El cine negro de Bob Dylan
El cantautor reaparece con una estilizada pel¨ªcula de concierto en un club imaginario
Estas cosas solo ocurren en el Planeta Dylan: entre los expertos en mercadotecnia, se considera pecado mortal el solapar en un mismo tiempo dos productos diferentes. Mientras se promocionaba Shadow Kingdom, el livestream de Dylan que estrenaba la plataforma Veeps el 18 de julio, saltaba el anuncio de la publicaci¨®n el 17 de septiembre de un nuevo volumen de la Bootleg Series, con el t¨ªtulo de Springtime in New York.
Oiga, puede que tenga sentido. ...
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Estas cosas solo ocurren en el Planeta Dylan: entre los expertos en mercadotecnia, se considera pecado mortal el solapar en un mismo tiempo dos productos diferentes. Mientras se promocionaba Shadow Kingdom, el livestream de Dylan que estrenaba la plataforma Veeps el 18 de julio, saltaba el anuncio de la publicaci¨®n el 17 de septiembre de un nuevo volumen de la Bootleg Series, con el t¨ªtulo de Springtime in New York.
Oiga, puede que tenga sentido. Shadow Kingdom parece destinado al gran p¨²blico, o al menos al sector dispuesto a pagar 25 d¨®lares por un acceso temporal a la nueva propuesta audiovisual alrededor de Bob Dylan (su predecesor ser¨ªa el malhadado MTV Unplugged de 1995). Mientras que las Bootleg Series est¨¢n pensadas para saciar al dylan¨®filo erudito, preparado a priori para sumergirse en cinco CD (la versi¨®n de lujo de Springtime in New York) conteniendo infinidad de tomas alternativas y temas rechazados procedentes de sus estancias en diversos estudios entre 1980 y 1985, mientras registraba Shot of Love, Infidels y Empire Burlesque, m¨¢s una selecci¨®n de cintas de ensayos que ofrece tales delicias como la lectura dylaniana del m¨¢s reciente himno futbolero, el Sweet Caroline, de Neil Diamond.
Pero ya habr¨¢ ocasi¨®n para explorar Springtime in New York. Hoy es el turno de Shadow Kingdom, que no contiene exactamente lo que esper¨¢bamos. Esper¨¢bamos un concierto en directo de Dylan, imaginando su frustraci¨®n ante su ausencia de los escenarios desde diciembre de 2019. Sin embargo, lo que tenemos es la escenificaci¨®n en blanco y negro de un recital, a cargo de la realizadora Alma Har¡¯el. Previamente, Dylan hab¨ªa regrabado una docena de sus composiciones, que recrea en playback en un plat¨® cinematogr¨¢fico ante un pu?ado de extras que fuman y beben.
Se nos sugiere que aquello se rod¨® en el Bon Bon Club, en Marsella, pero creer eso ser¨ªa tan ingenuo como asegurar que hab¨ªa un Rick¡¯s Caf¨¦ Am¨¦ricain en la Casablanca de 1941. No: estamos en el Hollywood de, digamos, la Warner Brothers, en un universo pulp habitado por damas peligrosas, tipos duros, camareras resabiadas. Aunque ni siquiera el asc¨¦tico estudio de Jack Warner hubiera aceptado semejante abundancia de humo y tanta escasez de iluminaci¨®n. Peculiaridades que aqu¨ª tienen justificaci¨®n: se disimula la cara del protagonista y se bromea con las faltas de sincronizaci¨®n entre lo que se toca y lo que suena.
Lo que suena son unas versiones r¨²sticas, con arm¨®nica, acorde¨®n, contrabajo, mandolina y (escasa) guitarra el¨¦ctrica, Puede que le respalden las mismas cinco personas que aparecen en pantalla pero tambi¨¦n podr¨ªa tratarse de Tony Garnier y dem¨¢s acompa?antes del ¨²ltimo tramo de la Gira Interminable. Lo que se agradece es que Dylan no maltrate sus creaciones: canta con sentido y con nitidez, evitando retorcer sus melod¨ªas m¨¢s all¨¢ de algunos ralentizados o cierta bluesificaci¨®n.
La impresi¨®n general es que Dylan supo aguantar el tipo. Ya hab¨ªa hecho ficci¨®n de est¨¦tica noir en, por ejemplo, el video promocional para The Night We Called It a Day y soport¨® resignadamente las labores de maquilladoras, c¨¢maras, decoradores. No obstante, uno tiene la sospecha de que sali¨® corriendo una vez que termin¨® el rodaje en Santa M¨®nica o donde fuera. Solo as¨ª se explica la insipidez del subt¨ªtulo ¡ªLas primeras canciones de Bob Dylan¡ª cuando en realidad pertenecen a su segunda ¨¦poca: son mayormente temas fechados en la segunda mitad de los sesenta y principios de los setenta. Algunas de las canciones tienen t¨ªtulos incompletos, que no habr¨ªan superado el filtro de cualquier especialista en ese repertorio.
Atenci¨®n: en los ¨²ltimos d¨ªas, estamos asistiendo a una sorda batalla en YouTube. Muchos fans suben all¨ª fragmentos de Shadow Kingdom. A pesar de que evitan mencionar expl¨ªcitamente el nombre del int¨¦rprete o de la canci¨®n, en cuesti¨®n de horas son denunciados y sus videos desaparecen. Tanto fervor persecutorio de los sabuesos de internet sugiere que Shadow Kingdom tendr¨¢ una vida comercial posterior, ya sea en TV, en otras plataformas y/o en soporte DVD. Al tiempo.