Fernando Cuadri: ¡°No he sido un buen ganadero y necesitar¨ªa tres vidas para conocer al toro de lidia¡± (I)
El afamado criador onubense, ¡°un animalista convencido¡±, analiza al protagonista de la fiesta
Fernando Cuadri (Trigueros, Huelva, 1949) se define a s¨ª mismo como un animalista convencido. No en vano ha dedicado su vida a la crianza de canarios, gallinas enanas, gallos de pelea en su d¨ªa, y el toro bravo.
Es animalista y hombre de campo, de esos que miran cada ma?ana al cielo para escudri?ar el paso de las nubes, y se extas¨ªa cada anochecer ante las distintas fases de la Luna, convencido de su poderosa influencia en la vida de animales y seres humanos.
Pero Fernando Cuadri ha alcanzado la ¡®gloria terrenal¡¯ como ganadero de reses bravas. A ellas ha estado dedicado durante 4...
Fernando Cuadri (Trigueros, Huelva, 1949) se define a s¨ª mismo como un animalista convencido. No en vano ha dedicado su vida a la crianza de canarios, gallinas enanas, gallos de pelea en su d¨ªa, y el toro bravo.
Es animalista y hombre de campo, de esos que miran cada ma?ana al cielo para escudri?ar el paso de las nubes, y se extas¨ªa cada anochecer ante las distintas fases de la Luna, convencido de su poderosa influencia en la vida de animales y seres humanos.
Pero Fernando Cuadri ha alcanzado la ¡®gloria terrenal¡¯ como ganadero de reses bravas. A ellas ha estado dedicado durante 46 a?os, hasta que en noviembre de 2019 decidi¨® pasar el testigo a un hijo y tres sobrinos. Ahora trabaja en proyectos profesionales como ingeniero industrial, carrera que ha tenido aparcada a causa del toro, pero sin perder de vista la pasi¨®n de su vida.
La cita es en Comeu?as, la finca onubense donde pastan los toros de la familia. Fernando mantiene su porte campero, las manos endurecidas por el trabajo, la tez tostada, la sonrisa franca, la naturalidad como espejo y un innato sentido de la humildad que pretende restar importancia a los conocimientos que le han granjeado su contrastada fama de sabio del toro.
Afirma sin rubor que no ha sido un buen ganadero, que necesitar¨ªa tres vidas para conocer al toro bravo, que no ser¨ªa taurino si no hubiera conocido al toro en el campo, que ese animal privilegiado es un aut¨¦ntico misterio¡ y reflexiona sobre la gen¨¦tica, la fuerza de la naturaleza, la importancia del instinto animal, la escasa influencia del ganadero en el comportamiento del toro en la plaza, y sobre el estr¨¦s y su relaci¨®n con la supuesta homosexualidad en el ganado bravo.
¡°Un ganadero debe tener los animales que le quepan en la cabeza, no en la finca¡±
Sentado en el amplio sal¨®n de la casa, junto a una chimenea y rodeado de cabezas de cuadris c¨¦lebres y estanter¨ªas cargadas de trofeos, Fernando comienza a hablar de toros, y lo primero que apunta, sin que se le pregunte, es que no ha sido un buen ganadero.
¡°Me gusta el campo y la naturaleza, y estudiar la conducta del toro¡±, comenta. ¡°Creo, no obstante, que el ganadero de lidia debe estar m¨¢s en el despacho que en el campo, ser un estudioso de las reatas (familias) y de la consanguinidad. Debe poseer memoria, mucha memoria, y cuando sale una vaca a la plaza de tientas debe tener media faena hecha porque conoce las cualidades y defectos de su familia para exigirle m¨¢s o menos en fuerza, en genio, temperamento¡ Y yo no he tenido esa capacidad. Digo m¨¢s: un ganadero debe tener los animales que le quepan en la cabeza, no en la finca. A m¨ª me ha fallado mucho la memoria y no he sido un estudioso de la ganader¨ªa. He sido m¨¢s de campo, sin duda¡±.
Pregunta. ?Y qu¨¦ ha aprendido usted en el campo?
Respuesta. Quiz¨¢, lo que tengo m¨¢s claro es que la influencia del ganadero en el comportamiento del toro en la plaza no pasa del 25% o el 30%. El resto es instinto, y en este participan las condiciones medioambientales, los vientos, las lluvias, los viajes, el descanso, las fases de la luna, el estr¨¦s¡ Del criador solo depende, de verdad, la presentaci¨®n del toro¡±.
Fernando Cuadri defiende un singular an¨¢lisis sobre el estr¨¦s y su ascendencia en la conducta del toro.
¡°?Ha o¨ªdo usted que los toros ¡®mariquitas¡¯ protagonizan una buena lidia?¡±, pregunta. Y ante el asombro del interlocutor, expone su teor¨ªa:
¡°Toros ¡®mariquitas¡¯ no hay; los hay m¨¢s nobles, a los que todo les da igual, y m¨¢s violentos. Lo normal es que cuando un animal monta a otro que est¨¢ comiendo, este se gire y se lo quite de encima al instante. Pero hay otros, m¨¢s tranquilos, que no se vuelven tan r¨¢pido, y transcurre el tiempo suficiente para que haya un superficial contacto sexual, de modo que el resto de la manada cree que es una hembra, y lo persiga por el campo con tanta ansiedad que al toro no le queda m¨¢s remedio que aceptar que los dem¨¢s se le suban encima¡±.
P. ?Y?
R. Esa reacci¨®n no la ha provocado la homosexualidad del animal, sino su nobleza y su tranquilidad. Ese toro sufre menos en los corrales y en los viajes, y sale al ruedo con el dep¨®sito lleno. El animal que se altera en los cajones del cami¨®n ejercita unos m¨²sculos que le llegan a producir agujetas durante la lidia. El animal que se trastorna con la contaminaci¨®n, el ruido, que no descansa ni come, sale al ruedo en reserva, y creo que, por lo general, no desarrolla lo que lleva dentro.
Asegura Cuadri que esta teor¨ªa la tiene ¡°m¨¢s que demostrada¡±, y cuenta la historia de Aragon¨¦s, cuya cabeza cuelga en una de las paredes del sal¨®n. ¡°Era un toro tan tranquilo que parec¨ªa un burro. Estuvo en 2009 como sobrero en Sevilla, y viaj¨® a Madrid para una corrida en la que solo pudimos lidiar cuatro reses. Las tres primeras pasaron desapercibidas, y solo quedaba en los corrales Aragon¨¦s; y recuerdo que yo le dec¨ªa a mi mujer ¡®v¨¢monos, que esto va a ser un desastre¡¯. Y no nos fuimos porque en la fila de atr¨¢s estaba la pe?a taurina de Trigueros y nos dio verg¨¹enza. Sali¨® el toro, y fue tan bueno que le concedieron el premio al mejor de la feria de San Isidro. ?Y yo lo ten¨ªa en el banquillo¡! La conclusi¨®n que saqu¨¦ es que no me hab¨ªa enterado de nada¡±.
¡°El toro bravo es un misterio; cuando m¨¢s avanzas, menos sabes¡±
P. Tambi¨¦n se podr¨ªa concluir que el toro es un misterio¡
R. Para m¨ª, s¨ª. Y los motivos son variados. Primero, que el instinto es fundamental en su actuaci¨®n y depende de muchos factores; por otro lado, cr¨ªas un toro sin un modelo. Nadie te dice qu¨¦ tipo debes perseguir. Est¨¢s manejando bravura, casta, temperamento, nobleza, genio, y desconoces cu¨¢l debe prevalecer sobre las dem¨¢s. Y, por ¨²ltimo, procuras que predomine el af¨¢n de lucha, que es una condici¨®n antinatural. ?Le parece poco misterio?
P. A ver¡
R. El misterio del toro consiste en que cuanto m¨¢s avanzas, m¨¢s variables aparecen y menos sabes. Estoy convencido, por ejemplo, de que si se eliminara la selecci¨®n de una ganader¨ªa durante 60 a?os, el toro dejar¨ªa de embestir; se defender¨ªa, pero no atacar¨ªa. La ley natural tiende a proteger a las especies, y al toro no lo puede proteger porque los ganaderos fomentamos una condici¨®n que va en contra de su existencia, que es la bravura y la casta.
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