Zagreb
Pase¨¦ por sus calles y not¨¦ una presencia inquietante que ven¨ªa del fondo de la historia. Eran los restos inmateriales del imperio austro-h¨²ngaro, que a¨²n se agarraban a las fachadas
Me gust¨® el aeropuerto de Zagreb, me recordaba a la T4 espa?ola, parec¨ªa una nave espacial llena de tubos blancos que suger¨ªan una modernidad sofisticada y un futuro mejor. Pase¨¦ por las calles de Zagreb y not¨¦ una presencia inquietante que ven¨ªa del fondo de la historia. Eran los restos inmateriales del imperio austro-h¨²ngaro: un ej¨¦rcito de sombras que a¨²n se agarraban a las fachadas de los edificios. Nunca he sabido qu¨¦ fue el famoso imperio austro-h¨²ngaro, con esas tres palabras tan sonoras que levantaban una nube de oro. Tambi¨¦n est¨¢n presentes los restos de la antigua Yugoslavia, junto a...
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Me gust¨® el aeropuerto de Zagreb, me recordaba a la T4 espa?ola, parec¨ªa una nave espacial llena de tubos blancos que suger¨ªan una modernidad sofisticada y un futuro mejor. Pase¨¦ por las calles de Zagreb y not¨¦ una presencia inquietante que ven¨ªa del fondo de la historia. Eran los restos inmateriales del imperio austro-h¨²ngaro: un ej¨¦rcito de sombras que a¨²n se agarraban a las fachadas de los edificios. Nunca he sabido qu¨¦ fue el famoso imperio austro-h¨²ngaro, con esas tres palabras tan sonoras que levantaban una nube de oro. Tambi¨¦n est¨¢n presentes los restos de la antigua Yugoslavia, junto al fantasma de la guerra y los destrozos del reciente terremoto, que movi¨® la ciudad y deterior¨® algunos edificios hist¨®ricos, como la iglesia de San Marcos, a la que ahora no se puede entrar. En Zagreb el caf¨¦ es buen¨ªsimo, se acerca mucho al caf¨¦ italiano, porque Italia tambi¨¦n est¨¢ cerca de Croacia. En Zagreb se celebra todos los a?os un festival de literatura mundial que invade las calles, las librer¨ªas, y los teatros. La gente vive la literatura y los libros van de alma en alma. Tambi¨¦n hay muchas estatuas por las calles, ignoro qui¨¦nes son los personajes, y sus nombres me resultan impronunciables, y eso me produce melancol¨ªa. La Europa oriental se escapa de mis manos y, sin embargo, aqu¨ª una novela m¨ªa como Ordesa despierta entre los lectores las mismas emociones que en Espa?a. En Croacia se lee a escritores en espa?ol como Fernando Aramburu, Javier Cercas o Samanta Schweblin, por citar autores con traducciones recientes. Me dicen que la poes¨ªa croata est¨¢ en ebullici¨®n, que hay un mont¨®n de poetas j¨®venes, sobre todo mujeres como Monika Herceg o Evelina Rudan, cuyos libros est¨¢n a la vista en cualquier librer¨ªa de Zagreb. En la parte alta de la ciudad me meto en el Museo de las Relaciones Rotas. Es el museo m¨¢s humilde que he visto en mi vida. Me enamora todo lo que veo: desde una bicicleta a una cafetera, desde unos guantes de fregar hasta una caja de cereales, desde una colecci¨®n de bol¨ªgrafos antiguos hasta un vestido de novia, desde un ¨¢lbum de cromos de cantantes antiguos croatas hasta una botella encontrada en una playa, y todos los objetos son s¨ªmbolos de una ruptura amorosa, que se explica con unos breves textos de las personas que donaron los objetos. Son mensajes muy sencillos. Con este vestido de novia me iba a casar, pero no lo hice porque un d¨ªa antes descubr¨ª a mi novio haciendo el amor con mi mejor amiga. Con esta cafetera beb¨ªa caf¨¦ con mi amor todas las ma?anas, hasta que un d¨ªa se fue y me qued¨¦ a solas con la cafetera. Todos esos objetos que veo est¨¢n llenos de belleza. Son tambi¨¦n obras de arte. Detr¨¢s de cada uno de ellos hay una historia de amor en llamas. El amor triunfa en Zagreb o, al menos, el recuerdo del amor. Me marcho de Zagreb el d¨ªa que viene la premio nobel Svletana Aleksi¨¦vich, me cruzo con ella por los pasillos del hotel, y veo bailar a su lado el fantasma de Dostoievski.