustancias po¨¦ticas junto a los motivos musicales hacia una demostraci¨®n ciertamente l¨ªrica, a veces sideral, sin ser fr¨ªa. Entre otros hallazgos, recupera la Danza rusa que Chaikovski escribi¨® para ser insertada en el grand divertissement del tercer acto junto a la tarantela, la danza espa?ola, las chardas, y otras manifestaciones de car¨¢cter, pero que muy pronto se fue al olvido y que ya Mijail Fokin recuper¨® a principios de siglo XX para un lago donde particip¨® qued¨¢ndose como obra solista individual. Jim¨¦nez la convierte en un eficiente ¡°paso a dos¡± entre dos hombres bailado por Mattia Furlan e Imanol L¨®pez (ambos dando una buena exhibici¨®n de danza, el primero desde su madurez y el segundo desde su pujante nuevo talento) que no tiene significaci¨®n er¨®tica alguna sino que m¨¢s bien recuerda a lo que Ivanov hace con los ¡°grandes cisnes¡± solistas en el segundo acto de la obra de referencia.
En los tiempos que corren, restrictivos y desalentadores, LaMov ha demostrado su empe?o por no interrumpir el trabajo, mejorarlo y seguir subiendo el tel¨®n siempre que se pueda. En octubre de 2020 vimos una primera versi¨®n, pero esta de ahora en junio de 2021 es claramente la definitiva, estando lista para disfrute del p¨²blico en teatros y festivales. Es una pieza llena de claves, intenciones y calidad, adem¨¢s de demostrativa de la cultura cor¨¦utica de sus gestores. Raz¨®n para llamarse El lago a secas, un aviso de su proyecci¨®n y senda est¨¦tica.
'El Lago'
Coreograf¨ªa: V¨ªctor Jim¨¦nez; m¨²sica: P. I. Chaicovski y Jorge Sarnago; escenograf¨ªa: Vanesa Hern¨¢ndez; vestuario: Arturo Guill¨¦n; luces: Luis Perdiguero. Teatro Principal de Zaragoza. Hasta el 27 de junio.